Religiosas mártires en la Francia Revolucionaria
Beatas María Ana Vaillot y Odilia Baumgarten

Beatas mártires de Angers
En un decreto publicado el pasado 18 de diciembre, el Papa Francisco proclamó santas a las 16 monjas carmelitas descalzas ejecutadas por la guillotina durante la Revolución Francesa. La Iglesia no utilizó el proceso habitual para la creación de un santo, sino por «canonización equivalente.» Este proceso reconoce la antigua veneración de los mártires. El Papa Francisco aprobó incluir en el canon de los santos a la beata Teresa de San Agustín y a 15 Carmelitas Descalzas de Compiègne martirizadas durante el Reinado del Terror francés. Dos años después de que el gobierno revolucionario francés ilegalizara la vida religiosa en 1790, la comunidad de carmelitas descalzas de Compiègne se vio obligada a abandonar su monasterio. En 1794, se descubre que seguían viviendo en comunidad como consagradas. Fueron juzgadas y ejecutadas públicamente en la guillotina el 17 de julio de 1794. Mientras se acercaban al martirio, entonaban himnos de alabanza.
En la jornada de la Vida Consagrada me parecía bien recordar su testimonio martirial y a estas dos Hijas de la Caridad, cuya fiesta celebrábamos ayer:
Sábado primero de febrero de 1794. En el pequeño pueblo francés de Angers SOR MARÍA ANA VAILLOT y SOR ODILIA BAUMGARTEN, dos Hijas de la Caridad, van en un largo convoy. Son 398 personas, mujeres en su mayoría. Van atadas de dos en dos a una cuerda central y custodiadas por gendarmes. Avanzan hacia el campo donde serán ejecutadas.
Las Hijas de la Caridad estaban establecidas en el Hospital de Angers desde 1639. En 1792, al proclamarse la República de Francia, la Superiora General, al suprimirse las órdenes religiosas, encomendaba a las hermanas:
No abandonen el servicio de los pobres si no se ven forzadas a hacerlo. para poder continuar el servicio de los pobres préstense ustedes a todo lo que, honradamente, se les pueda exigir en las presentes circunstancias, con tal que no haya en ello nada contra la religión, la iglesia y la conciencia.
En septiembre de este mismo año el rigor de la persecución se va a hacer presente en el Hospital de Angers. La finalidad era que las hermanas prestaran el juramento de obediencia a una nueva organización civil en donde la Iglesia pasó a depender del Estado. El alcalde del ayuntamiento informa que las Hermanas estaban dispuesta a hacer el juramente pero que se los impide la influencia de tres de ellas: Sor Antoniette, superiora, María Ana y Odilia. La conclusión es inmediata: son arrestadas inmediatamente. Esto ocurre el domingo 19 de enero de 1794. Dos días después soltaron a Sor Antoniette; pero Sor María Ana, Sor Odilia y otras hermanas comparecen el 21 de enero ante el juez, quien, ante la pertinaz negativa, decreta el fusilamiento.
SOR MARIE-ANNE VAILLOT, natural de Fontainebleau, de cincuenta y nueve años. Lleva en la Comunidad treinta y dos años. Ejercía con competencia y precisión la responsabilidad de la administración.
SOR ODILE BAUMGARTEN, nacida en 1750 en Gondrexange en Lorena. Entra en la Compañía de las Hijas de la Caridad en 1775. Se encargaba de la preparación de las medicinas en la farmacia del hospital.
El 1 de febrero el comisario de la prisión se presentó con una lista en la mano y empezó a llamar a las víctimas, que iniciaron la marcha hacia el lugar de la ejecución. Sor Odilia mostró miedo al salir de la prisión, pero en el brazo de Sor María Ana quedó fortalecida. Los condenados avanzaron los 3 kilómetros hasta el lugar de la ejecución cantando cánticos y salmos. Las hermanas se animaban mutuamente y también a los que con ellas iban a morir por la fe. El numeroso grupo se alineó a lo largo de las fosas. Al ser reconocidas por los que con ellas sufrirían el martirio se elevó un clamor: pedían gracia para las hermanas.
El verdugo se siente impulsado a salvar a las hermanas:
-No hagan el juramento y yo me comprometo a decir que lo han hecho.
Sor María Ana se encargó de dar la respuesta:
-No solamente no queremos hacer el juramento, ni siquiera queremos que se crea que lo hemos hecho.
Se dio entonces la orden de disparar. Sor María Ana no cayó a la primera descarga, únicamente se rompió el brazo. Pudo entonces sostener a Sor Odilia, inanimada y sangrando, mientras llegaba su hora. Con su muerte ellas expresaron cómo era su vida. Lo atestiguado con su sangre lo venían atestiguando con su fe y su acción. Al morir proclaman a quién habían servido durante la vida. Junto con ellas mueren muchas otras mujeres, casadas, solteras y viudas, vinculadas de una u otra manera a las vicentinas, 45 de ellas beatificadas junto con Sor María Ana y Sor Odilia. El grupo comprende edades muy dispares, desde los 65 años de la viuda Simone Chauvigné, hasta los 23 años de la joven laica Marie Leroy; muchas de ellas son familiares de sangre entre sí como las hermanas D'Epinatz. Hay restos de familias enteras, cuyos hombres habían muerto en el alzamiento contra la Revolución. El grupo fue beatificado el 19 de febrero de 1984 por san Juan Pablo II.