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¿Reflejamos con nuestro comportamiento que ahí está Dios?

¿Reflejamos con nuestro comportamiento que ahí está Dios?Elvisfotos / Cathopic

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Esta es la pregunta que me hago cuando asisto a misa y observo los comportamientos del oficiante y de los asistentes en muchas iglesias

La religión católica manifiesta rotundamente -es cuestión de fe- que Jesucristo, tras la consagración en la santa misa, está presente con su mismo cuerpo sangre, alma y divinidad. Y me pregunto, sorprendido: ¿cómo es posible que, asistiendo a este portentoso acontecimiento y tan gran y espectacular milagro -la presencia de Dios al lado nuestro- nos comportemos material y humanamente de forma tan zafia?

Voy a especificar algunos aspectos en base a la observación de lo que acontece en los templos:

Vemos que en las diferentes ceremonias que celebramos los humanos (bodas -incluso las civiles-, recepciones y grandes eventos) nos vestimos y preparamos de una forma adecuada a los mismos. Sin embargo, cuando asistimos a la santa misa, vestimos de cualquier manera, sin guardar el respeto que corresponde. No se mantiene ni el más mínimo decoro en el vestir tanto de hombres como de mujeres; incluso en los lugares de playa nos vestimos para asistir a la santa misa como si estuviésemos en aquélla.

En las ceremonias referidas anteriormente, mantenemos el protocolo de cada una. Sin embargo, si presenciamos una misa podemos ver habitualmente que no existe una similitud de comportamiento de los asistentes en referencia a sus posturas corporales, reflejadas y estudiadas desde hace siglos en la Iglesia, sin tener en cuenta el significado de nuestra forma de estar

Es curioso que hasta en la IA se pueda ver su significado: “Las diferentes posturas durante la santa misa -estar de pie, sentados o de rodillas- tienen un profundo significado simbólico y litúrgico. No son gestos arbitrarios, sino formas de expresar con el cuerpo lo que se vive interiormente en la celebración”. 

En forma resumida lo expongo en este cuadro:

Posturas en la iglesia

Posturas en la iglesia

Y, ¿por qué cambian las posturas? Porque la misa es una acción viva y participativa. No es solo escuchar, sino participar con el cuerpo, mente y espíritu. Las posturas ayudan a:

  • enfocar nuestra atención en lo que está ocurriendo;
  • expresar con el cuerpo lo que sentimos o creemos;
  • unirnos como comunidad en una misma actitud orante.

En muchas de las misas a las que asisto no existe un criterio único entre los asistentes en la forma de “estar”; unos se ponen en pie cuando otros se sientan, unos se arrodillan en la consagración y otros no...

Hay sacerdotes que no siguen la liturgia indicada por la Iglesia, estudiada por teólogos durante milenios, metiendo “morcillas” en la misma, sin ton ni son, por lo que las misas no son iguales. Depende donde vayas, ves una misa diferente. Protagonizan ellos la ceremonia, cuando el verdadero y único protagonista debe ser Jesucristo, y para eso está la liturgia.

Y pasemos a la recepción de la comunión. En la Hostia consagrada está Dios; y frente a este hecho grandioso, ¿cómo recibimos la comunión? Unos de pie y otros de rodillas; unos en la mano, de cualquier manera, y otros en la boca. Unas veces la imparte el sacerdote solo y otras acompañado por unos fieles escogidos a dedo para impartirla.

En muchas de las misas a las que asisto, comulgan casi todos los feligreses y sin embargo apenas hay confesiones, cuando si existe pecado mortal -y existe- no se puede comulgar.

Antes de la misa y al finalizar muchas de las iglesias parecen gallineros. Los asistentes, bien sentados o de pie, hablan sobre “sus cosas” siendo más que un murmullo, una algarabía.

Y podría seguir …

No deseo ampliar más observaciones sobre los comportamientos que tenemos antes, durante y al finalizar la misa. Pero lo que he señalado es lo que hay.

Pero visto esto, y si la cara es el espejo del alma, ¿qué reflejamos con nuestro comportamiento? Realmente, ¿creemos que ahí está Dios?

¿Cómo no se va a dejar de asistir a misa, si frente a lo que decimos que sucede nos comportamos de esa manera? ¿Creemos que con estas actitudes y comportamientos vamos a convencer de que ahí está Dios mismo? ¿Tan ciegos somos que ni siquiera en la consagración nos arrodillamos como símbolo de respeto y cariño al Dios que nos da la vida y nos la mantiene? ¿Tan poco agradecidos somos? ¿Ya no hay pecado mortal? ¿O es que la gente va a comulgar como si fuese a una conmemoración recuerdo de la cena? Es triste decirlo, pero ¿cómo van a darle importancia a la comunión si, más que impartirla, se reparten “cositas blancas”, por no utilizar una palabra que desgraciadamente tanto se usa en el vocabulario actual, al haber perdido contenido el concepto de Hostia consagrada? ¿Cómo vamos a dar importancia al lugar si hablamos como si estuviéramos en el mercado? Y ¿cómo vamos a dar valor a la comunión, si no sabemos lo que recibimos? ¿Pensamos que haciéndolo de esta manera los fieles van a sentir que reciben a Dios? Si la liturgia lleva siglos estudiada ¿por qué hay sacerdotes que se la inventan? ¿Saben ellos más que los miles de teólogos que la han trabajado durante siglos?

Las misas católicas cada vez se parecen más a ceremonias protestantes. Se hace mucho hincapié en lo externo, en el espectáculo, y se deja lo más importante, que es que Dios, Jesucristo, está y viene ahí. El principal protagonista no es éste, sino el entorno.

Y la pregunta a hacernos es: ¿cómo podemos hacer creer a la gente lo que realmente acontece en la santa misa? ¿Cómo hacerle ver que Cristo está ahí? La respuesta es sencilla: adoctrinando.

Y aquí entran los sacerdotes.

Yo no observo, en general, que muestren externamente gran preocupación. Pienso que, o por la costumbre, o por temor, o por falta de respaldo de sus superiores, no “muestran” lo que sucede en la santa misa; y, como consecuencia, las actitudes y comportamientos de los feligreses en la misma resultan irrelevantes e irreverentes. Pienso que no son conscientes de que tienen que explicar reiterativamente -los seres humanos somos muy olvidadizos- el hecho de la presencia de Dios. La ignorancia del pueblo es grande. Quiero y deseo pensar que el no reflejar esto por parte de los sacerdotes es debido a los motivos que he mencionado, y no a la falta de fe en la transubstanciación.

Pero debemos tener fe, y hay unos párrafos del Papa Benedicto XVI, cuando era cardenal, muy significativos: "Pronto tendremos sacerdotes reducidos al papel de trabajadores sociales y el mensaje de fe reducido a una visión política. Todo parecerá perdido, pero en el momento oportuno, precisamente en la fase más dramática de la crisis, la Iglesia renacerá. Será más pequeña, más pobre, casi catacumba, pero también más santa. Porque ya no será la Iglesia de los que buscan agradar al mundo, sino la Iglesia de los fieles a Dios y su ley eterna. El renacimiento será obra de un pequeño remanente, aparentemente insignificante pero indomable, pasado por un proceso de purificación. Porque así es como obra Dios. Contra el mal, un pequeño rebaño resiste".

Tengo fe -estoy seguro- en que podemos dar la vuelta a todo esto, pero para ello necesitamos que los sacerdotes expliquen todo pormenorizadamente; con cariño, pero con doctrina seria. Y así, y con paciencia, podremos hacer ver al pueblo la grandeza de lo que sucede en la Santa Misa.

Terminaré diciendo que lo expuesto en mi análisis no abarca todo el universo de la feligresía y de los sacerdotes, gracias a Dios, porque hay templos donde los feligreses se comportan, en todos los aspectos, acorde con el lugar y el acto que se celebra, y es el resultado de unos sacerdotes que lo tienen claro, que se mueven, y se nota. Pero incluso estos sacerdotes debieran esmerarse en mantener la llama de la enseñanza y no caer en el error comercial del “marketing miopía”, que es pensar que los clientes, en este caso feligreses, lo tienen tan claro como ellos mismos; y como he comentado, son olvidadizos.

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