Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Martin Ramoser, enlace de lengua alemana en la Asociación Internacional de Exorcistas

¿Por qué es peligroso usar los exorcismos de León XIII sin mandato eclesial? Un exorcista lo explica

¿Por qué es peligroso usar los exorcismos de León XIII sin mandato eclesial? Un exorcista lo explica
Martin Ramoser hace más de 40 años que es sacerdote y tiene también mucha experiencia en temática exorcística

Portaluz

El padre Martin Ramoser es el enlace en lengua alemana de la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE), un sacerdote veterano de la diócesis de Ratisbona (Regesburg) que, según detalla el digital católico Portaluz "no acostumbra a ofrecer entrevistas sobre asuntos relacionados con el ministerio del exorcismo".
 
Sin embargo, como excepción notoria ha publicado en el portal de la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE) un artículo en el que argumenta las razones por las que sostiene que sólo las personas con facultades otorgadas por el obispo pueden usar los textos de exorcismo del Papa León XIII (del siglo XIX). Lo a hace a partir de un caso que atendió.
 

Un texto que no se dirige a Dios, sino a los demonios

Cuenta el padre Martin en su texto de la AIE el testimonio de una mujer que “parecía sufrir de violentos ataques demoníacos”. Las oraciones de liberación no lograban aliviarla. Intentando comprender la causa de estos padecimientos, durante la conversación el padre Martin logró encontrar, dice, una posible clave... La mujer le explicó que, “exhortada por un sacerdote”, durante algún tiempo, había estado “rezando todos los días el exorcismo de León XIII” para pedir que su país fuese liberado de las fuerzas del mal. 
 
Una parte de este ritual consta de salmos "de guerra" (el 67 y el 34), que son oraciones dirigidas a Dios como protector , seguidas de otras súplicas a Dios para que actúe contra el mal, lo que entra en la vida normal del creyente. Pero luego viene el exorcismo propiamente dicho con frases dirigidas directamente a los demonios. Así, se recita: "Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas..." y sigue bastante texto. 
 
Al escucharla el padre Martin le advirtió que recitando ese exorcismo ella se había comprometido en una lucha espiritual más grande que ella misma. Si ella atacaba al enemigo, sin el mandato de la Iglesia también debía esperar que el enemigo devolviera el fuego.
 
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Y para que la mujer lo tuviese totalmente claro -agrega el sacerdote- utilizó el siguiente ejemplo: 
 
» Imagina ser un soldado en el frente. Te encuentras sin ninguna protección en el campo de batalla. Has dejado la trinchera y por iniciativa propia corres solo con una ametralladora hacia el enemigo que avanza hacia ti con varios tanques. ¿Crees que puedes derribar los tanques enemigos con sólo una ametralladora? ¿Qué crees que te pasará? Los tanques enemigos apuntarán y te derribarán.
 
» ¿Entonces cómo ser parte de la lucha? Tu lugar no está en la primera línea. Tienes otra tarea: desde un terreno seguro apoyar a los combatientes de primera línea a tu manera. Si trabajas allí, los combatientes de primera línea, que tienen más experiencia, serán más fuertes, estarán mejor protegidos y tendrán más capacidad ofensiva para desplegarse en el frente. 
 
» Ahora veamos el concepto de manera similar: si recitas el exorcismo de León XIII, tomarás partido en el frente de batalla y te enfrentarás en solitario a las fuerzas del diablo. Pero esta lucha no es un juego: el Enemigo es real y al mismo tiempo no es inofensivo. Como escribe el Apóstol Pablo: “Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas”(Ef 6,12). Luchando en el lugar que no te corresponde se arriesga mucho porque se enfrenta a un enemigo más fuerte desde una posición en la que puedes ser fácilmente derrotado”. 
 
» Entonces, ¿qué debemos hacer?, interpela el padre Martin y así responde en el artículo publicado en el portal de la AIE: "En la batalla espiritual debemos aplicar los mismos principios que en la guerra terrenal. Los combatientes de primera línea en el ejército de Dios son los obispos y sacerdotes exorcistas. Tienen un equipamiento diferente y gozan de una protección especial de toda la Iglesia”. 
 

El lugar de los fieles es orar a Dios

La mujer que acudió a visitarlo –prosigue el padre Martin- es una simple fiel. No puede atacar al enemigo directa y personalmente con armas que no son para ella. Por lo tanto -reitera el sacerdote de la Arquidiócesis de Regensburg- “no puede recitar el exorcismo de León XIII que es un sacramental de la Iglesia y en el que se utiliza una forma imperativa contra el demonio que sólo pueden utilizar los obispos y sacerdotes que han recibido autorización de sus propios obispos ordinarios”. 
 
El lugar de esta mujer y el de los fieles en general es otro. Todos los bautizados son parte de la batalla apoyando a los luchadores de primera línea con sus oraciones. Rezándole a Dios para que derrote al enemigo. “Conténtate con rezar a San Miguel Arcángel y rogarle que luche por nosotros contra el enemigo. Y reza a la Santísima Virgen María, la vencedora de todas las batallas de Dios, que nos llevará a la victoria. Reza el rosario. Confiésate y participa en la Santa Misa regularmente, y trata de vivir tu vida cristiana firmemente en la firmeza de la fe. Este es tu lugar en la lucha espiritual”, agrega padre Martin. 
 
Poco después del primer encuentro en que recibió estos consejos aquella mujer –dice el padre Martin- y estaba mejor. Siguiendo los consejos dados por el sacerdote cesaron los ataques demoníacos.  
 
También el padre dice que gracias a esta experiencia confirmó lo benéfico que es el documento del 29 de septiembre de 1985 redactado por el cardenal Ratzinger, en el cual se advierte a los creyentes evitar exponerse de manera negligente o temeraria a los ataques del diablo al creer erróneamente, aun con las mejores intenciones, que utilizando el exorcismo de León XIII pueden liberar al mundo de los poderes del mal. Cuando el cardenal Ratzinger prohíbe a los fieles recitarlo, por lo tanto -agrega padre Martin-, tiene la intención de protegerlos y defenderlos de los ataques del enemigo, que son impredecibles para ellos. 
 
“En los casos mencionados anteriormente, sirve de ayuda hacer la siguiente pregunta: ¿A quién quieres obedecer: a un sacerdote que te dice que puedes usar el exorcismo de León XIII para combatir al diablo o a la autoridad de la Iglesia que te lo prohíbe? Esta pregunta ha ayudado a muchas personas a liberarse de una gran carga”, concluye el padre Martin Ramoser. 
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