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Los hombres de Jane Austen: incluso a los insulsos los trató con respeto

Catalina León disecciona la época y contexto en El ideal masculino de Jane Austen

Matthew Macfadyen es Darcy y Keira Knightley es Liz Bennet en el Orgullo y Prejuicio de 2005

Matthew Macfadyen es Darcy y Keira Knightley es Liz Bennet en el Orgullo y Prejuicio de 2005

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Tatiana Fedótova / P.J.Ginés 

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Los fans de Jane Austen ya disfrutaron en 2023 con Las mujeres en Austen (Rialp), de Catalina León, profesora, crítica literaria y Medalla de Oro al Mérito Educativo en Andalucía. Muchos siguen su blog Una Isla de Papel. Ahora escribe sobre los hombres en El ideal masculino en Jane Austen. Es parte de los placeres que pueden gozar los aficionados al mundo austeniano en este año que celebra el 250 aniversario de su nacimiento.

El ideal masculino en Jane Austen gustará a los que conocen la obra de la escritora inglesa solo por las películas y teleseries. De hecho, señala las diferencias con los libros. Quien lea este libro sentirá el impulso de leer las novelas. Son 9 novelas, dos inacabadas. Recordemos que Austen murió en 1817, cuando tenía apenas 42 años.

En las versiones escritas, y más aún en el inglés original, se aprecia más la ironía de la autora. Para hablar como un personaje de Jane Austen, como sabe todo el mundo, el truco es empezar las frases con la palabra "no": "no me hará usted el desprecio de negarse a pasear conmigo", "no podría impedírmelo ni la peor de las disposiciones", etc... En los libros, se despliegan con esplendor las dichosas frases elegantes. No podrá usted dejar de agradecerlo, querido lector.

La TV y el cine han engrandecido a los varones de Austen

La obra de Jane Austen da mucho más protagonismo a las mujeres. Son las heroínas principales de todas sus novelas. Los hombres quedan en el segundo plano. Y en las novelas se nota mucho más. Son hombres que, en su mayoría, no dan la talla, y no dan para muchas páginas. Son siempre "brillantes secundarios", dice la escritora.

La única excepción, según Catalina León, sería el señor Darcy, de Orgullo y prejuicio, al que trata "a la misma altura que las mujeres y podemos decir que es un auténtico co-protagonista".

'El ideal masculino en Jane Austen' de Catalina León.

'El ideal masculino en Jane Austen' de Catalina León.Rialp.

En las series y películas aparecen estos papeles masculinos como interesantes contrapartes para los actores. El actor tiene que gustar físicamente, y ser suficientemente seductor, para la espectadora femenina. Y de hecho los actores reclaman ser co-protagonistas en estas románticas historias. Por eso, independientemente de lo que ponga en el guion, los actores tienen una fuerte presencia, física y visual. 

Nada de eso pasa en las novelas, donde los varones tienen muy acotado su espacio y tienen mucho menos que aportar.

Un collage con personajes masculinos de Jane Austen en teleseries o películas

Un collage con personajes masculinos de Jane Austen en teleseries o películas

Hay en las novelas hombres buenos. Hay villanos (aunque es difícil otorgarles una categoría tan elevada, o tan maligna). Hay mediocres. Es todo un abanico de padres, hermanos, vecinos, arrendatarios, novios y maridos. Con gran conocimiento del material, de la época y de la biografía de Austen, Catalina León desgrana y clasifica todas las características de los varones.

Pero si solo se parara allí, no sería una lectura tan amena. El lector agradece los abundantes "datos extra" con los que nos ayuda a entender mejor el lugar de Austen en la literatura inglesa, su mirada novedosa sobre las relaciones entre los sexos, su gran realismo comparado con la novela gótica, su certeras observaciones y juicios dedicados a la clase social de la gentry a la que pertenecía.

Entender la época y el ambiente

Es muy interesante descubrir cómo y por qué era la moda de la temprana “Orgullo y prejuicio”. Es muy aleccionador conocer - y comparar con la actualidad - el ambiente de los populares balnearios (“Persuasión”) y nacientes pueblos playeros (“Sanditon”).

Es importante conocer el complejo sistema de herencias que ocasionaba tantos rompecabezas a los padres y tantas lágrimas a los hijos e hijas que no heredaban. Los varones tampoco eran libres para casarse por amor, como sufre el personaje masculino de Sentido y Sensibilidad, Edward Ferrars (el torpe e inocentón Hugh Grant en la película de 1995).

Austen nos presenta a representantes de diferentes profesiones de su época. La opción de profesiones para un gentilhombre no era amplia: podían solo ser aristócratas de ciudad y de campo, militares de tierra y mar, emergentes hombres de negocios, abogados y médicos o clérigos. Y no mucho más.

Clérigos en Jane Austen

Los clérigos anglicanos abundan en las novelas de Jane Austen y en la vida personal de la escritora. Su padre, sus dos hermanos y algunos sobrinos fueron vicarios anglicanos y la escritora los conoció desde cerca.

En sus novelas salen varios tipos de pastores, desde el ejemplar e ilusionado Edmund Bertram de Mansfield Park hasta el pomposo y empalagoso señor Collins de Orgullo y Prejuicio. Es destacable la opinión sobre los clérigos que Austen pone en la boca de Edmund, cuando Mary Crawford dice que "un clérigo no es nadie".

  • "Supongo que el nadie de las conversaciones tendrá sus gradaciones, como el nunca. Un sacerdote podrá no destacar por su brillantez o su elegancia. No deberá acaudillar turbas ni dar la pauta en la moda. Pero me es imposible admitir que no es nadie el individuo que labora en el terreno de mayor importancia para la humanidad, individual o colectivamente considerada, así para lo temporal como para lo eterno, quien cuida de la religión y la moral y, en consecuencia, de las costumbres que resultan de su influencia. En este aspecto, no hay quien pueda tachar de 'nadie' al que ejerce este ministerio; y si, en realidad, mereciera tan pobre concepto, sería porque descuida sus deberes, porque se concede más importancia de la que tiene, pisando fuera de su terreno a fin de aparentar lo que no debe” (“Mansfield Park”, cap. IX).

Una autora "de orden superior"

Catalina León finaliza su libro recordando el gran talento de Jane Austen y el entorno en el que lo desarrolló.

"Tenía un talento de orden superior, de eso no cabe duda. El justo equilibrio entre Imaginación y Verdad está en la base de sus novelas. En ellas puede observarse una notable evolución. Resulta admirable también su perseverancia a la hora de seguir escribiendo a pesar de que no lograba que sus obras se publicaran", detalla.

La obra de Austen perdura porque abarca "los universales del ser humano, aquellas cuestiones que le atañen independientemente de su clase social, su época o su vida en concreto", apunta.

"Jane Austen miró por la venta y nos contó lo que veía, lo hizo a su manera. Utilizó su talento y lo adobó de sentido del humor, de ironía, de todo el conocimiento que había adquirido en sus lecturas y de mucha Imaginación con mayúsculas. Durante más de 20 años, la mitad de su vida, estuvo dedicada a escribir entre las obligaciones propias de una hija de familia. Solo pudo conocer un atisbo de lo que sería la fama literaria y muy poco de las compensaciones económicas", recuerda León.

Y añade: "Cuidó a todos sus personajes, incluso a aquellos que pueden parecernos ridículos, fatuos o faltos de carácter. El paso de los siglos no ha atemperado el fuego de Jane Austen, todo lo contrario, lo ha avivado para todos nosotros".

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