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Fuego y luz

Fuego y luz

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Cuando una persona va de fiesta, necesita un motivo por el que celebrarla, unos amigos con quienes vivirla, una comida para compartir, y un lugar para festejarla.

Si cuando ocurre un cumpleaños, tu vida se llena de amigos, recibes de modo gratuito tres bolsas de regalos, entre todos se comparte la “mastica”, y pasas la cena más increíble de una celebración. Imagínate cuando el motivo de la celebración es que Jesús está vivo, que tienes hermanos con los que compartir, que la comida se bendice y se reparte para todos, hay un lugar siempre reservado para ello, y el regalo es el mismo Señor que se da para ti. Si la fiesta de un cumpleaños es un regalo, festejar la fe es una locura del amor del Señor para cada uno.

Este pasado fin de semana hemos pudimos asistir a la fiesta más grande que hasta ahora he podido ir en España, para celebrar la fe con tantos, que quieren dejarse tocar por Dios. Una fiesta para alabar y dar gloria al Señor de la vida. Él único que tiene poder para cambiar nuestras existencias y nuestros corazones. Una fiesta para adorar al Dios que nos ama, y nos ha creado por pura gratuidad, ante él cual rendimos nuestros corazones, porque sabemos que con Él lo tenemos todo, y nada nos va a faltar.

Una fiesta para recibir y acoger al Espíritu Santo que viene a morar dentro de ti, que te hace emocionarte, y llorar para poder sanar esa cruz que has vivido o que vives. Es la fiesta para tomar la decisión de amar, de perdonar, de sentirse amado y  ser perdonado y de crear de nuevo la comunión con los hermanos con los que compartes con tu vida.

Esta fiesta es la que experimenta cada año la Renovación  Carismática Católica en España. La fiesta para celebrar la gloria de Dios, que viene a estar contigo, a bendecirte, a darte su misma vida, y a llenarte de su gloria. 

Esta fiesta es un momento puntual, unos días, pero de lo que en ella recibes puedes vivir siempre, para poder dar fruto en tu vida. El Señor esos días te quiere conceder un corazón lleno de misericordia, unas entrañas de madre para sentir compasión del que sufre. Quiere que dejes tu hombre viejo, para vivir de la novedad del Espíritu y quiere que sueltes tus cadenas para que seas libre. El Espíritu quiere ponerte en camino para que puedas seguir a Jesús y ser su discípulo. Para que estando a solas con él, puedas darte en el servicio. Tienes un modelo en María. Ella con amor de madre, te lleva a Jesús para que hagas de tu vida, una existencia que solo necesita hacer la voluntad de Dios.

El Señor quiere entrar en tu vida, y llenarte por completo. Pero Él viene en medio del dolor, cuando  a veces los sentidos solo pueden experimentar angustia y soledad. No viene a tocar solamente tus emociones sino a cambiarte por completo para que en medio de todo lo que vives puedas seguir alabando a Dios.

Pero, ¿qué es vivir la vida en el Espíritu? Es ser libre para amar y buscar el bien en tu vida. Supone tener una actitud generosa ante las circunstancias que vives en tu vida de cada día. Implica levantarse cuando caes o pecas, ya que el demonio quiere que vivas tumbado en el suelo y en el fango. Pero el Espíritu, te dice: Vamos ponte en pie, porque para Dios eres su hijo amado.

Con el Espíritu puedes ser libre, para dejarte llevar de todo aquello que el Señor viene a darte, aunque a veces no coincida con lo que deseas. El Espíritu viene a purificarte, para que tu existencia viva de esa novedad, en la que dejando todo lo que implica un cumplimiento te sientas libre para poder hacerlo todo desde el amor a Dios y los demás.

Vivir del Espíritu, es vivir de lo que eres, no tanto de las obras que muchas veces pueden ser solo un deseo de entrega, pero que en ocasiones esa entrega tiene que ser purificada.

La vida en Dios, viene a transformar tus heridas para que sean rociadas por el óleo del que solo tiene poder para curarte. Tus heridas, como las de Jesús, no van a desaparecer, sino van a ser renovadas y transfiguradas por el poder del Espíritu. Esto que puede parecer una teoría hecha, es lo que hace el Espíritu en tu vida para que solo mires al Resucitado que viene a entrar en todo tu ser.

La fiesta del Espíritu que hemos vivido estos días, es un impulso para que puedas ser libre, amando, consolando, y dando todo aquello que has recibido. Vivir solo desde esta fiesta que Jesús viene a ofrecerte, supone entregar ese dolor que te pesa, y buscar a Dios cuando todo parece fácil. No es una fiesta para vivir de un modo superficial de la alegría sino para que sepas que Dios te ama, y le puedes alabar pase lo que pase en tu vida. Porque eso ni nadie, ni nada lo puede impedir.

En definitiva, tener una existencia que viva con el corazón, el cuerpo y la mente puesta en Dios, es hacer de tu vida una alabanza continua a Dios, por lo que Él es, y mantener con perseverancia cada día, una actitud de adoración para que te postres ante él y le puedas rendir tu vida.

Belén Sotos Rodríguez

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