Durante la clausura del curso de verano del ISSEP en la basílica de San Lorenzo de El Escorial
Müller llama a enfrentar el globalismo y bendice la marcha a Covadonga, «testimonio de fe en España»

El cardenal Gerhard Ludwig Müller, durante su ponencia de clausura del curso de verano del ISSEP, este domingo 20 de julio.
Frente a un “gran mercado” y una “sociedad global” que solo reconoce al hombre como “potencial consumidor”, practicar la fe y vivir como cristianos “es la única fuerza realmente transformadora”: con estas palabras, el cardenal Gerhard Ludwig Müller clausuraba este domingo el curso de verano del ISSEP (Instituto Superior de Sociología, Economía y Política) durante la homilía y posterior conferencia celebradas en San Lorenzo de El Escorial.
El cardenal, también prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, comenzó su homilía advirtiendo a los cientos de fieles presentes en la Basílica de San Lorenzo de El Escorial de los retos que plantea “la sociedad globalizada” y “secularizada”.
“Una civilización que reniega de sus raíces y fuentes, rechazando descifrar en ella al Verbo que se encarna para salvar el mundo y al único mediador entre Dios y los hombres, está abocada al sinsentido, la violencia y a la deshumanización”, subrayó.
Los sacramentos y la gracia, "el gran antídoto"
Ante ese contexto, el cardenal explicó cómo la “lógica sacramental de la Iglesia” no solo ha construido “un pueblo de hijos libres de Dios”, sino que “la palabra y gracia divinas” también han sido “el gran antídoto contra cualquier intento de manipulación, reducción de la persona o cualquier ideología totalitaria”.
Es por ello que se refirió a la vida y práctica cristianas como “todo lo opuesto al inmovilismo, a la banalidad y a la parálisis” que surgen de la “continua oferta de nuevos estímulos”. Especialmente “en este gran mercado que solo nos reconoce como potenciales consumidores”.
En este sentido, remarcó que la fe “es la única fuerza realmente transformadora de la realidad” y no dudó en afirmar que “vivir cristianamente es todo lo contrario” a la cosmovisión moderna: “Un cristiano anhela una relación matrimonial verdadera, unas relaciones de auténtica amistad, un trabajo que llene, un tiempo de ocio que construya, un ideal que recuerde”.
"La victoria nunca ha sido resultado de cálculos"
También abordó el llamado a la excelencia, a la evangelización y a la “victoria sobre el mal y el pecado”. Aspectos que “nunca han sido el resultado de largas negociaciones políticas ni de cálculos interesados o cobardes”, sino del “testimonio valiente y decidido de gente consciente de sus límites, fragilidades y de que el Señor había estado grande con ellos al apiadarse de su pecado”.
Entre otros llamados, recordó que profesar la fe también es vivir la comunión en el seno de un pueblo de auténticos hermanos, de modo que “creer es convertirnos en misioneros y testigos de Cristo”.
"La oposición o incredulidad no cuentan, solo ser fieles"
Por ello, remarcó que en el contexto presente “no cuentan las limitaciones ideológicas, la oposición hostil o la incredulidad de los que observan con estupor. Solo cuenta ser fieles a la confianza depositada en nosotros y estar dispuestos a librar la buena batalla contra el mal, contra el pecado, contra el humanismo sin Dios y el transhumanismo contra la dignidad humana”.
El cardenal dirigió un último llamado a que Europa y la humanidad “reconozcan al cristianismo como su única salvación”, advirtiendo de que ya Jesús sabía que los discípulos “deberían enfrentar el continuo ataque del maligno” y que la división será siempre su táctica.
“El Señor invita a los cristianos a formar un solo cuerpo con Él, la cabeza de la Iglesia”, concluyó. “Como testigos de Cristo y colaboradores de Dios, anunciamos una comunión posible, una fraternidad real, un amor que llena los corazones. Estamos llamados a asumir nuestra responsabilidad ante la sociedad de hoy y, más allá de los intereses, a ponernos al servicio de nuestros hermanos para que todos tengan la vida eterna por la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios y único salvador del mundo”.
Saludo a los peregrinos a Covadonga
En el marco de su visita, saludó a los peregrinos que entre los próximos 26 y 28 de julio participarán en la peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad de Oviedo a Covadonga, conocida por seguir la liturgia tradicional. A través de varias declaraciones, se refirió a la peregrinación como "un símbolo" de la vida cristiana en la que, como peregrinos, “comenzamos con Dios y Dios es nuestro fin, nuestra meta”:
“Saludo a todos para una experiencia donde, por nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor, seamos testimonios para la fe católica en España. La cruz es el centro y realidad de nuestra salvación”.