La salvación para todos los pueblos

Fuego
Con este blog quiero iniciar con la gracia de Dios, y el poder de su Espíritu, una serie de reflexiones de las lecturas que en este precioso tiempo de Adviento, la Iglesia, por medio de la liturgia, nos regala.
Si estamos atentos a la Palabra de Dios, veremos que las lecturas del Antiguo Testamento, de la mano de los profetas, son un anticipo de lo que nos muestra el Evangelio, cumplido en Jesús.
Estos textos de estos días, nos llaman a la atención, pero son fragmentos muy bien elegidos, para mantener una tensión, en este tiempo del año. La profecía se ha hecho realidad en Cristo. Nosotros ya hemos visto el cumplimiento de las promesas. Pero en el Adviento, la Iglesia señala la promesa, para que caigamos en la cuenta de que el tiempo está cumplido. La promesa definitiva la encontraremos al final del Adviento, cuando se nos anuncie al Emmanuel. Ella tiene el cumplimiento en Jesús, Hijo de Dios, que asume carne humana.
Así, podemos ya señalar algunas de estas tensiones. El lunes de la primera semana de Adviento, el profeta Isaías nos muestra una visión. En ella aparece un monte, ante el cual, confluyen todos los pueblos. (Este monte es el Monte Sión, situado en la zona baja de la ciudad de Jerusalén). A este monte vendrán de todas las naciones, para alabar y adorar a Dios. El monte será el escenario, donde el Señor, enseñara a los pueblos, y juzgara a cada ciudad. De esta manera, todos podrán vivir en comunión y la paz reinará entre ellos.
Esta profecía se ve cumplida en el Evangelio, donde un hombre pagano, acude a Jesús. Cafarnaúm, situada cerca del monte de las Bienaventuranzas, será un lugar elegido por el Señor, para llevar la Buena Nueva a todos los pueblos. Un centurión pagano recibe la curación de su siervo. La salvación se hace presente a todos. Jesús, hace posible que las naciones puedan vivir en paz. Él, es el único que puede juzgar, porque es el Señor. La fe del centurión, como la fe de los que en Israel, son sanados, es la que hace posible, que Jesús se revele como el Señor ante quien llegan todas las naciones para darle culto.
La profecía del Antiguo Testamento, se cumple en el Nuevo Testamento, en Jesús, el Hijo de Dios.
Belén Sotos Rodríguez