La «Rerum Novarum», bastión de la defensa de la propiedad privada

León XIV ha mencionado expresamente la encíclica 'Rerum Novarum' de León XIII como una de las razones que le impulsaron a escoger su nombre como Papa.
El día de San Isidro se cumplen 134 años desde la publicación de la famosa encíclica de León XIII de la que tanto se está hablando desde la elección del nuevo Papa. La Rerum Novarum surgió en respuesta al mayor cambio socioeconómico hasta la fecha, cuando la estructura económica de Europa dejó de basarse en la agricultura y la artesanía para dar paso a la sociedad industrial. Entran en escena el capital, por un lado, y el trabajo, por otro. Ricos y proletarios, tal como son denominados en la encíclica.
El conjunto del texto es una llamada a evitar la lucha de clases que ya en ese momento estaban promocionando los partidos y sindicatos socialistas, y para ello propone la mejor receta que el cristianismo puede ofrecer, esto es, un rearme moral, ético, del individuo, de todos y cada uno, de ricos y proletarios, que se concreta en obrar con justicia, en manifestar respeto mutuo y reconocimiento de la dignidad de cada persona, en el bien común, y en la solidaridad como expresión de caridad: las clases no están predestinadas a ser enemigas sino a complementarse y formar un cuerpo social armónico.
El capitalismo estaba propiciando poco a poco la acumulación de la propiedad en unas pocas manos, y ante esta situación, la solución que propone el socialismo sólo empeoraba las cosas. Así lo explica León XIII: “Los socialistas, atizando el odio de los indigentes contra los ricos, tratan de acabar con la propiedad privada de los bienes, estimando mejor que, en su lugar, todos los bienes sean comunes y administrados por las personas que rigen el municipio o gobiernan la nación. Creen que con este traslado de los bienes de los particulares a la comunidad, distribuyendo por igual las riquezas y el bienestar entre todos los ciudadanos, se podría curar el mal presente. Pero esta medida es tan inadecuada para resolver la contienda, que incluso llega a perjudicar a las propias clases obreras; y es, además, sumamente injusta, pues ejerce violencia contra los legítimos poseedores, altera la misión de la república y agita fundamentalmente a las naciones”.
La Rerum Novarum trata de concretar cómo conseguir que las clases trabajadoras no queden excluidas en este nuevo paradigma productivo, y para ello establece una serie de medidas y propuestas que, en lo que a este texto nos atañe, nos quedaremos con la que hace referencia a la propiedad privada. Así, frente a la acaparación de los unos y la expropiación de los otros, la encíclica propone que todos, los proletarios también, accedan a la propiedad, y así afirma que el obrero “adquiere un verdadero y perfecto derecho no sólo a exigir el salario, sino también para emplearlo a su gusto. Luego si, reduciendo sus gastos, ahorra algo e invierte el fruto de sus ahorros en una finca, con lo que puede asegurarse más su manutención, esta finca realmente no es otra cosa que el mismo salario revestido de otra apariencia, y de ahí que la finca adquirida por el obrero de esta forma debe ser tan de su dominio como el salario ganado con su trabajo”.
E insiste de nuevo en el peligro de dejarse seducir por la ideología marxista: “Luego los socialistas empeoran la situación de los obreros todos, en cuanto tratan de transferir los bienes de los particulares a la comunidad, puesto que, privándolos de la libertad de colocar sus beneficios, con ello mismo los despojan de la esperanza y de la facultad de aumentar los bienes familiares y de procurarse utilidades.” Ojo, y avisa contra la voracidad fiscal del Estado: “Sin embargo, estas ventajas no podrán obtenerse sino con la condición de que la propiedad privada no se vea absorbida por la dureza de los tributos e impuestos”.
Esta tercera vía, que a la postre se ha denominado distributismo, fue desarrollada después por los pensadores cristianos Hilaire Belloc y G.K. Chesterton, y tuvo precisamente en España, durante el franquismo, una de sus más desarrolladas aplicaciones reales. Mucho se ha hablado de la importancia de la modernización de la economía por los tecnócratas en el tardofranquismo, sin embargo no se ha hecho el suficiente hincapié en la puesta en práctica de un distributismo real, que tuvo como protagonistas a las cajas de ahorros provinciales en el impulso de pequeñas empresas y autónomos, al desarrollo del cooperativismo, al estímulo de sindicatos con adscripción católica y al fomento del acceso a la propiedad de todas las familias a través de programas muy ambiciosos de vivienda protegida.
Hoy, de nuevo la vivienda está poniendo en evidencia la desaparición de la gran clase media española, y de nuevo parece repetirse la situación que denunció León XIII; por un lado, una tendencia a concentrar la propiedad en muy pocas manos; y por el otro lado, un intervencionismo estatal de corte socialista que pone en riesgo el derecho de propiedad. Urge recuperar las condiciones, ya probadas con éxito en el pasado, que faciliten que los jóvenes y las nuevas familias puedan acceder a una vivienda en propiedad con el fruto de su ahorro.
- Publicado en Expansión.