Religión en Libertad

Ana Iris Simón recuerda en El País el dolor del aborto que «no encaja en el eslógan» del Gobierno

Ana Iris Simón, en una reciente entrevista de Ricardo Moya.

Ana Iris Simón, en una reciente entrevista de Ricardo Moya.El sentido de la birra (captura)

Carmelo López-Arias
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C.L.

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Desde hace algunas semanas, el aborto se ha incorporado de lleno a la agenda de la actualidad española a raíz de una moción provida de Vox en el Ayuntamiento de Madrid apoyada por el PP (partido que, ante el revuelo mediático, matizó pronto su apoyo).

La iniciativa aprobó que, en aras de un auténtico consentimiento informado, las madres que quieran abortar reciban toda la información científica disponible sobre las consecuencias del aborto para ellas mismas: el conocido como "síndrome postaborto" (ya sea en su vertiente físico-psicológica como en su vertiente moral).

El Gobierno, necesitado de desviar la atención de las investigaciones judiciales sobre la corrupción del entorno de Pedro Sánchez, está agitando el debate porque considera que le interesa electoralmente al PSOE, al poner de manifiesto las contradicciones del PP. 

Su líder, Alberto Núñez-Feijóo aplaudió en 2023 la declaración de constitucionalidad del aborto libre en las 14 primeras semanas, que su propio partido había recurrido ante el Tribunal Constitucional. Y, a raíz de la polémica de estos días, dio a conocer una carta en la que reiteraba su compromiso a favor del aborto: "Garantizaré siempre que cualquier mujer que opte por la interrupción de su embarazo pueda hacerlo con la mejor atención médica y psicológica, conforme a las leyes".

El Gobierno quiere más abortos

Como parte de esa agitación pro-aborto, el Ejecutivo ha lanzado tres iniciativas:

  • una intensificación de la presión para la elaboración de 'listas negras' de sanitarios objetores de conciencia al aborto, a la que se resisten algunas comunidades autónomas gobernadas por el PP, sobre todo Madrid.
  • una iniciativa (virtualmente inaplicable por las mayorías requeridas en Congreso y Senado) para incorporar el 'derecho al aborto' al articulado de la Constitución;
  • y una página web que fomenta el aborto bajo el indisimulable nombre de Quiero abortar.

El dolor que no importa

Precisamente sobre esta última iniciativa publicó un artículo el pasado sábado en El País la escritora Ana Iris Simón, autora, entre otros, de la elogiada y exitosa novela Feria (Círculo de Tiza) y que no es la primera vez que se posiciona contra el discurso dominante sobre el aborto.

Simón recuerda el impacto que le produjo hace años el testimonio de Leire Navaridas, una joven que abortó en 2008 y supo rehacerse para comprender lo que había hecho y convertirse desde entonces, desde su asociación Amasuve, en un pilar fundamental del movimiento provida en España ayudando a madres en situación parecida a la que a ella le llevó a abortar.

"Nunca antes había oído un testimonio como el suyo", dice Ana Iris, por su "serenidad" y porque reflejaba la realidad que quiere ocultar la propaganda abortista, ese dolor con el que titula su artículo (Un dolor que no encaja en el eslógan): 

  • "A Leire Navaridas no le dolió que hubiera gente rezando a las puertas de la clinica, porque no la había; tampoco los días de reflexión que antes eran de obligado cumplimiento antes de someterse a un aborto; no fueron las complicaciones del trámite, que no las hubo, ni las preguntas impertinentes, que tampoco tuvieron lugar, ni el estigma social lo que provocó su dolor: fue que de él brotó en Leire la certeza de que abortar es acabar con una vida. Con la vida de un hijo".

El 30% despreciado

Esa experiencia de Leire u otras similares no están incluidas en la página web abortista de los Ministerios de Sanidad (de la comunista Mónica García) e Igualdad (de la socialista Ana Redondo), repleta de testimonios pro-aborto. Lo que no se aborda, lamenta Ana Iris, son "las razones que llevan a miles de mujeres cada año" hasta "los abortorios".

Un estudio de 2012 llevado a cabo por los propios abortorios encontró, recuerda Simón, que el 22% de las madres que abortaron no lo habrían hecho si hubieran tenido una mejor situación económica, y un 8% habría mantenido la vida de su bebé de haber gozado de una mejor situación laboral: "Así que la que tomaron esas mujeres se parece muy poco a una decisión libre y empoderante".

Pero las instituciones públicas no trabajan para reducir ese porcentaje, que sumado se eleva al 30% de los abortos, ni tampoco para aliviar el dolor "que no encaja en los eslóganes", ese que procede de los problemas de salud mental, a consecuencia de su aborto, de muchas mujeres que abortan.

Ana Iris Simón concluye anhelando un feminismo "que se plantee el aborto no como un derecho sino como un trago que deberíamos intentar evitarle a cualquier mujer".

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