Sábado, 12 de octubre de 2024

Religión en Libertad

Un cura que bailaba «break dance» y es cinturón negro de Tae Kwon Do ahora cocina para evangelizar

Nicolás de Cárdenas

El padre Leo Patalinghug, en sus fogones.
El padre Leo Patalinghug, en sus fogones.

Pocas veces la frase de santa Teresa de Ávila sobre la presencia de Dios entre fogones y pucheros tuvo tanto sentido como en el caso del padre Leo Patalinghug, un sacedote de origen filipino y criado en Baltimore (EEUU) que ha aprovechado su habilidad y afición al mundo culinario para evangelizar.

El padre Leo, como prefiere que le llamen, tiene su propio -y exitoso- programa de televisión, una web con decenas de miles de vistas mensuales y un libro titulado La Gracia antes de las comidas. Recetas para la vida famiilar, fruto de su experiencia evangelizadora entre los fogones. Ya está preparando el segundo, que será publicado este verano.

Bailarín, cinturón negro, sacerdote...

Antes de responder a la vocación sagrada del sacerdocio, Leo se divertía bailando uno de los ritmos más urbanos de las últimas décadas, el break dance, donde destacaba por su elasticidad; también disfrutaba cantando y se entrenaba en la disciplina marcial del Tae Kwon Do, en la que alcanzó el cinturón negro (máximo nivel) e incluso ganó algunos campeonatos.

En aquellos tiempos encaminaba sus estudios al ámbito de las leyes, la política y el periodismo, pero algo en su vida le hacía sentir que no terminaba de sentirse a gusto del todo. La llamada de Dios al sacerdocio estaba empezando a llamar a su puerta con insistencia. Hasta que dijo sí.

Estudiando ya para ser sacerdote, Leo fue enviado por su obispo al Colegio Norteamericano en Roma, donde su pasión por la cocina terminó de despertar. Entre los tiempos de estudio y de rezo, Leo encontraba momentos para confraternizar con cocineros de los restaurantes del barrio romano en el que vivía. Él les transmitía sus conocimientos de cocina filipina, y ellos, le trasladaban sus especialidades.

Hasta la cocina

El padre Leo fue ordenado en 1999 y, poco después, se encontró al frente de su primera parroquia. Como aún es costumbre en muchos lugares, unos parroquianos le invitaron a cenar a su casa. Lo que probablemente iba a ser una invitación llena de formalidades alrededor de unos platos cocinados con cariño para el nuevo párroco, se convirtió en un nuevo modo de evangelizar: «Sin previo aviso, sorprendí a la familia anunciándoles que me iba meter en su cocina y, con su ayuda, cocinaría para ellos», asegura el padre Leo en su pagina web.

Los demás sacerdotes de la diócesis bromeaban continuamente con la posibilidad de que el padre Leo acabara teniendo su propio programa de televisión... y la chanza acabó convirtiéndose en realidad.

Algunos años después, uno de sus parroquianos, propietario de una productora de televisión, convencido de que la idea era buena, le propuso al sacerdote la aventura. Tardó un año en convencerlo, pero no se equivocó. ahora es toda una estrella y acude invitado con frecuencia a diversas cadenas de televisión norteamericanas. 

Fajitas fusión

El sacerdote es alter Christus. Y si Jesús predicó el Reino de Dios hablando de un grano de mostaza o de unas gavillas de trigo y cizaña, y habló de la vid y los sarmientos para catequizar sobre la naturaleza de la Iglesia, el padre Leo hace uso de sal, pimienta, azúcar, salsa picante, pimientos verdes y rojos, cebolla, carne mechada y otros ingredientes.

Así lo hizo en un reciente encuentro juvenil donde presentó sus afamadas «fajitas fusión», cocinadas con esos ingredientes. «"Fusión" significa diferentes ingredientes juntos», les decía el padre Leo mientras ponía a macerar la carne mechada. «en cierto modo, la Iglesia católica es como la cocina de fusión. "Católico" significa universal y todos somos personas diferentes que se unen».

Pero va más allá de ser él quien evangelice mientras cocina. La idea de enseñar a los niños recetas está también en que valoren más la comida como un don de Dios, y que compartan con sus padre en la mesa algo más que los alimentos. Diversos estudios señalan que cuando las famlias comen juntas cuatro o cinco veces a la semana, se producen menos problemas relacionados con el consumo de drogas o la experiencia sexual prematura.

Miedo a bendecir la mesa

Otra de los objetivos de este particular apostolado está en que la gente pierda el «miedo» a bendecir la mesa, no sólo en lugares públicos, sino también entre amigos y en las mismas familias. El padre Leo considera que «la gente tiene miedo de que el mundo sepa que ama a Dios y eso está muy mal» porque al dar gracias por los alimentos también reconocemos que Dios está sentado a a la mesa.

Esta es su propuesta: «Padre amado, te damos gracias por la familia reunida alrededor de la mesa, los amigos a los que extiendes tu bondad, el alimento que nutre nuestro cuerpo y la fe que fortalece nuestras almas. Te pedimos que nos mantengas siempre atentos en estas bendiciones, para que este alimento nos inspire a llevarlas a aquellos que viven sin familia, sin amigos, sin comida y sin fe. Te pedimos todo esto por Cristo nuestro Señor. Amén».
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