La Doctrina Social de la Iglesia a partir de la «Suma Teológica»
Santo Tomás de Aquino como fuente de sabiduría de la que todos beben (también la doctrina social de la Iglesia), en un cuadro de 1648 de Antoine Nicolas en Notre-Dame de París.
La naturaleza de la doctrina social de la Iglesia como doctrina puede tratarse desde distintas y complementarias formalidades cognoscitivas. Las dos principales son el mismo Magisterio de la Iglesia y la teología.
Recientemente, el Papa León XIV se ocupó del carácter doctrinal del magisterio social de la Iglesia. En su discurso a los miembros de la Fundación Centesimus Annus por Prontifice del 17 de mayo de 2025 se ocupa de distinguir entre un sentido auténtico y otro equivocado de doctrina. Remito al mismo discurso para ampliar.
Lo importante es no solamente la aplicación del concepto de doctrina que León XIV hace a la enseñanza social de la Iglesia sino la conclusión a la que arriba: “La seriedad, el rigor y la serenidad son lo que debemos aprender de toda doctrina, incluso de la doctrina social de la Iglesia”. Explicar en qué consisten esa seriedad, rigor y serenidad exigiría otro trabajo.
Si hablamos del Papa León XIV, resulta obvio volverse a la figura y a las enseñanzas de León XIII. El pontífice actual se refirió al Papa Pecci a propósito de la Rerum novarum (1891), documento modélico de la doctrina social de la Iglesia.
Si se amplía la mirada sobre el magisterio de León XIII, uno se puede remontar a otra gran encíclica suya: la Aeterni Patris (1879). En este gran documento se afirma lo siguiente: “Nos, pues, mientras manifestamos que recibiremos con buena voluntad y agradecimiento todo lo que se haya dicho sabiamente, todo lo útil que se haya inventado y escogitado por cualquiera, a vosotros todos, venerables hermanos, con grave empeño exhortamos a que, para defensa y gloria de la fe católica, bien de la sociedad e incremento de todas las ciencias, renovéis y propaguéis latísimamente la áurea sabiduría de Santo Tomás”.
Esta renovación y propagación de la sabiduría de Santo Tomás “para defensa y gloria de la fe católica” también incluye el magisterio de la Iglesia, el cual “no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser creído”, como enseña el Concilio Vaticano II en Dei Verbum (n. 10).
Esta “áurea sabiduría de Santo Tomás” puede aplicarse para mejor entender al magisterio social. Propongo, entonces, desarrollar la doctrina social de la Iglesia como doctrina y enfocar los temas sociales a partir de la Suma de Teología o Suma Teológica del Aquinate.
Con su exquisita pluma, siguiendo al mismo Tomás y a los estudiosos de la Suma, así resumío Benedicto XVI el plan de tan magna obra:
“En la 'Summa Theologiae', Santo Tomás parte del hecho de que existen tres modos distintos del ser y de la esencia de Dios:
- Dios existe en sí mismo, es el principio y el fin de todas las cosas; por tanto, todas las criaturas proceden y dependen de Él;
- luego, Dios está presente a través de su gracia en la vida y en la actividad del cristiano, de los santos;
- y, por último, Dios está presente de modo totalmente especial en la Persona de Cristo, unido aquí realmente con el hombre Jesús, que actúa en los sacramentos, los cuales derivan de su obra redentora.
Por eso, la estructura de esta obra monumental, un estudio con «mirada teológica» de la plenitud de Dios, está articulada en tres partes, y el mismo Doctor Communis -Santo Tomás- la explica con estas palabras:
«El objetivo principal de esta sagrada doctrina es llevar al conocimiento de Dios, y no sólo como ser, sino también como principio y fin de las cosas, especialmente de las criaturas racionales (...). En nuestro intento de exponer dicha doctrina, trataremos lo siguiente:
- primero, de Dios;
- segundo, de la marcha del hombre hacia Dios;
- tercero, de Cristo, el cual, como hombre, es el camino en nuestra marcha hacia Dios»
Es un círculo: Dios en sí mismo, que sale de sí mismo y nos toma de la mano, de modo que con Cristo volvemos a Dios, estamos unidos a Dios, y Dios será todo en todos”.
La Suma de Teología del Aquinate, como puede apreciarse:
- En la I parte, q. 1: de sacra doctrina, nos proporciona la clave para comprender qué es la doctrina social de la Iglesia como doctrina. La I parte nos proporciona, además de la mirada formalmente teológica sobre Dios -en la teología, estudiamos a Dios y al resto en relación a Él y siempre a partir de la Revelación divina-, toda una metafísica sobre Él como creador y sobre el hombre como creatura racional.
- En la II parte aporta la consideración de la moral fundamental y de los auxilios para obrar el bien, como son la gracia y la ley en función de la práctica de la vida virtuosa en el Espíritu de Cristo tanto en el ámbito individual como social.
- En la III parte nos indica a Cristo como el Camino en el cual deben ser restablecidas todas las cosas, incluidas las realidades sociales -desde la familia hasta la comunidad política-.
Apunto tres afirmaciones tomistas que tienen implicancias en la vida social:
- “Se distingue la ley antigua de la ley natural, no como totalmente extraña a ésta sino como una adición de la misma. Y como la gracia presupone la naturaleza, así la ley divina presupone la ley natural” (S. Th. I-II, q. 99, a. 2, ad 1).
- “Luego, del mismo modo que la caridad, que se refiere al bien divino como objeto propio, es virtud especial según su esencia, así también la justicia legal es virtud especial por su esencia en cuanto que se refiere al bien común como objeto propio” (S. Th. II-II, q. 58, a. 6, c.).
- “La vida de los justos mantiene y promueve el bien común, ya que ellos son las partes más importantes de la sociedad. Por esta razón, de ningún modo es lícito matar al inocente” (S. Th. II-II, q. 64, a. 6, c.).
Dicho esto, expreso un anhelo: así como hubo una Aeterni Patris (1879) de León XIII y una Fides et ratio (1998) de San Juan Pablo II ¿no resultaría providencial que León XIV llamara la atención sobre la figura y la sabiduría de Santo Tomás de Aquino en tiempos como los nuestros en los cuales se agrava la “cuestión social” fundamental, es decir, la separación entre lo natural y sobrenatural; se pone bajo examen y se viola la justicia social y, por último, se atenta impunemente contra la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural?