Martes, 16 de abril de 2024

Religión en Libertad

Pocos católicos, divididos y bajo leyes radicales laicistas

¿Qué le pasaría a la fe de los catalanes si Cataluña se independizase? Lo que dicen los estudios...

Una recreación artística de la senyera
Una recreación artística de la senyera

Las previsiones son que dentro de 5 años sólo un 12 por ciento de catalanes sean practicantes. Ya van a misa sólo un 3% de jóvenes adultos. Una Iglesia tan débil ¿qué haría ante una nueva Constitución laicista, relativista y hostil al judeocristianismo?

Pablo J. Ginés/ReL

¿Qué le pasaría a la fe de los catalanes en una Cataluña independiente? Para responder a esa pregunta antes hay que analizar cómo está la fe de los catalanes, qué le ha pasado en las recientes décadas y cual es la tendencia. Hay estudios que nos ayudan a verlo.

Política y religión antes del tripartito
En 2003, antes del Tripartito y el zapaterismo, la Universitat Abat Oliba presentó un estudio (aquí en PDF) que analizaba el voto, la práctica y definición religiosa y las simpatías políticas en Cataluña. De ahí se deducía que:

- casi 6 de cada 10 votantes del PSC se consideraban católicos: un 11% era católico practicante; un 46% era católico no practicante

- casi 80% de los votantes de CiU se consideraban católicos: un 30,4% era católico practicante; un 48%, no practicante

- un 96% de los votantes del PP catalán se consideraban católicos: 60,6% eran practicantes; 35,4% no practicantes

- entre el voto de IU-EUiA no había practicantes, con sólo entre 10 y 16% de autodefinidos católicos

- en ERC, había un 3% de votantes católicos practicantes, y un 23,3 de no practicantes.

En Cataluña votaban 3 millones de católicos, de los que sólo 1 millón (1,05) eran practicantes. De esos, 74.000 iban a misa diaria, 632.000 a la misa dominical y, atención, se cuentan como practicantes a 344.000 que se pasaban por la iglesia al menos una vez al mes.

En esa época, no hace ni 10 años, entre los católicos había apenas un 11,6% de población que dijese sentirse "sólo catalán"... pero es que entre el total de la población, según el sondeo de la UAO, eran solo un 12,4% los que se sentían "sólo catalanes".

Un 25,4% de católicos se sentía "más catalán que español"... mientras que entre la población en general, se declaraban así un 28,4%.

Los católicos, menos catalanistas
Así, los católicos catalanes eran casi 4 puntos menos "catalanistas" que la población en general: 37% entre los católicos; 40,8% en la media de la población.

Un 41% de los católicos se declaraba "tan catalán como español", un 12,3% "más español que catalán" y un 5,5 se sentía "sólo español".

No tenemos datos más modernos que relacionen la práctica religiosa con el sentimiento nacional. Pero desde 2003 "ha llovido mucho": Tripartitos, dos legislaturas con Zapatero, un nuevo Estatut más radical, una crisis económica terrible, y la derrota del socialismo en las últimas autonómicas, hace 2 años.
 
Muchos votantes desencantados de ERC y muchos jóvenes que se incorporan al voto se han ido radicalizando, organizando sus grupos en partidos más pequeños como Solidaritat i Independència, y desde 2009, con referendums callejeros (que no populares) y otros actos han ido agitando el sentimiento nacionalista.

El sentimiento nacionalista ha crecido rápido
Wikipedia hace una buena recolección de estadísticas sobre el sentimiento nacionalista y el independentismo en Cataluña en su entrada "Independentismo catalán".

Los sondeos del ICPS de 1993 a 2007 revelan que sólo se declaraban "de acuerdo" con la independencia de Cataluña entre un 30% y un 40% de la población, coincidiendo con los que se declaran "más catalanes que españoles".

Pero otros sondeos destacan un cambio significativo durante los gobiernos tripartitos.

Según el Centro de Estudios de Opinión, de la Generalitat, en 2005 sólo un 13% pedía un estado independiente, un 31% le bastaba un estado federal, a un 40% le gustaba el sistema de las autonomías y un 7% decía que Cataluña debía ser sólo una región.

En la primera oleada del CEO en 2012, ya pedían estado independiente un 29%, un 30% se mantenía en el estado federal, la autonomía sólo le bastanba a un 28% y sólo un 5% quería que Cataluña fuese región. Y en la segunda de 2012 el cambio es grande: un 34% quiere independencia y un 28,7% el estado federal.

Así, durante los tripartitos y después con el Gobierno de Mas, en apenas sólo siete años, se ha pasado de un 13% de independentismo declarado a un 34%.

Otra señal se ve en las entrevistas telefónicas del CEO de 2009 a 2012. Según esos datos, 5 puntos de personas que en 2009 se declaraban "tan españoles como catalanes" en la segunda oleada de 2012 han pasado a declararse "más catalanes que españoles".

La categoría "sólo catalán", que según la UAO en 2003 era de un 12,4%, en 2012 pasa a ser un 22,7%; con el apoyo de un 30,2% que se declara "más catalán que español". Y si en 2003 había 12,6% que se declaraban "más españoles que catalanes", en 2012 ya solo quedan un 3,5%.

Conclusión: apenas 9 años, casi todos con gobierno de izquierda-independentista en Cataluña y de izquierda-Zapatero en España, han disparado el independentismo.

¿Afectaría la independencia a la fe?
¿Qué significaría la independencia para la fe de los catalanes? Antes veamos las previsiones. Para eso, hay un buen estudio de la Universidad Abat Oliba que señala la tendencia (puede verlo completo AQUÍ).

En los olímpicos años 90, entre 1990 y 1995, diversos estudios coincidían (CIS, ICPS): 8 de cada 10 catalanes se declaraban católicos, y uno de cada cuatro era practicante (incluyendo los que iban a misa "mensual", algo que no es lo que la Iglesia pide, pero que muchos hacen).

En 2006, los datos del INCAS/CERS, de la Universidad Abat Oliba, son bastante peores: apenas un 68% se declaran católicos, y de hecho no hay ni un 16% de catalanes que sean practicantes.

Los ateos, no creyentes e indiferentes, que en los años 90 eran un 15%, en 2006 son el doble: un 30%.

El estudio del INCAS/CERS hace una predicción para 2017, calculando el envejecimiento de la población y la práctica religiosa por tramos de edad.

AÑO 2006 [la realidad, lo que ya se ha medido]: 16% de practicantes en Cataluña

De 18 a 24 años de edad - sólo practican un 3%.

De 25 a 34 años de edad - sólo practican un 9%

De 35 a 49 años de edad - sólo practican un 10%

De 50 a 64 años de edad - solo practican un 21%

Mayores de 65 años - sólo practican un 33,6%.

AÑO 2017 [proyección]: 12,6% de practicantes en Cataluña

De 18 a 24 años de edad - sólo practicarán un 3%.

De 25 a 34 años de edad - sólo practicarán un 3%

De 35 a 49 años de edad - sólo practican un 9%

De 50 a 64 años de edad - solo practican un 12,7%

Mayores de 65 años - sólo practican un 27%.

AÑO 2025 [proyección]: 9,5% de practicantes en Cataluña

De 18 a 24 años de edad - sólo practicarán un 3%.

De 25 a 34 años de edad - sólo practicarán un 3%

De 35 a 49 años de edad - sólo practican un 5,6%

De 50 a 64 años de edad - solo practican un 9,8%

Mayores de 65 años - sólo practican un 21,6%.

O dicho de otra forma: un niño catalán de familia católica, que ahora tiene 5 años y está aprendiendo el "Jesusito de mi vida", cuando tenga 18, si se mantiene firme en la fe, sabrá que va a formar parte de una minoría del 3% de jóvenes, y de una Iglesia católica que no reunirá los domingos ni a un 10% de población, y casi todos jubilados. Más aún, incluso entre los jubilados sólo 1 de cada 5 irá a misa.

""El hipotético escenario describe que entre el 2017 y el 2026 se produciría una situación crítica irreversible", explica el análisis de 2006.

Quedan sólo 5 años para entrar en ese periodo, "sólo viable bajo el supuesto de una recuperación que se basara en dinámicas y prácticas diferentes a las llevadas a cabo hasta ahora". De hecho, podría ser peor, pues con la crisis muchos emigrantes hispanoamericanos, católicos, han dejado Cataluña.
Éste es el futuro de los católicos catalanes en la actualidad, bajo una Constitución Española que reconoce la colaboración del Estado con la Iglesia, con unas normativas que vienen de los años 70 y aún reconocen valores como la vida y la familia, aunque sea imperfectamente.

Una nueva Constitución ¿sería pro-cristiana?
Esta Iglesia debilísima, con apenas un 3% de practicantes adultos-jóvenes, con menos de un 6% de practicantes adultos-maduros, que son los que apoyan económica y técnicamente las parroquias... ¿cómo se manejaría en una nueva "Catalunya" independiente?

Son muchos los que prevén que el nuevo "Estado" implantaría una nueva Constitución, relativista, llena de ideología de género, mucho más hostil al cristianismo y los valores judeocristianos. Y la debilitadísima Iglesia católica no sería ni siquiera un interlocutor a tener en cuenta.

Los partidos "de centro" o "conservadores" serían inoperantes para impedirlo... a quien hablase de "valores cristianos" o "raíces" se le acusaría de mirar hacia atrás y, por supuesto, de tibio o españolista. "¡O con nosotros y la nueva Constitució, o con Espanya y el pasado, elige!", les dirían.

El ensayo: el Estatut de 2009
Un ensayo de esto se vio en 2009 con el debate del nuevo Estatut, cuyo Título I era todo un monumento al relativismo y la ideología de género y una punta de lanza del laicismo radical. La asociación E-Cristians protestó, acudió a los debates televisados, pagó publicidad, organizó actos públicos, colocó carteles, denunciando el Título I del Estatut, pero en Convergència nadie escuchó.

Josep Miró, presidente de E-Cristians, que había sido conseller de CiU con Pujol, en febrero de 2009 hacía este análisis sobre Convergencia: "En Convergència Democràtica un católico con proyección pública lo tiene muy difícil por no decir imposible. Una cosa es votar a CDC en un caso concreto por unas razones específicas, y otro un compromiso permanente. Esto, hoy, para un católico, es muy difícil. Sólo hace falta seguir la votación de sus diputados y senadores en las respectivas cámaras legislativas. CDC se ha ido alejando de una cultura cristiana hasta llegar a puntos de cierta conflictividad. Su apoyo al Título I del Estatuto, a pesar de todas las razones doctrinales en contra, fue en buena medida el instalarse en un modelo de sociedad poco compatible con aquella cultura" [la cristiana].

Por ejemplo, desde mayo de 2008 Convergencia tiene su propia sectorial gay, llamada Convergais: todo lo que propone es 100% incompatible con la doctrina católica sobre familia. ¿Cómo definiría el matrimonio y la familia la nueva Constitució? Si los católicos de la nueva Catalunya se niegan a aceptar la educación homosexualista en los colegios, la redefinición del matrimonio, otros dogmas relativistas... ¿qué hará el nuevo y modernísimo régimen a la débil e irrelevante Iglesia catalana, a ese 12% de catalanes que irán a misa (quizá menos si emigran los votantes del PP, españolistas y católicos practicantes al 80%)?

Si esto es así en la actualidad, ¿qué cabe esperar de CiU o el "centro-derecha" de una Cataluña independiente, que a quien disienta acusará de tibieza y españolismo y "vuelta al pasado"?

Porque la "nueva Constitució" sería "nueva" y una superstición de nuestra época es que todo los "nuevo" es mejor que todo lo "anterior": cualquier alusión de la Iglesia catalana a las raíces, el pasado, la tradición, sería desdeñada automáticamente.

Confiscar a la Iglesia, financiar la revolución
En tiempos de crisis económica, con escasez y conflicto, ¿no cabe pensar que el naciente Estado catalán decida financiarse por la muy hispánica vía de la confiscación de bienes eclesiásticos, por el bien de la Nació (o de la revolución, o el proceso de construcción de futuro, como quiera que se le llame en su momento)?

Como en todos los procesos revolucionarios, no bastará con el "enemigo externo" para echarle las culpas de tantas promesas incumplidas... se buscará también al enemigo interno... Y puesto que los católicos son al menos 4 puntos menos catalanistas que la media, y una minoría débil, compuesta sobre todo de jubilados, ¿no serán el chivo expiatorio perfecto, los sospechosos habituales?

Una Iglesia dividida, ¿cómo resistirá?
Y, como suele suceder en los procesos post-revolucionarios, ¿no se dividiría la Iglesia entre los entusiastas y los tibios con el nuevo régimen? Y los enemigos de la Iglesia, ¿no fomentarían tanto como pudieran esa división, pidiendo a unos que denuncien y critiquen a otros, como se ha dado en Europa Oriental o en China, con su Iglesia patriótica, no romana?

Incluso sin independencia, por la mera tendencia demográfica y la falta de evangelización en Cataluña, va a ser difícil educar a los hijos como católicos, miembros de una exigua minoría exótica de un 3% de jóvenes militantes.

Con un nuevo Estado nacido en una crisis, una legislación contraria a la cultura judeocristiana y una iglesia tan pequeña como dividida, el futuro del catolicismo en la tierra que recibió a San Pablo y se regó con la sangre de mártires romanos hace 20 siglos, parece muy oscuro.

"Jesús les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo está arruinado, y cae casa sobre casa" (Lucas, 42).
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