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Espiritualidad Católica - Nueva Evangelización

Señor busco tu rostro

San Agustín - Confesiones 10, 28, 39

... en lo escondido de Tu rostro

... en lo escondido de Tu rostroN.M.N.

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No puedo medir a ciencia cierta cuánto me falta del amor para que sea bastante, a fin de que mi vida corra entre tus brazos, Señor, y no me aparte hasta que sea escondida "en lo escondido de Tu rostro" (Confesiones 10,28,39)

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Esta frase, extraída de las Confesiones de San Agustín, es una reflexión en forma de lamento. Un pensamiento que revela la búsqueda incesante del amor de Dios y la imperfección humana en alcanzarlo plenamente.

San Agustín reconoce que el amor que podemos brindar a Dios es imperfecto, incompleto. No se puede cuantificar la distancia que lo separa del amor que Dios nos ofrece. Esta humildad es crucial en la espiritualidad católica. No se trata de una autocomplacencia, sino de un honesto reconocimiento de la propia limitación. Implica una constante aspiración a crecer en el amor.

San Agustín anhela una vida completamente inmersa en la presencia y el amor de Dios. La imagen de "correr entre tus brazos" evoca seguridad, refugio, movimiento y dinamismo. No es una quietud estática, sino una vida activa, llena de propósito, pero siempre bajo la protección y guía de Dios. Este "correr" implica una entrega total y continua a la Voluntad de Dios.

Cuando nos indica "...y no me aparte hasta que sea escondida en lo escondido de tu rostro" muestra la culminación del anhelo del ser humano. La intimidad del amor más profundo a Dios es un anhelo que muestra el misterio insondable de la unión completa y definitiva con Él. Implica una trascendencia de la realidad terrenal y una entrada en la plenitud trascendente. Sugiere también la protección y el amparo que sólo se encuentran en la cercanía de Dios

En el contexto para la Evangelización Digital, esta frase es relevante porque nos recuerda la importancia de la humildad y la autenticidad. En un entorno digital, donde a menudo difundimos imágenes idealizadas de nosotros mismos, la honestidad de San Agustín sobre su propia imperfección es refrescante y atractiva. Nos invita a compartir no solo nuestras fortalezas y éxitos, sino también nuestras luchas y anhelos, creando así una conexión más profunda y genuina con los demás. Además, nos recuerda que el objetivo final de la evangelización no es simplemente transmitir información, sino guiar a otros hacia una relación personal y trasformadora con Dios. Tenemos que ser espejos de la Luz de Dios y para que eso sea posible, hay que ser humilde.

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