No es Cervantes, estúpido, es Amenábar
Julio Peña es Miguel de Cervantes en 'El cautivo' (2025) de Alejandro Amenábar. Pero el cautivo de verdad no es el creador de El Quijote...
No he visto película más promocionada en los últimos tiempos que El cautivo, con acciones “culturales” en la Biblioteca Nacional y asistencia a la première de una pareja “de moda”, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez y su esposa imputada Begoña Gómez.
Yo también he visto El cautivo, y si tuviera que hacer un breve resumen de su trama, diría básicamente que se trata de una película sobre un homosexual contador de historias con una tremenda animadversión hacia la Iglesia, o al menos hacia sus sacerdotes. O sea se trata, no de una película sobre Miguel de Cervantes, como se nos ha querido vender, sino una película sobre Alejandro Amenábar.
El director de Tesis, Los otros, Mar adentro y Ágora proyecta su personalidad sobre el genial autor de El Quijote, lo que no deja de ser audaz, pues las comparaciones pueden ser odiosas. Tienes que ser un artistazo para conjeturar sin fundamento y traspasar tus demonios interiores a un personaje real, y ni siquiera en tal caso el éxito está garantizado. Que se lo digan si no a Martin Scorsese, que fracasó en su esforzado intento de La última tentación de Cristo, sobre la que ha admitido recientemente en un interesante libro: “Creo que, en el fondo, esa no es realmente la historia de Jesús. Yo sentía su presencia junto a mí, pero viéndolo en perspectiva, me doy cuenta de que mi manera de enfocar la película era egocéntrica”. Amenábar no es Scorsese, su talento es inferior, pero espero que pasada la etapa promocional de su film, en que inevitablemente tiene que defender lo que ha hecho, tenga un poquito de humildad para admitir que El cautivo es una película fallida. ¿Será mucho esperar?
“Renunciar a la trama homosexual de Cervantes sería como renunciar a mí mismo, puesto que yo soy homosexual”, afirma Amenábar. Bueno, uno es libre de atribuir a un personaje basado en la realidad rasgos de los que no hay pruebas concluyentes, incluso aunque sea al gran precio de confundir al espectador ignorante, pero el riesgo es descomunal, y si te sale mal, lo normal es que... te crucifiquen. En tal sentido, tengo la sensación de que el director quiere jugar la carta del victimismo, pero no sé si le saldrá. Me da pena tanto cálculo, que revela poca confianza, sencillamente, en lo que se ha hecho.
Otro autor de la literatura universal, William Shakespeare, le echó imaginación a su presentación de personajes reales como Enrique V, y le salió bien porque él era un genio, y su obra, genial. También Peter Shaffer y Milos Forman triunfaron con Amadeus, aunque no se ajusten a la realidad histórica de Mozart y Salieri, porque crearon unos personajes y un conflicto sobre dónde reside el talento, que merece ser grabado con letras de oro en la historia del teatro y del Séptimo Arte. Pero Amenábar, cautivo no en Argel sino en la España del siglo XXI en la que intenta hacer cine, se limita a entregar un culebrón muy irregular e increíble, en que la historia de amor de Cervantes con su captor Hasán Bajá, y su relación con sus compañeros prisioneros, presenta escaso interés, todo lo preside el cliché; incluso lo más interesante, su condición de “storyteller” encantador de serpientes con sus relatos, no despega todo lo que debiera, porque debe integrarse con el resto, y lo hace con muy poca fortuna.
- Publicado en DeCine21.