Jueves, 05 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

La mitad de los derechos que genera cada año «Lo que el viento se llevó» son para la Iglesia

La mitad de los derechos que genera cada año «Lo que el viento se llevó» son para la Iglesia
Vivien Leigh, en una de las escenas más célebres de la historia del cine: «A Dios pongo por testigo...».

Carmelo López-Arias / ReL

La mitad de los derechos de autor de Lo que el viento se llevó revierten en la archidiócesis de Atlanta, en virtud del testamento del sobrino de la autora de la novela, Margaret Mitchell (1900-1949).

Joseph Mitchell (1935-2011) incluyó ese bien entre los bienes que dejó a la Iglesia el morir, que incluyen una mansión y una importante cantidad de dinero, de la que pidió que se beneficiase en particular la catedral de Cristo Rey de Atlanta.

Joseph era uno de los dos hijos de Stephens, el hermano de Margaret. El otro, Eugene, murió en 2007. Las raíces católicas de la familia Mitchell proceden de la madre de ambos, Maybelle, hija de John Stephens, irlandés, y Annie Fitzgerald, perteneciente a una de las más antiguas familias católicas de Georgia, donde Margaret fundó una asociación de laicos para explicar las doctrinas católicas y defender a la Iglesia de los ataques protestantes.

Margaret Mitchell era católica de ascendencia irlandesa en pleno Bible Belt [Cinturón de la Biblia] sureño: como la protagonista de Lo que el viento se llevó.

La protagonista, Escarlata O'Hara, es católica procedente de una familia irlandesa, reflejando así las experiencias vitales de la autora de la novela, y en la película se ve a todos los O'Hara rezando el Rosario.

Es en Atlanta, la capital de ese estado, donde transcurre sobre todo la segunda parte de la obra, ganadora como novela del Premio Pulitzer en 1937 y convertida luego en la película más célebre de la historia del cine tras ser llevada a la gran pantalla en 1939 por Victor Fleming (en realidad por casi media docena de directores que participaron en el rodaje) e interpretada por Clark Gable, Vivien Leigh, Olivia de Havilland y Leslie Howard.

Esta semana, HBO decidió retirar la película de su programación alegando que refleja estereotipos racistas en su retrato de la sociedad sureña durante y después de la Guerra Civil que sacudió el país entre 1861 y 1865. Este atentado contra una obra maestra del cine fue comparado a la voladura en 2001 de los Budas de Bamiyán por los talibanes afganos, y la plataforma se vio obligada a rectificar, aunque anunció que la reincorporará a su catálogo tutorializada para el espectador.

Lo cierto es que Lo que el viento se llevó, tanto en la novela como en la película, aun siendo favorable al bando confederado (con mayor criticismo en la novela que en la película sobre la forma en la que el Sur planteó la guerra, con falta de previsión y suicidas divisiones entre los estados), muestra que la esclavitud como sistema social y el racismo como actitud personal no eran exactamente equiparables.

En la novela Escarlata plantea, frente a los triunfadores en la guerra, una bella y sentida reivindicación de haber sido criada por negros con un amor y el sentimiento que la han formado como persona y de los que considera incapaces a los zafios adversarios del Norte a quienes se enfrenta, antiesclavistas pero racistas. 

Libros y obras de caridad

Además de los citados bienes, el legado incluye una colección de primeras ediciones de la novela en diversos idiomas, y un original inédito de la historia de la familia Mitchell escrito por el padre de Margaret, Eugene Muse Mitchell, así como otros objetos personales de la escritora, entre ellos libros que le dedicó otra escritora católica georgiana, Flannery O'Connor (1925-1964).

La archidiócesis de Atlanta se mostró en su día muy agradecida por el legado: "Es un regalo magnífico", afirmó Steve Swope, quien representó al arzobispo Wilton D. Gregory en la tramitación del testamento. No en vano la novela vendía entonces 75.000 ejemplares al año sólo en Estados Unidos. La custodia de esos derechos se realiza a través de una institución específica que busca que Lo que el viento se llevó "mantenga la más vasta audiencia posible y de forma respetuosa y digna", dijo entonces Swope.

En cuanto al dinero destinado al fondo de mantenimiento de la catedral, según el deseo de Joseph, el arzobispo destinó 3,5 millones de dólares a obras de caridad, además de otras cantidades a otros conceptos de utilidad para la archidiócesis.

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