El universo no es fruto del azar, sino una obra diseñada por Dios con orden, belleza y armonía divina.
Cuando servimos a Dios el pago es Él. ¿Hay mejor opción?
🔹San Agustín. (Comentario al Salmo 107, 6)🔹

🔹San Agustín. (Comentario al Salmo 107, 6)🔹
Si no tenemos inclinado el corazón a la avaricia, serviremos a Dios por Dios, y la paga de este servicio es Él 🔹San Agustín. (Comentario al Salmo 107, 6)🔹
▶️ En el contexto de la Espiritualidad Católica: Esta frase nos llama a diferenciar entre usar a Dios y gozar de Dios. Siempre existe el peligro de convertir nuestra fe en una especie de negocio (espiritual o material). La "avaricia" aquí se entiende en un sentido amplio: el deseo desordenado de obtener beneficios personales utilizando a Dios como medio, en lugar de amarlo como fin. Si queremos vivir con un sentido trascendente, nosotros debemos ser fiel herramienta en manos de Dios. Nunca al revés.
Es evidente que la frase señala esta de negocio lucrativo: "Si rezo, Dios me debe dar lo que le pida: salud/dinero/éxito". Si Dios no me hace caso, no me es útil y lo dejo a un lado. Si nuestro corazón tiene esta "avaricia" (deseo de ganancia), convertimos a Dios en una herramienta que intentamos manejar a nuestro gusto.
Se trata de “amar al Amado”, no a los “regalos del Amado”. En la madurez espiritual, uno deja de portarse bien "para que no me castiguen" o "para que me vaya bien", y empieza a obrar el bien simplemente porque Dios es el Bien nos da sentido cuando vivimos en Él.
Para el cristiano inmaduro, el cielo debe ser un lugar lleno de placeres; para el cristiano maduro, el cielo es hacerse servicio de Dios mismo. No hay premio mayor que llegar a esta profunda unión con Él. Si esperas otra cosa (reconocimiento, poder, bienestar) como "paga", tu corazón está atado a la avaricia.
▶️ En el contexto de la evangelización digital: Si aplicamos esta frase al "continente digital", encontramos un valioso antídoto contra la vanidad y la corrupción de la misión evangelizadora. ¿Se puede corromper la misión evangelizadora? Por desgracia es demasiado frecuente encontrarnos con objetivos egoístas disfrazados de evangelización. A veces, hasta se busca ganar dinero utilizando a Dios como excusa o reclamo.
En redes, la avaricia se hace evidente cuando tenemos obsesión por el “engagement”: likes, seguidores, visualizaciones, llamadas para ser parte de eventos eclesiales. Si el evangelizador tiene el "corazón inclinado a la avaricia", empezará a crear contenido no para salvar almas, sino para alimentar su algoritmo. Empezará a decir lo que la gente quiere oír (para ganar likes) y no lo que la gente necesita oír (la Verdad), traicionando así su servicio. Señalar el precipicio nunca nos traerá seguidores, porque esto resulta antipático. Esta es la tristísima trampa del "Influencer de sí mismo" que utiliza a Dios para que los focos le iluminen., "Servir a Dios por Dios" en las redes significa que publicas porque amas a Dios y quieres que otros lo conozcan, independientemente del resultado numérico. Si buscas la fama personal usando el nombre de Jesús, estás sirviendo a tu ego, no a Dios.
El mundo digital nos paga con dopamina y validación social. San Agustín nos pregunta:¿ esa no es tu paga?. Si evangelizas esperando volverte viral o famoso, ya recibiste tu recompensa en la tierra. La verdadera paga del evangelizador digital es invisible: la gracia de ser instrumento y la intimidad con Dios que crece al hablar de Él.
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