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León XIV: Jesús Resucitado es fuente de vida, alivio en el camino y quietud en la eternidad

León XIV acaricia a un caballo blanco, como hizo recientemente en Castel Gandolfo, que le acercaron a la audiencia general, y que evoca su etapa misionera en las montañas peruanas.

León XIV acaricia a un caballo blanco, como hizo recientemente en Castel Gandolfo, que le acercaron a la audiencia general, y que evoca su etapa misionera en las montañas peruanas.Vatican Media

Redacción REL
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Tras las catequesis que a lo largo de las últimas semanas han recorrido la vida de Jesús siguiendo los Evangelios, desde su nacimiento a su Resurrección, León XIV comenzó este miércoles en la audiencia general la última parte del ciclo jubilar Jesucristo, nuestra esperanza.

Ante 60.000 personas congregadas en la Plaza de San Pedro, el Papa abrió el capítulo de reflexión sobre La resurrección de Cristo y los desafíos del mundo actual  con una consideración sobre el Resucitado como "fuente viva de la esperanza humana".

La asistencia este miércoles a la audiencia general fue muy nutrida. El papamóvil (esquina inferior derecha) llegó hasta la Via Conciliazione.

La asistencia este miércoles a la audiencia general fue muy nutrida. El papamóvil (esquina inferior derecha) llegó hasta la Via Conciliazione.Vatican Media

La paradoja que resuelve el Resucitado

Se trata, comenzó diciendo, de que el misterio de Cristo "libere su luz de salvación en contacto con la realidad humana e histórica actual".

Nuestra vida está marcada por una situación "paradójica", señaló: "Quisiéramos ser felices, pero es muy difícil conseguirlo de forma continuada y sin sombras. Aceptamos nuestras limitaciones y, al mismo tiempo, tenemos el impulso irreprimible de intentar superarlas. En el fondo, sentimos que siempre nos falta algo".

El Papa saluda a unos paisanos de su Chicago natal.

El Papa saluda a unos paisanos de su Chicago natal.Vatican Media

¿Cómo colmar "este deseo grande de nuestro corazón"? No con el éxito, el poder o los bienes materiales, sino con "la certeza de que alguien se hace garante de este impulso constitutivo de nuestra humanidad, en la conciencia de que esta espera no será decepcionada o frustrada". Esa certeza es la esperanza cristiana, subrayó, que no es puro optimismo, pues éste "frustra", mientras que la esperanza "cumple".

Esa garantía es Jesús Resucitado, proclamó León XIV: "Él es la fuente que sacia nuestra sed ardiente, la sed infinita de plenitud que el Espíritu Santo infunde en nuestro corazón". En ese sentido, "la Resurrección de Cristo no es un simple acontecimiento de la historia humana, sino el evento que la transformó desde dentro".

La meta

Jesús, con su Resurrección, "nos ha asegurado una permanente fuente de vida", de "alivio en el camino terreno" y de "quietud perfecta en la eternidad": "Solo Jesús muerto y resucitado responde a las preguntas más profundas de nuestro corazón: ¿hay realmente un punto de llegada para nosotros? ¿Tiene sentido nuestra existencia? ¿Y el sufrimiento de tantos inocentes, cómo podrá ser redimido?".

Él es también nuestro "punto de llegada", sin el cual la vida se convertiría "en un vagar sin meta, un trágico error con un destino perdido".

Aunque somos "frágiles" y "la herida del pecado" nos hace caer e incluso desesperar, "el Resucitado garantiza la llegada, nos conduce a casa, donde somos esperados, amados, salvados".

"De la Resurrección de Cristo", concluyó el pontífice, "brota la esperanza que nos hace gustar anticipadamente, no obstante las fatigas de la vida, una quietud profunda y gozosa: aquella paz que Él solo nos podrá dar al final, sin fin".

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