Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

San Lucas 19, 11-28

Les repartió diez onzas, diciéndoles: Negociad mientras vuelvo

ReL

"Negociad mientras vuelvo."
"Negociad mientras vuelvo."

Evangelio según san Lucas  19, 11-28


En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro.Dijo, pues:

«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.

Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: "Negociad mientras vuelvo."

Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: "No queremos que él sea nuestro rey."

Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.

El primero se presentó y dijo: "Señor, tu onza ha producido diez."

Él le contestó: "Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades."

El segundo llegó y dijo: "Tu onza, señor, ha producido cinco."

A ése le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades."

El otro llegó y dijo: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras."

Él le contestó: "Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses."

Entonces dijo a los presentes: "Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez."

Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez onzas."

"Os digo: ´Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.´ Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia."»

Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.


Señor Jesús, te doy gracias porque eres mi Dios y mi Rey.  Y dueño de mi vida.
Quiero reconocer y agradecerte la inmensidad de talentos que me has regalado para emplearlos en tu servicio.
No fueron simples onzas, lo que pusiste en mis manos, sino bienes materiales, corporales, espirituales, celestiales.
Sé que no soy siervo diligente, que tengo algo de holgazán.  Y tú mereces ser servido con prontitud.
Ten compasión de mi y de cuantos no reconocemos tu inmensa generosidad con nosotros.

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