Su práctica «hace imposible afirmar la creencia en Dios», asegura una experta
Por qué el Ayurveda distrae de Dios: 5 alternativas para cristianos más acordes con la fe

"Es tan ingenuo pensar que el ayurveda es simplemente una terapia de curación como pensar que el yoga es simplemente ejercicio".
La Asociación Española de Terapeutas en la Ciencia y Medicina Tradicional Ayurveda define este concepto como “la ciencia de la vida” o del “alargamiento” de la misma. Un “sistema de curación natural de la India” que afirma explicar “la vida en su conjunto, las pautas favorables y desfavorables para mantener y proteger la salud, aumentar la longevidad y conseguir mejorar y mantener la salud”.
Una definición oficiosa de Ayurveda que, sin embargo, esconde las importantes connotaciones espirituales que tiene esta práctica con cada vez más seguidores en Occidente.
Liliana Vanegas, católica nacida en Colombia, ha dedicado muchos años de su vida a practicar esta disciplina oriental y sabe que es mucho más que pretendida “ciencia” o “terapia”. Entrevistada por Javier Olivera Ravasi en el canal Que no te la cuenten, Vanegas alerta a los seguidores del sacerdote de las considerables connotaciones riesgos espirituales de la Ayurveda. “Es tan ingenuo pensar que es simplemente una terapia de curación como pensar que el yoga es simplemente ejercicio”, advierte.
Tal y como menciona Vanegas, esta disciplina con “al menos 5000 años” de historia nacida en la India sería cada vez más conocida y practicada en Occidente y afirma basarse en la teoría de los cinco elementos, éter, aire, fuego, agua y tierra. Cinco elementos que estarían “presentes en todo, desde en la persona completa a incluso en una célula” y que dan lugar, según sus términos, a “tres principios vitales” que lo rigen todo. Con el paso del tiempo, el “estado de equilibrio perfecto” de todos los elementos al momento del nacimiento se alterarían hasta desequilibrar el estado y salud, y la misión de la Ayurveda sería la sanación reequilibrando dichas proporciones y elementos.
Liliana, que se crio como católica en una familia no practicante, recuerda que su abuela fue el único ejemplo que seguir en su vida de fe. Conforme crecía, comenzó a leer y practicar en el budismo y doctrinas orientales, especialmente en el Ayurveda como vertiente de sanación de esta doctrina.
En este tiempo, descubrió que esta disciplina es, en cierta forma, “una ciencia hermana” del yoga, pues comparte un pretendido “origen divino” según la tradición hinduista, según la cual el Ayurveda sería una revelación divina plasmada en los Vedas -libros sagrados hinduistas-.
Por ello, su advertencia a quienes contemplan estas disciplinas como meras rutinas o ejercicios es tajante.
El contenido espiritual, presente en la raíz del Ayurveda
“Es tan ingenuo pensar que la Ayurveda es simplemente una práctica de curación del cuerpo como que el yoga es simplemente ejercicio. Para ellos -los hinduistas- siempre ha sido algo completamente espiritual y ambas tienden a la iluminación y realización del ser para unirse a lo absoluto y a lo divino. El objetivo es liberarse del sufrimiento de la rueda de reencarnaciones”, explica. Por ello, la colombiana asegura que, frente a la visión como mera disciplina o terapia “holística”, tanto el yoga como el ayurveda “llevan a creer en la reencarnación”.
Lo explica mencionando, entre otros aspectos, los llamados “mudras”, definidos como “gestos o sellos energéticos realizados con las manos y los dedos que se utilizan para dirigir el flujo de la energía vital (prana) a través de los canales energéticos del cuerpo, llamados nadis”.
El término está igualmente cargado de contenido espiritual, ya que lejos de ser una mera posición, es un gesto. “Y un gesto comunica. No hace falta que yo tenga la intención o el conocimiento de los gestos que estoy haciendo para que el interlocutor lo entienda”, explica.
Parecen simples movimientos
Páginas especializadas en terapias y disciplinas orientales remarcan que, aunque dichos mudras “a simple vista parezcan movimientos sencillos, tienen un impacto profundo en la práctica espiritual y la vida cotidiana”.
“El término mudra es una palabra originaria del sánscrito que significa “sello”. Son gestos que realizamos con las manos y nos ayudan a transformar la energía de nuestro cuerpo” y, muchos de ellos, tienen “un poder espiritual más que físico”, dicen los estudiosos del Ayurveda.
Lejos de incluir exclusivamente disciplinas como las descritas por Vanegas en Que no te la cuenten, el Ayurveda se trata de una terapia de sanación “holística” que incluiría también dietas y rutinas especiales.
“No es simplemente la comida: es todas las prácticas eh de mañana que se llaman Dinacharya. Te levantas, te haces un raspado de lengua, te lavas la nariz, muchas veces te lavas los ojos, haces meditación, yoga, tomas agua con limón y jengibre… Es como todo un ritual”, explica.
¿El peligro? "Es imposible afirmar la creencia en Dios"
La pregunta que muchos podrían hacerse es: ¿Y qué tiene esto de peligroso para la vida espiritual?
Tras años de práctica y estudio y posterior abandono de la disciplina, Vanegas sabe bien que “el gran problema” de esta disciplina es que no puede practicarse sin que “cambie por completo el sistema de creencias”.
Lo explica resumiendo la filosofía Samkhya, según la cual dos “principios eternos”, Purusha y Pracruti dan origen a un mundo compuesto por tres cualidades y estas a su vez a los cinco elementos que componen todo lo creado. Se trata de una cosmovisión que, según explica la entrevistada, “hace imposible afirmar la creencia en Dios, Padre todopoderoso, creador del Cielo y de la Tierra, y poder armonizarlo con dos principios eternos que se unen y dan origen a todo el universo”.
“Vivir de acuerdo con los principios ayurvédicos significa mantener una relación óptima con lo sagrado, es ingenuo separarlo”, remarca ella.
"Te contaminas sin darte cuenta"
Muestra de esa imposibilidad es el origen divino que los hinduistas atribuyen al Ayurveda, de modo que a esta práctica se asocia la invocación de multitud de deidades, como pueden ser Dhanvantari o Chamunda, entre otros.
Tanto el sacerdote como la entrevistada concluyen preguntándose si es posible pensar que uno puede beneficiarse de la práctica del Ayurveda exclusivamente en el plano físico sin que afecte a lo espiritual o a la práctica católica.
“Te distorsiona tus creencias realmente. Si ves que empiezas a tener mejorías y te dicen que eso viene de esta cosmovisión, del prakruti y vikruti y estos dioses, te estás contaminando de esa espiritualidad sin darte cuenta”; advierte.
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Antes de concluir, la católica y expracticante de esta disciplina propone 5 alternativas mentales y prácticas acordes con la fe para quien desee abandonar el Ayurveda u otras disciplinas, o bien buscar la salud al margen de terapias orientales y alternativas:
1º Más vale prevenir...
"Deberíamos pensar que muchas enfermedades que trata el sistema sanitario en Occidente se podrían prevenir. O sea, no es necesario meternos con estos berenjenales tan raros, sino que deberíamos prevenir".
2º Seguir la ascética de la Iglesia
"La propia Iglesia nos invita a una vida supremamente ascética. Nos invita a ayunar con constancia, con regularidad, a no tener excesos de ningún tipo, a evitar la gula, a evitar eh todo tipo de malos hábitos. Entonces, realmente, ¿cuántas enfermedades nos podríamos evitar teniendo una vida ascética como lo propone la Iglesia?
3º La unción de enfermos siempre puede sanar
"Tenemos el maravilloso y espectacular sacramento de la unción de enfermos, que, si es el caso de una enfermedad complicada, difícil de tratar, difícil de prevenir, si es para el bien de nuestra alma, sabemos que este sacramento nos puede mejorar".
4º Santa Hildegarda, experta en propiedades medicinales
"Por último, si es que nos gusta mucho conocer todas las propiedades medicinales de las hierbas y una alimentación consciente, encontré una alternativa que me pareció maravillosa en una santa de la Iglesia, santa Hildegarda".
5º No perder el norte e invocar al Espíritu Santo
"Nuestro fin no es alcanzar una salud perfecta o un cuerpo maravilloso, sino glorificar a Dios, amarlo y reflejar ese amor amando el prójimo y teniendo una vida de servicio. [Dios] nos dio un cuerpo que tenemos que cuidar con como templo del Espíritu Santo, pero lo cuidamos como si fuese el mismo Dios. Endiosamos al cuerpo. Este tipo de cosas nos hacen perder el norte, obsesionarnos. Claro que el cuerpo hay que amarlo, hay que cuidarlo, pero pidamos asistencia al Espíritu Santo, que nos conceda el don de la prudencia para para manejar esto recordando cuál es nuestro fin. No nos desviemos".