Religión en Libertad

El titular de Zamora ha peregrinado a la aldea bosnia de las apariciones junto a 40 empresarios

El obispo de Zamora, Valera Sánchez, tras viajar a Medjugorje: «Es un espacio de gracia»

El obispo de Zamora, Monseñor Fernando Valera Sánchez, durante su homilía en Medjugorje.

El obispo de Zamora, Monseñor Fernando Valera Sánchez, durante su homilía en Medjugorje.

María Vallejo-Nágera Zóbel

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No siempre brilla en mi personalidad la virtud de la paciencia, querido lector… Pero en lo referente al caso de Medjugorje, a pesar de ciertos momentos cargados de rabietas y enojos a causa de golpes injustos recibidos por algunos miembros de nuestra curia, podría decir que he perseverado en mi lucha.

Hoy miro para atrás y veo, con ojos asombrados, lo duros que han sido estos últimos 26 años para mí desde mi conversión… Digamos que he comprobado en mis propias carnes que el que desea seguir a Cristo recibe muchas pedradas y salivazos… El camino hacia Cristo no es fácil, especialmente bajo las opiniones y los juicios crueles de personas que no entienden el fenómeno Medjugorje, que NO han visitado la aldea y se niegan a hacerlo.

No es así como ha reaccionado estos pasados días de septiembre el señor obispo de Zamora, monseñor Fernando Valera Sánchez, quien, en esta ocasión, ha tenido la delicadeza de acompañar en una peregrinación a un grupo de financieros y empresarios con posiciones relevantes en nuestro país.

La idea extraña de organizar esta numerosa peregrinación (éramos en total 40 peregrinos, todos ellos con formación académica de primer orden) no brotó de mi corazón o del deseo de meterles el “efecto Medjugorje” a cucharón. Realmente nació en septiembre de 2024, cuando la vidente Marija Pavlovic me dijo con absoluto convencimiento: “María, debes intentar que personas relevantes de la sociedad española (gentes que dirijan empresas, bancos, finanzas…) conozcan este lugar y los fenómenos sobrenaturales que nos suceden aquí. Piensa en personalidades españolas del mundo de la cultura, la ciencia, el arte... que no conozcan a Dios. Solo si los dirigentes de tu país se convierten, España cambiará. De no ser así, España irá, más pronto que tarde, perdiendo valores… Un país sin Cristo se autodestruye sin remedio.”

Me quedé perpleja ante esta afirmación… No conozco realmente a “las grandes figuras de España” a las que Marija hace referencia (al fin y al cabo, soy tan solo una esposa, madre y abuela que escribe libros). Así que siendo muy consciente de mis límites, no me quedó otro remedio que ponerme en manos de la Virgen para lanzar tan disparatado proyecto… Oré con fe sabiendo que me enfrentaba a un trayecto difícil y caótico.

Y ella fue quien, tejiendo una tela sobrenatural, logró que 40 peregrinos con responsabilidad financiera, social, política y económica se apuntaran a la peregrinación.

Entre tanto, un pequeño milagro se fraguó de la manera más insospechada: un amigo me habló de monseñor Fernando Valera. “El obispo de Zamora es un hombre bueno, impecable, de conciencia limpia y certeza en su fe”, dijo. Su afirmación me dejó perpleja… “Es muy difícil encontrar personas con tal descripción sobre su carácter…”, pensé.

Así que tomé las medidas necesarias y contacté con monseñor Valera a través de su secretario, don Pedro Juan Martínez Serrano (un sacerdote de corazón alegre quien me impresionó desde el primer momento a causa de su gran sentido del humor y enorme simpatía).

Y ahí que nos embarcamos 40 peregrinos de mente racionalista a un viaje junto a un gran obispo español, sin saber lo que semejante atrevimiento nos depararía.

Solo puedo decir que don Fernando no solo ha sido un regalo para mí como organizadora de este periplo viajero, sino que también ha sido una bendición inmensa para todo el grupo de financieros y para la parroquia de Medjugorje.

Veamos, según sus propias palabras, su impresión sobre el lugar.

-Monseñor: ha sido un auténtico privilegio conocerle y tenerle en Medjugorje junto a nosotros. Dígame: ¿cómo es que usted se lanzó a esta aventura? No nos conocíamos, pero no dudó en aceptar ser nuestro obispo acompañante durante esta experiencia…

-En primer lugar, agradecerte la invitación. Poco antes de la pandemia, antes de ser nombrado obispo, me quedé a punto de ir. Se suspendió la peregrinación. Tenía muchas ganas de conocer este lugar. He sido nueve años director espiritual del seminario de Murcia, y he escuchado muchas experiencias de conversión y de jóvenes que han encontrado allí su vocación. Por tanto, mi primer acercamiento ha sido por los efectos de gracia que ha producido en muchos jóvenes.

-¿Cómo le trataron los franciscanos que lideran la espiritualidad de Medjugorje?

-En la primera celebración en la que participé me saludó el párroco de Medjugorje (padre Zvonimi Pavicic, OFM); lo hizo con mucha amabilidad y con una propuesta que me sorprendió: me pidió que presidiera la celebración de la Eucaristía el día siguiente en español. Me pidió si podían tener la homilía para poder traducirla y así quedamos. Fue un encuentro muy agradable, de comunión y lleno de sencillez franciscana.

-¿Vio durante su estancia algo que le hiciera sospechar que los responsables de la parroquia de Medjugorje estaban involucrados en un vulgar fraude espiritual?

-En la parroquia de Medjugorje me sentí muy bien. Hay una liturgia muy cuidada, un espíritu de oración especial y un cuidado del sacramento de la Penitencia muy grande. Esta parroquia tiene la Misericordia y a María Reina de la Paz como su testimonio más claro. Y ahí no hay fraude. Hay verdad vivida con mansedumbre y respeto; esto es una mano tendida que crea puentes de comunión y vivencia eclesial. Se palpa la disponibilidad y la obediencia a la Iglesia y a sus pastores.

-Fue profundamente emocionante para mí (como para todos los peregrinos de habla española) verle celebrar en la gran explanada de la Iglesia de Medjugorje en nuestro idioma ante miles y miles de peregrinos de muchas nacionalidades. Esto JAMÁS había sucedido antes. (A nuestro cardenal don Antonio María Rouco Varela le pidieron celebrar en latín el año pasado…) ¿Qué sintió celebrando por primera vez en ese lugar tan lleno de espiritualidad católica?

-Celebrar ante 15.000 peregrinos fue emocionante; luego la gente me paraba por la calle y me daba las gracias. Las palabras de la homilía las traducían al instante en croata y por los audífonos, al menos en ocho idiomas. Es difícil mantener el clima espiritual, celebrativo y devocional con tanta gente, y este se palpaba. Creo que es un logro de la parroquia de Medjugorje. Ha sido un honor celebrar en español en este espacio de gracia en el que se ha convertido la pequeña aldea de Medjugorje.

-Ha tenido la oportunidad de presenciar algunas de las supuestas apariciones (en concreto en la capilla privada del vidente Iván y de la vidente Marija). ¿Cuál es su opinión al respecto, o qué percibió o experimentó durante los éxtasis que parecían tener ante su presencia?

-El encuentro con el vidente Iván fue también muy entrañable. Él reza por los sacerdotes y toda la capilla estaba a rebosar de ellos. Significativamente me tocó rezar el cuarto misterio de los Misterios Gloriosos del Santo Rosario: la Transfiguración. Para mí muy significativo (en el lugar y en mi vida). Así fueron también las palabras de Iván, llenas de luz y de experiencia de Dios. Como los sacerdotes estamos muy presentes en esta experiencia de gracia, recibí esa llamada especial a dejarme transformar los ojos, para dejar que la Palabra trabajase por dentro. Pude vivir la Eucaristía en su plenitud de forma que me configurara con Cristo. Esto para mí, para los presbíteros que estaban presentes y los sacerdotes de mi diócesis, es fundamental: es contemplar la realidad cotidiana desde el interior transfigurado. Como dice San Pablo: “(La oración) ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama” (Ef 1, 18).

»Gracias, Iván, por rezar cada día por los sacerdotes, gracias por ser instrumento de María, Madre de los Sacerdotes.

Monseñor regresando al altar tras impartir la comunión a miles de fieles en Medjugorje.

Monseñor regresando al altar tras impartir la comunión a miles de fieles en Medjugorje.

-Asimismo, ha tenido la posibilidad de hablar con la vidente Marija Pavlovic, quien muy amablemente accedió a recibir nuestro grupo para contestar nuestras preguntas e inquietudes sobre las aparicones. ¿Qué opinión le mereció ese encuentro tan cercano con la supuesta vidente?

-La tercera vidente que conocí fue Marija Pavlovic. Me pareció una mujer con gran fuerza espiritual, con el vigor y la determinación del Espíritu (ese Espíritu que fecundó las entrañas santísimas de la Virgen María). Su acogida, su oración, su experiencia mística fue un aliento, una mirada de esperanza, una insistencia constante a orar por la Paz. Contemplarla en ese momento “especial” de experiencia mística fue sentir que la luz de Cristo a través de la Virgen María, que se transfigura y que es capaz de abrir nuestros ojos con su blancura y esplendor desde dentro. Esa mujer es llamada a vivir con un corazón de discípulo tocado por el amor de Dios. Es un gran misterio…

»Os decía ese día en la Eucaristía que “Con el corazón se cree” (Rm 10, 10). Hemos recibido el amor de Dios y ese amor nos da ojos nuevos, para ver un mundo con los ojos de María, que nos dice “haced lo que Él os diga”.

-También fue usted recibido, ¡casi en privado!, por la vidente Ivanka, cuya extraordinaria timidez y su deseo de privacidad es conocido y respetado. Ella no recibe casi nunca a nadie… ¡Es muy esquiva con los peregrinos y lleva una vida muy, muy privada y sencilla! Fue la primera que supuestamente vio a la Virgen y alertó sobre ello. ¡A usted le recibió! ¿Cuál es su opinión sobre tal encuentro y sobre su relato sobre cómo de niña vio a la Virgen sobre la colina del pueblo?

-En el encuentro con Ivanka me impactó su sencillez, su humildad, su dedicación a orar por las familias. Ese decirnos que ella era una niña más y que ahora es una madre de familia que tiene los problemas de cualquier madre… Es ahí donde se experimenta la gracia del Señor, es puro don, pura gracia. Fue una acogida entrañable, sus palabras y gestos fueron entrañables. Besé su anillo de madre y ella me besó el anillo de mi esposa la Iglesia de Zamora, a quien represento y protejo. En el fondo es un corazón tocado por la gloria de Dios, ese corazón capaz de ver la gloria oculta en todas las acciones cotidianas de la vida y trasmitirlas a los demás. Fui un privilegiado y fuimos unos agraciados el poder compartir nuestra fe y nuestras esperanzas con una persona visitada en su humildad por la gran “Humilde” entre los humildes: la Reina de la Paz.

-Los videntes de Medjugorje se entristecen al recordar cómo España ha sido el último país católico que ha accedido a visitar e investigar los sucesos que ahí se vienen experimentando desde hace 43 años… Nuestros cabezas en la Iglesia española fueron durísimos en nuestros comienzos como laicos que traíamos noticias sobre el lugar, llegando incluso a prohibir a los sacerdotes ir a la aldea a rezar. Gracias a Dios (y al Papa Francisco), esta situación ha cambiado radicalmente. Hoy el Vaticano ha pronunciado un Nihil Obstat y hay permiso de Roma para ir en peregrinación… Usted ha venido como obispo peregrino a Medjugurje, ¿qué cree que puede decir sobre esta aldea a sus compañeros obispos y cardenales de España?

-Les digo: “Medjugurje es un espacio de gracia”. Creo que en la historia de la espiritualidad católica supone poner en acto lo que Lumen gentium dice del Santo Pueblo de Dios y de la dignidad bautismal de todo cristiano. Gente sencilla, padres y madres de familia que viven una experiencia especial de la gracia; con una dedicación concreta a orar por alguna necesidad especial de nuestra Iglesia y de nuestro mundo. Pienso que hay una dinámica mística como vivencia concreta del Concilio Vaticano II; la historia nos lo dirá.

Capilla privada de la casa de la vidente Marija Pavlovic, a donde fue invitado el obispo de Zamora a celebrar.

Capilla privada de la casa de la vidente Marija Pavlovic, a donde fue invitado el obispo de Zamora a celebrar.

»En Medjugorje hay sencillez, hay oración, hay adoración y alabanza, hay celebración de la Eucaristía como centro y culmen de la vida cristiana; hay misericordia y muchas conversiones. “Por sus frutos los conoceréis”.

»Diría a mis hermanos obispos que acompañen en las peregrinaciones de sus diócesis y que abra el corazón para ser un peregrino más, pues allí se experimenta ese “corazón que ve” con ojos nuevos.

»Allí se ora por la paz, en estos momentos tan especiales de nuestro mundo. La Paz es un grito constante que surge en esos montes plagados de peregrinos que rezan el rosario.

»Señalaría también el encuentro con el visitador apostólico para la pastoral de Medjugorje: el arzobispo monseñor Aldo Cavalli. Su acogida, diálogo y experiencia fueron muy alentadores. Esas sus palabras: “Medjugorje es un lugar de gracia en el que las personas cambian de vida”... y cómo resaltaba las palabras del Papa: “El Papa Francisco ha querido abrir esta gracia a todos, pastores y fieles, transformando la parroquia de Medjugorje en lugar reconocido de peregrinaciones y de oración”.

-Enumere tres aspectos de la peregrinación que le hayan conmovido o ayudado en su camino de fe.

-Lo primero que me llamó la atención es la humildad, al estilo de la Virgen María, que cuando recibe una gracia que viene de lo alto, ella se abaja ante la presencia y la acción del Espíritu Santo. Recibe el anuncio de la Encarnación del Verbo y se humilla y empequeñece magnificando la acción de Dios. Esto se transparentaba en los videntes que he conocido, en la Parroquia y en mucha de la gente sencilla del lugar.

»Por otra parte, la acción del Espíritu Santo en tantos de nosotros que peregrinamos. El Espíritu es comunión, es alegría, es paz, es comunión… Todo esto se ha reflejado en toda la peregrinación.

»Por último, todos los videntes y la parroquia nos han insistido que María siempre lleva a Jesús. Yo os citaba una frase de Lumen fidei, 18: La fe no sólo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver. Este encuentro nos ha ayudado a todos a mirar desde el punto de vista del Señor. Hemos podido intuir la “gloria de Dios” que modifica nuestros ojos y los hace semejantes a los suyos, porque lo podemos ver tal cual es. Este es el fruto de la Adoración Eucarística, es el contacto con la Carne de Jesús, su cuerpo eucarístico, que prepara nuestros ojos para poder ver con el corazón.

»Realmente puedo decir “cómo ardía nuestro corazón”, es el ardor de las palabras de Jesús en nuestros corazones, la fraternidad de la peregrinación, la Eucaristía, las oraciones, la humildad y la sencillez de tantos de vosotros. Gracias, María, por haberme invitado a esta experiencia donde uno vuelve a intuir “el cielo nuevo y la tierra nueva”.

Grupo de peregrinos con Monseñor Fernando Valera Sánchez.

Grupo de peregrinos con Monseñor Fernando Valera Sánchez.

-Gracias Monseñor. Ha sido un auténtico placer tenerle con nosotros. Ojalá regrese para cuidarnos nuevamente como peregrinos españoles. Necesitamos a nuestro clero junto a nosotros en las peregrinaciones en Medjugorje.
​Ya sabe que le recibiremos siempre con los brazos abiertos.

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