Al acabar este domingo la misa de mediodía en la catedral de Guadalajara (Jalisco, México), el cardenal Francisco Robles Ortega, previno contra una posible deriva totalitaria en México, al menos en el campo educativo, si el Estado, en vez de mostrarse neutral y acoger la diversidad de idearios, impone una ideología: la ideología de género.

Mientras al menos 50.000 personas, entre católicos y evangélicos, se manifestaban en las calles de Guadalajara en defensa del matrimonio definido como unión de hombre y mujer, el cardenal alababa a los manifestantes. Mientras tanto, más de un millón de personas participaban en otras 120 marchas por todo México en una impresionante muestra de participación ciudadana masiva.


El cardenal destacó que fue una marcha respetuosa donde no se atacó a ninguna minoría. Especificó que la participación de algunos prelados en distintas ciudades fue a título personal y no en nombre de la Iglesia, y que la Iglesia tiene una postura que no va a cambiar, de denuncia de la ideología de género. 

Avisó que el Estado camina hacia el totalitarismo si impone la ideología de género a los niños en las escuelas sin respetar los valores de los padres. “Sobre todo cuando quieren imponer una ideología como lo es la ideología de género como un solo modelo no estamos hablando de un estado laico, estamos hablando de un estado que tiende a ser totalitario en ese aspecto y no es el estado laico que respeta la diversidad”, explicó, remitiéndose a la idea de que "laico" debe significar neutral.


El cardenal afirmó -en la línea del Padre Franciscp, que habla de "colonialismos ideológicos"- que la ideología de género es una forma de colonialismo que las grandes potencias están imponiendo a los países en vías de desarrollo a cambio de recursos económicos. 

El cardenal insistió en que la educación sexual verdadera implica la orientación y la ponderación de valores en los niños y jóvenes. 

Robles Ortega insistió en la necesidad de que todas las expresiones y creencias que existen en México se respeten mutuamente.

También matizó que la iglesia no intentó expresar su poder de convocatoria frente a un estado que está avanzando en una agenda impuesta “desde fuera”, pero que es una de las causas tanto de la feligresía como para los propios obispos que se van a mantener en la arena pública porque a su juicio es importante que el debate derive en leyes justas y adecuadas para todos los mexicanos.