Religión en Libertad

«Nuestro bebé quedó lisiado de por vida. Nos dijeron que lo dejáramos morir... Y optamos por la vida»

137 días de UCI, fe extrema y una ciudad volcada: la historia de Jacob, el bebé milagro de Colorado

Jacob Grein, durante la ceremonia en que fue galardonado por su espíritu inspirador en su empleo, feliz y esperanzado pese a su situación muchas veces crítica.

Jacob Grein, durante la ceremonia en que fue galardonado por su espíritu inspirador en su empleo, feliz y esperanzado pese a su situación muchas veces crítica.

José María Carrera Hurtado
Publicado por
J.M.C.

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Cuando Mary Sue se puso de parto en 1981 creyó perderlo todo. Su hijo, Jacob, no solo llegaba prematuro, sino también con un quiste en el riñón que amenazaba aún más su frágil vida. Tanto para ella como para el bebé que nacía y su padre, Kenneth, comenzaba una larga travesía que en todo momento estaría marcada por la lucha por vivir y defender al pequeño de quienes menos esperaban, pero también plagada de milagros y una comunidad que afloró y se unió en torno al pequeño.

Una historia que es posible leer desde el pasado 1 de septiembre, día en que Kenneth y Mary publicaron Jacob's Story: The Extraordinary Life of Jacob Grein -La historia de Jacob: La extraordinaria vida de Jacob Grein-.

Catholic World Report se ha hecho eco de una historia que comienza reflejando el frágil estado de Jacob, nacido varias semanas antes de lo previsto y con una fractura de clavícula.

"Que naciese ya fue una bendición"

Entonces, Mary y Ken tenían solo 22 años, pero podían intuir que el simple hecho de que Jacob naciese era ya una bendición.

El niño llegaba con un quiste en el riñón del tamaño de una naranja que crecía durante el embarazo, de modo que, de no haber nacido prematuro, Jacob habría muerto.

Fue el primer condicionante del recién nacido, para el que la discapacidad e intervenciones médicas serían pronto una constante.

Con poco más de 2,3 kilos, fue trasladado a un hospital infantil donde le extirparon el quiste, lo que a su vez le provocaría siete infartos, el colapso de sus pulmones y fallos hepáticos: Jacob estaba a punto de morir y los médicos confirmaron que, de salir adelante, sería con graves discapacidades y sin una larga esperanza de vida.

Finalmente, el médico aconsejó a los padres que “dejasen ir” al pequeño Jacob y que “empezasen de cero” con otro bebé.

Pero Ken y Mary no se rindieron, exigieron que lucharan por su hijo y depositaron todas sus esperanzas en la fe.

Entre infartos, parálisis e infecciones: "Bebé milagro"

Pero los infortunios se amontonaban. Al quiste le siguieron abundantes complicaciones médicas y los infartos desencadenaron otras dolencias, entre otras, una parálisis cerebral. Hasta el punto de que, cuando empezó a mejorar, la Unidad de Cuidados Intensivos ya lo llamaba “el bebé milagro”.

"Cuando Jacob Dean Grein nació seis semanas antes de tiempo en 1981, sufrió múltiples infartos, insuficiencia renal y una profunda pérdida auditiva. Nada pudo pararlo".

La presión arterial se regulaba, el corazón mejoraba y también los pulmones. Sin embargo, no lograron detectar una infección surgida a raíz del quiste que amenazaba con invadir su cuerpo. El antibiótico afectó al pequeño, que ya no tenía riesgo de infección… a un alto precio: quedaría sordo de por vida por los efectos secundarios.

Finalmente, tras 137 días, los médicos extirparon el riñón al pequeño, que mejoró lo suficiente como para ir a su hogar.

Durante los siguientes 12 años, Jacob viviría entre su casa y el hospital a partes prácticamente iguales. Tuvo varias operaciones, cirugías, problemas de visión, caminaba con andador y continuaba con sus problemas renales.

Un chico "normal", pero también extraordinario

Mientras, crecía y luchaba por vivir, en la medida de lo posible, como un niño normal. Era apreciado y querido por sus compañeros, pese a que solo hablaba con lenguaje de señas o gestos. Pero lo que le faltaba en el oído le sobraba de otras formas. Nunca tuvo miedo de tocar, abrazar o reír con los demás, lloraba con quienes sabía que estaban tristes y era conocido por llevar pañuelos a sus amigos y sentarse con ellos mientras lloraban.

En aquellos años, Jacob tuvo tres hermanos.

Mientras, la comunidad que rodeaba a la creciente familia se veía sorprendida por un profundo amor y cercanía hacia el joven que parecía ser mutuo.

“Fue su profundo amor por todos, incluido Dios, lo que cambió sus vidas y les enseñó el verdadero significado del amor”, dijo su madre.

Pasados los años, Jacob se graduó y comenzó a trabajar en Goodwill Industries, compañía dedicada a la capacitación y formación de cara a la obtención de empleo. Al igual que en su localidad, encajó a la perfección en su trabajo. Tanto que terminaría siendo galardonado con el premio al Poder del Trabajo en 2010, reconociendo su capacidad de inspirar y motivar a quienes le rodean.

"Veo al tío Jacob en el cielo"

El 21 de febrero de 2019 lo cambiaría todo. Comenzó como un día más, Ken llevaba a Jacob, de 37 años, al médico, y al salir de casa despidió con un beso a Mary Sue.

Todo salió bien en la cita médica, pero al salir del parking, Jacob se angustió, empezó a hacer ruidos y se desplomó.

El primer médico que llegó trató de reanimarlo, también en urgencias, sin éxito. Familia y especialistas creen que falleció de un infarto.

Pero como destaca la familia en el libro, la historia de Jacob parecía no haber terminado.

Entre otros ejemplos, recuerdan que cuando llegaron los otros hijos de Ken y Mary Sue. La familia empezó a abrazarse al completo y entre lágrimas cuando Mary reparó en que su nieta de cinco años exclamaba: “¡Está saltando!”.

Tras repetirse aquellas palabras en tres ocasiones, la niña agregó: “¡Veo al tío Jacob en el cielo, y está corriendo y saltando!”.

Una despedida de masas

Días después, más de 400 personas abarrotaron el funeral de Jacob, la mayoría desconocidos para los padres del fallecido. Pronto repararon en que los testimonios que escuchaban coincidían: allí donde iba, Jacob tocaba los corazones de su comunidad.

Al recordar su vida con Jacob, su padre comentó: “Fue un ejemplo precioso de cómo debe actuar una persona piadosa... Hoy no somos las mismas personas que habríamos sido si él no hubiera estado en nuestras vidas... Aprendimos muchísimo”.

Precisamente su padre, Ken, declara que tras el fallecimiento de su hijo, el libro recién publicado pretende que el lector no solo conozca a su hijo, sino también a Dios, y que con ello comprendan la esperanza que ofrece en las dificultades del día a día.

“Cuando los médicos les dicen a los padres que dejen morir a su hijo, tienen otra opción... Pueden elegir la vida y el amor porque vale la pena”, cuenta Ken, que concluye convencido: “Su historia continúa después de su muerte”. 

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