Científicos católicos consolidaron de 1945 a 1970 la hoy llamada carrera científica del CSIC
Pilar Aznar, una impulsora de la microbiología que visitaba cada día al Cristo de Medinaceli

Una investigadora en los años 40 en EEUU en el National Cancer Institute
En España, la profesión de científico sin carga docente, sin tener que dar clases, surgió en 1945, en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el gran centro científico estatal español, cuyos orígenes católicos ya contamos aquí en ReL.
El CSIC ofreció ese año 60 plazas llamadas "de Colaborador Científico". En la actualidad se siguen ofertando, con el nombre de "Científico Titular". Trabajan los ámbitos de las ciencias físicas, químicas y biológicas, y fueron cubiertas en años sucesivos por oposición entre doctores de las facultades de Ciencias, Farmacia, Medicina y Veterinaria.
Era incompatible ocupar esta plaza con ser profesor universitario o de enseñanzas medias, así como con otro cargo en institutos o laboratorios oficiales y se reclamaban un mínimo de seis horas diarias de trabajo en su centro científico de adscripción.
Con el tiempo, irían apareciendo en el CSIC otras dos categorías superiores de científico profesional sin docencia: la de Investigador Científico (1947) y la de Profesor de Investigación (1970). Nació en este periodo de 1945-1970 lo que hoy se denomina Carrera Científica del CSIC, que sigue vigente. Estos avances científicos e investigadores se dieron en una época en que el CSIC era impulsado por científicos de firme fe católica y en una España que ostentaba confesionalidad católica.
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Primera española "científica profesional"
La primera mujer que ganó una de esas plazas de científico profesional por concurso-oposición fue la microbióloga madrileña María del Pilar Aznar Ortiz (1914-2005).
Pilar Aznar Ortiz vivió toda su vida muy cerca de la Basílica del Cristo de Medinaceli, en Madrid, del cual era tan devota que lo visitaba todos los días al ir y al volver de su trabajo.

El Rey Felipe VI visita al Jesús de Medinaceli, según costumbre de la Casa Real en Madrid
Pilar mantuvo una importante relación epistolar con los capuchinos de esta basílica, así como con otros de Bilbao, San Sebastián, Estella y Tudela (Navarra), Zaragoza y Gijón, y a punto estuvo de pertenecer a la Orden Tercera Franciscana. Del mismo modo se escribió con religiosas Hijas de María Inmaculada de Logroño, o del Instituto de Adoratrices Esclavas del Santísimo y la Caridad de San Sebastián.

Pilar Aznar, siendo una joven bachiller; en los años 40 sería la primera mujer científica no docente, microbióloga del CSIC
Perteneció a los Jóvenes de Acción Católica, fue Esclava de Nuestra Señora de la Almudena y contribuyó al sostenimiento de la Iglesia Católica con abundantes limosnas durante su vida.
Estas devociones le vinieron a Pilar de familia. Fueron también sus antepasados fervientes católicos que compaginaron la dedicación al arte o la arquitectura de modo relevante, desde antes del Regeneracionismo hasta la Edad de Plata.
Su abuelo paterno, Francisco Gregorio Aznar García (1831-1911), fue pintor y prestigioso ilustrador, además de profesor y académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Se pueden ver sus obras en el Salón de Conferencias o de los Pasos Perdidos del Congreso de los Diputados.
Los tíos de Pilar fueron Julia Aznar Sanjurjo, pintora de género, retratista y profesora y Francisco Aznar Sanjurjo, arquitecto que haría el Salón de Recepciones de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y ejercería de catedrático en la Escuela de Arquitectura de Barcelona.
El padre de Pilar, Rafael Aznar Sanjurjo, también fue arquitecto y profesor de la Escuela de Artes y Oficios artísticos de Madrid hasta 1940. En 1927 fue nombrado Vocal Arquitecto en la Junta Directiva del Círculo de Bellas Artes de Madrid, y construyó la Fábrica Militar de la Marañosa, donde Pilar conoció el mundo científico, de la mano de un químico de la fábrica.
Desde la microbiología, estudiando los vinos españoles
Pilar cursó bachillerato en el Instituto Escuela, y se licenció en Farmacia en 1941. Después entró en contacto con el CSIC bajo la dirección del ingeniero agrónomo, enólogo y vicepresidente fundador del CSIC Juan Marcilla Arrazola, que como hemos contado en ReL era un católico fervoroso.
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Pilar Aznar, en el CSIC, se dedicó a la microbiología, estudiando el modo de producir levaduras para alimentación humana y animal o diversos aspectos de la influencia de agentes físicos como la luz ultravioleta sobre bacterias patógenas. Estudio la bioquímica de la vinificación de vinos de Jerez, que pasan un tiempo en contacto con las levaduras formadoras de velo en las barricas, durante la fase denominada crianza. También colaboró en el estudio de la fermentación cítrica, línea de investigación de Marcilla. Defendió su tesis doctoral en 1945.

La microbióloga del CSIC Pilar Aznar en su juventud, paseando en el Parque del Retiro en Madrid
Ella presentó nuevos métodos de análisis a la prestigiosísima Oficina Internacional de la Viña y el Vino, organismo existente en la actualidad y conocido por su acrónimo en francés OIV. Buena parte de su producción científica fue publicada en la revista ‘Microbiología Española’, precisamente editada por la SEM.
Otros estudios verían la luz en la revista "Trabajos del Laboratorio de Biología, Santiago Ramón y Cajal”, publicada como la anterior en Madrid bajo los auspicios del CSIC. Normalmente se presentaban también al Congreso Nacional de Microbiología.
Una pionera como mujer en la Ciencia
Promovió la profesión científica hacia el mundo femenino, algo de lo que se habla mucho en nuestros días, pero que ya se hacía en los años 40 y 50.
De su plaza de Colaborador Científico tomó posesión el 21 de junio de 1946. Poco después participó en la fundación de la Sociedad Española de Microbiología (SEM), que también echó a andar en 1946, con tan sólo cinco mujeres de socias fundadoras, una de ellas Pilar.
Le tocó en suerte contribuir con su trabajo a la institucionalización en España de la microbiología como rama científica, pues fue científica fundadora del Instituto de Microbiología General y Aplicada (IMGA) del CSIC en 1946. Ramón y Cajal había señalado como defecto de la Edad de Plata española el poco desarrollo de esta disciplina científica.
En 1949 el IMGA pasó a denominarse Instituto Jaime Ferrán de Microbiología, nombre que mantuvo hasta su desaparición en 1985, momento en el que se integró con otros institutos en el Centro de Investigaciones Biológicas, creado en 1958 y cuya existencia llega hasta nuestros días con una alta dedicación a la investigación científica en microbiología.
Nada de esto hubiera podido darse a conocer sin la amabilidad de la familia de Pilar, y más en concreto de su sobrino Joaquín Aznar Mendiola, que ha donado su Archivo Familiar al Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC
Con estos ejemplos concretos, y muchos más, se desmantela el prejuicio de los que piensan que la fe católica es incompatible con la mentalidad científica. Pilar Aznar y el CSIC y sus científicos, católicos practicantes, lo refutan por la vía de los hechos.