Religión en Libertad
En el centro de la imagen, don José Ignacio Dallo Larequi. En primer término, Alberto Ruiz de Galarreta. Ambos, en una causa común: las Jornadas por la Unidad Católica de España.

En el centro de la imagen, don José Ignacio Dallo Larequi. En primer término, Alberto Ruiz de Galarreta. Ambos, en una causa común: las Jornadas por la Unidad Católica de España.JFG

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El miércoles 9 de julio falleció don José Ignacio Dallo Larequi, "el padre Dallo", como era conocido, aunque no era religioso, sino canónigo por derecho y mérito de la catedral de Pamplona y, sobre todo, un sacerdote de los que dejan huella y fruto. Este viernes 11 de julio, a las 19.00 horas, se celebra en la iglesia parroquial de San Francisco Javier en Pamplona un funeral por su alma.

Su nombre está ligado, sobre todo en los últimos cuarenta años, a una causa: la unidad católica de España, para la que formó perfecto tándem con el doctor Alberto Ruiz de Galarreta

Para defenderla como principio doctrinal y como realidad aún viva, Dallo fundó en 1982 en Pamplona el semanal Siempre p'Alante. Según manifestaba en su primer número, tomaba el nombre de una "brava jota" a modo de "evocación del coraje navarro: raíces históricas en proyección de eternidad". Y en 1989, con motivo de los 1400 años de la conversión de Recaredo y el III Concilio de Toledo, Galarreta y Dallo impulsaron y encabezaron la celebración anual en Zaragoza de unas concurridas y perseverantes Jornadas por la Unidad Católica de España.

El padre Dallo, en una de las jornadas de Zaragoza por la Unidad Católica de España.

El padre Dallo, en una de las jornadas de Zaragoza por la Unidad Católica de España.Unidadcatolicadeespaña.es

En ellas ejercía un impactante liderazgo

Impactante físicamente, con su 1,90 m de estatura -el largo de su inseparable sotana-, fuerte complexión, voz vibrante y caminar decidido en una constante actividad. 

Impactante, sobre todo, espiritualmente, por su bondad sacerdotal, su oración sencilla de palpable fervor, su carácter siempre animoso y la generosa determinación con la que apoyó cuantas iniciativas juzgaba buenas para la Iglesia y para España, abriéndoles generosamente la puerta de los espacios que creaba.

Presidió e inspiró durante años la Unión Seglar de San Francisco Javier y fue incansable en su apostolado a pie de calle, con los Rosarios públicos en el monumento pamplonica a la Inmaculada o los Via Crucis en el monte San Cristóbal (Ezcaba).

El padre Dallo fue un hombre firme y valiente en el ejercicio de sus responsabilidades sacerdotales, que obligan a proclamar la verdad y a impedir el escándalo de los fieles.

En 1979 vivió un enfrentamiento con su obispo, José María Cirarda (1917-2008), en defensa de la confesión sacramental frente a las absoluciones colectivas, y por negarse a leer una pastoral que juzgó injusta con la Guardia Civil y la Policía Nacional cuando más duramente estaban siendo víctimas del terrorismo etarra. Fue sancionado por ello, pero nunca rectificó su posición, anclada en la doctrina de la Iglesia y en una caridad auténtica que no es sinónimo de pusilanimidad. Su ostracismo curial corrió paralelo a su condición de referente para innumerables católicos en toda España.

El padre Dallo llevaba años sufriendo las consecuencias de un ictus, que rebajaron notablemente su actividad. Ha muerto con 90 años recién cumplidos. Nació el 14 de junio de 1935 en Pamplona, fue ordenado sacerdote en 1958 y amplió estudios en Salamanca. De regreso a su diócesis, en sus destinos parroquiales se mostró como un gran servidor del sacramento de la confesión, al que dedicaba horas incontables. 

Durante catorce años ejerció como capellán de una residencia estudiantil. Fue número 1 en las oposiciones a catedrático de Instituto, y entre 1968 y 1999 unió a sus tareas pastorales las de profesor de Literatura en el Instituto Ximénez de Rada (actualmente Plaza de la Cruz) de Pamplona. 

Su incesante activismo iba pues parejo a una sólida formación intelectual civil y eclesiástica, como docente y como canónigo. La clásica caracterización "mitad monje, mitad soldado" encaja bien  con su vida, definida por el temple guerrero y un celo alegre por las cosas de Dios. Que Él le lleve pronto junto a San Hermenegildo y a San Fermín, sus dos faros como sacerdote, español y navarro.

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