León XIV: «Alzad los ojos a las cosas celestiales... No os conforméis con menos que la santidad»
León XIV se dirige a los jóvenes en la explanada de Tor Vergata antes de comenzar la misa del domingo.
El Jubileo de los Jóvenes ha sido como una mini-JMJ y ha concluido de manera similar. Con una Vigilia donde la noche y el silencio crearon el entorno necesario para una Adoración Eucarística que dejó huella, y con la misa matutina del domingo, seguida por un millón de personas según las autoridades, entre fieles de la misa y cientos de miles de jóvenes acampados en la explanada de Tor Vergata.
El Papa llegó a las ocho de la mañana para hacer un largo recorrido por el lugar antes de la celebración. Los jóvenes, que naturalmente habían desatendido el consejo de descansar que les dio León XIV al finalizar la Vigilia, trasnocharon pero madrugaron para acompañar al papamóvil en su camino al altar, aplaudiendo, agitando banderas y vitoreando al pontífice.
Cientos de miles de jóvenes flanquearon la llegada de León XIV a la explanada donde se celebró la misa.
Las cifras eran de JMJ: 20 cardenales, 450 obispos, 7.000 sacerdotes y 850 acreditaciones de medios de comunicación.
Ha sido el primer contacto masivo del Papa con los jóvenes, y ha superado el entusiasmo y la conexión esperados.
León XIV saluda a los jóvenes al llegar, antes de la misa.
Desde el palco, antes de la misa, León XIV saludó a los peregrinos, les bendijo y auguró que "la gran celebración en la que Cristo nos dejó su presencia en la Eucaristía" sería "una ocasión verdaderamente memorable para todos nosotros... Cuando estemos juntos como Iglesia de Cristo, caminemos juntos y vivamos a Jesucristo".
- La última jornada del Jubileo de los Jóvenes, en un minuto.
Al inicio de la homilía posterior insistió en esto mismo: "La Eucaristía es el sacramento del don total de sí que el Señor ha hecho por nosotros". León XIV evocó el encuentro de los discípulos de Emaús con Jesús después de su Resurrección para plantear a nivel individual ese mismo encuentro, "que cambia nuestra existencia, que ilumina nuestros afectos, deseos y pensamientos".
Siete mil sacerdotes concelebraron con el Papa, que les saludó al pasar a su lado.
En la vida no todo es "firme y seguro", pero "en el amor" todo puede regenerarse y por eso "aspiramos continuamente a un 'más' que ninguna realidad creada nos puede dar; sentimos una sed tan grande y abrasadora, que ninguna bebida de este mundo puede saciar".
"No engañemos a nuestro corazón ante esta sed, buscando satisfacerla con sucedáneos ineficaces", advirtió el Papa: más bien hagamos que esa sed sirva como "taburete para subir y asomarnos, como niños, de puntillas, a la ventana del encuentro con Dios".
Como buen agustino, Robert Prevost acudió a las Confesiones para apoyar ese aserto. Según San Agustín, las cosas de la tierra "causan deleite y son hermosas y buenas", pero no dan la felicidad al hombre: "Busca a quien las hizo: Él es tu esperanza". Así rezaba San Agustín para expresar esa paradoja: "Tú [Señor] estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te andaba buscando".
León XIV, con la cúpula obra del arquitecto español Santiago Calatrava al fondo.
El Papa reforzó estas palabras con la de su predecesor Francisco en la JMJ de 2023 en Lisboa: "No nos alarmemos si nos encontramos interiormente sedientos, inquietos, incompletos, deseosos de sentido y de futuro... ¡No estamos enfermos, estamos vivos!".
"Hay una inquietud importante en nuestro corazón", continuó León, "una necesidad de verdad que no podemos ignorar, que nos lleva a preguntarnos: ¿qué es realmente la felicidad? ¿Cuál es el verdadero sabor de la vida? ¿Qué es lo que nos libera de los pantanos del sinsentido, del aburrimiento y de la mediocridad?"
Además de las "experiencias hermosas" de contacto e intercambio que han vivido durante el Jubileo, el Papa les recordó que "en el Circo Máximo, acercándose al Sacramento de la Penitencia, recibisteis el perdón de Dios y le pedisteis su ayuda para una vida buena".
Pues bien, ahí está la respuesta a las preguntas que acababa de formular: "La plenitud de nuestra existencia no depende de lo que acumulamos ni de lo que poseemos; más bien, está unida a aquello que sabemos acoger y compartir con alegría. Comprar, acumular, consumir no es suficiente. Necesitamos alzar los ojos, mirar a lo alto, a las 'cosas celestiales' (Col 3, 2) para darnos cuenta de que todo tiene sentido, entre las realidades del mundo, sólo en la medida en que sirve para unirnos a Dios y a los hermanos en la caridad".
"Muy queridos jóvenes, nuestra esperanza es Jesús y es Él, como dijo San Juan Pablo II [allí mismo, en la JMJ de 2000, en Tor Vergata], quien suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande".
León XIV hizo un breve programa para "mantenernos unidos a Jesús y permanecer en su amistad, siempre, cultivándola con la oración, la adoración, la comunión eucarística, la confesión frecuente, la caridad generosa, como nos han enseñado los beatos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, que próximamente serán proclamados santos".
"Aspiren a cosas grandes", concluyó, "a la santidad, allí donde estén. No se conformen con menos. Entonces verán crecer cada día la luz del Evangelio, en ustedes mismos y a su alrededor".