Religión en Libertad

«Doy gracias a Dios por darme el valor en ese momento. No estaba solo», dijo el padre Liam Ryan

El cura neocatecumenal y surfista que salvó a un joven de un tiburón blanco vuelve a salvar vidas

Liam Ryan, el sacerdote del Camino Neocatecumenal, surfeando la ola.

Liam Ryan, el sacerdote del Camino Neocatecumenal, surfeando la ola.

José María Carrera Hurtado

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Ya era agosto de 2020 y, con poco más de 30 años, el padre Liam Ryan no era “un sacerdote más”. En 2018 había sido ordenado diácono en Perth tras toda una vida en el Camino Neocatecumenal, coincidiendo prácticamente con los cuarenta años de presencia del movimiento en Australia. Pero si por algo era reconocible era por su tabla de surf y las acrobacias con que le miraban maravillados los bañistas.

Si su vocación le permitiría ayudar a salvar almas, pronto sabía que su afición también le permitiría salvar vidas. Sucedió por primera vez en 2020, cuando salvó a otro surfista de un tiburón blanco. Y ahora ha vuelto a ocurrir: según ha informado el Catholic Leader, Ryan acaba de rescatar a otros dos surfistas que, atrapados por una corriente, luchaban por sus vidas, mostrando el mismo valor por el que fue premiado en 2022.

Nadador, surfista entusiasta y misionero del Camino

Criado en Nollamara, las hemerotecas ya definen al sacerdote como un “nadador y surfista entusiasta” desde la infancia. El segundo de diez hijos se formó en colegios católicos y con 13 años comenzó su andadura en las catequesis del Camino Neocatecumenal, entonces expandiéndose tras consolidarse en focos como Sídney, Melbourne, Brisbane o Perth, donde fue ordenado diácono.

“Ha sido en esta comunidad del Camino Neocatecumenal que he podido aprender a orar, comprender lo que la Palabra de Dios significa para mí en mi situación actual, así como prepararme para anunciar el Evangelio. Mi vocación nace precisamente de pertenecer a una comunidad que ha nutrido mi vida y mi fe”, dijo en 2018 tras ser ordenado diácono.

Cuando acabó el colegio, se licenció en Marketing y Contabilidad y dio sus primeros pasos como misionero en el Camino, que le llevarían a la diócesis de Broome, en una localidad sin cobertura telefónica, móvil, internet, playa ni amigos.

“Fue la primera vez que sentí que realmente necesitaba y quería orar y comprendí que Dios respondía de formas que nunca habría imaginado. Vi que es posible abandonar mi voluntad y aceptar que el plan de Dios es mucho más grande y mejor”, contó. En 2008, concluida su formación misionera, Liam participó en un encuentro con 90.000 jóvenes del Camino en el Domain Stadium de Sídney, donde formalizaría su preparación para ser sacerdote.

El sacerdote de 38 años de Broome estaba surfeando cuando vio a un padre y a su hijo luchando por mantenerse a flote en la playa Cable, en Australia.

El sacerdote de 38 años de Broome estaba surfeando cuando vio a un padre y a su hijo luchando por mantenerse a flote en la playa Cable, en Australia.

Desde la fe, "nadie es un extraño"

Tras otro año en Broome y unos meses como catequista en Wheatbelt accedió al seminario Redemptoris Mater, comenzando “una tremenda aventura con Cristo” que lo llevaría a Papúa Nueva Guinea y Balgo antes de ser ordenado diácono en 2018 y sacerdote en 2019.

En 2020, con 33 años, Liam estaba celebrando su primer año como sacerdote surfeando en la playa de Bunker Bay. Recuerda que era un 31 de julio y había quedado con su mejor amigo, Jess Woolhouse, padre de tres hijos. Juntos improvisaban junto a una docena de surfistas a unos 60 metros de la playa.

“Lo interesante para mí es que, aparte de mí y Jess, todos éramos desconocidos allí”, comenta hablando de cómo el sacerdocio cambió su perspectiva de vida. Ahora, dijo, “nadie era un extraño. Miro una cara y pienso que tiene una historia detrás, gente que lo quiere. Eso fue un cambio en mí, saber que hay un vínculo, hombres que están dispuestos a ayudar, a arriesgar su vida. El cristianismo se basa en ese principio de que alguien da su vida por ti”.

Frente a la bestia: "Arriesgó su propia vida"

Aquella reflexión cobraría todo su sentido cuando vio como un enorme tiburón blanco de cinco metros aplastaba con sus mandíbulas la tabla y parte de la pierna de uno de los surfistas, Phil Mummert.

La víctima forcejeó como pudo con la bestia ante un primer silencio de los surfistas, atónitos. Segundos después, el gran tiburón se sumergió bajo el agua, Mummert se quedó quieto en lo que quedaba de su tabla mientras el animal comenzaba a rodearle.

Tras una llamada a la acción de Ryan, él y otro surfista, Álex Oliver, rescataron a Mummert subiéndolo a una de las tablas mientras sangraba en abundancia y lo llevaron a salvo a la orilla.

“No solo arriesgó su propia vida para ayudar a salvar la de Phil, sino que luego corrió hasta el final de la playa (aproximadamente un kilómetro) para contarme lo que sucedió y sacó a todos los demás del agua”, dijo agradecida la pareja del herido, Misha Wright. “Sinceramente, no sé cómo una persona puede ver a un completo desconocido siendo atacado por un tiburón blanco de cuatro metros y nadar para salvarlo, así que estamos más que agradecidos a todos los que ayudaron a salvar la vida de Phil”.

Así quedó la tabla de Phil Mummert tras ser atacado por un tiburón y salvado por el sacerdote Liam Ryan.

Así quedó la tabla de Phil Mummert tras ser atacado por un tiburón y salvado por el sacerdote Liam Ryan.

Entrevistado tras lo sucedido, el sacerdote no dudó en reconocer la mano de Dios.

Cinco años después, un nuevo salvamento

“Lloré un poco y simplemente bendije al Señor”, relató el sacerdote a The Catholic Leader, convencido de que en esos momentos “hay algo en lo más profundo de ti que quiere ayudar. El cristianismo se basa en ese principio de que alguien da su vida por ti. Te enfrentas a lo que sería uno de los mayores miedos para mucha gente, muchos surfistas… pero lo que te da fuerza en ese momento es la gracia de Dios”, añadió.

Se dice que se muere como se vive. Lo cierto es que el valor demostrado por el sacerdote no fue una excepción, y la ocasión del tiburón no fue la única en que vio peligrar su vida.

La última de ellas fue hace solo unos días, el fin de semana del 7 y 8 de junio. El sacerdote, ahora de 38 años, también surfeaba cuando vio a un padre y su hijo atrapados por una corriente y luchando por mantenerse a flote en la Cable, icónica playa de Broome.

"Más aterrador" que con el tiburón: "Dios me dio el valor"

“Vi a un par de chicos que parecían estar acercándose bastante a donde se estaba formando una pequeña corriente de resaca. En cuestión de segundos, pasaron de estar en una zona donde se sentían seguros... a ser arrastrados sin poder hacer nada”, relató el sacerdote a ABC News.

El sacerdote remó hasta ellos sobre su tabla, después de gritar sin obtener respuesta. Momentos después de llegar a la zona, uno de ellos se subió a la tabla de surf del Ryan, agradecido por la ayuda.

“Al estar en una ciudad turística, nos encontramos personas que no están acostumbradas a estar en aguas abiertas. Puede parecer muy tranquilo, pero si hay una marea fuerte… estás entre las banderas y un segundo después estás solo”.

Es la segunda ocasión en que el sacerdote salva otras vidas, pero con 38 años, recuerda este último caso como “más aterrador” que el de hace casi cinco.

El sacerdote no busca el reconocimiento de los hombres. Cuando en 2022 fue galardonado con una medalla al valor, Ryan aseguró no haber hecho “nada extraordinario” frente al herido y el tiburón. “Doy gracias a Dios por darme el valor en ese momento. Recuerdo que no estaba solo”. 

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