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Espiritualidad Católica - Nueva Evangelización

Limitados, pero asistidos por el Espíritu

Las Confesiones (10,8,15). San Agustín

Las Confesiones (10,8,15) San Agustín

Las Confesiones (10,8,15) San AgustínSan Agustín

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No soy yo capaz de abarcar totalmente lo que soy. De donde se comprende que es angosta el alma para contenerse a si misma (C 10,8,15) San Agustín

San Agustín comparte una reflexión profunda sobre la inmensidad del ser y la incapacidad de nosotros para auto-comprendernos. Expresa una profunda humildad intelectual y existencial. Sugiere que la complejidad del individuo es tal que ni siquiera uno mismo puede comprenderse de forma completa. Hay aspectos de nuestro ser —nuestras motivaciones más profundas, nuestro potencial, incluso nuestra verdadera esencia— que permanecen ocultos o son demasiado vastos para ser aprehendidos en su totalidad por nuestra propia conciencia. Es el reconocimiento de que somos diferentes de lo que creemos ser o podemos percibir. Si no podemos abarcarnos, es porque nuestro entendimiento es "angosto" y limitado. Es decir, la mente es demasiada pequeña para contener la vastedad del ser.

Este pensamiento agustiniano nos dice que la razón humana, por sí misma, tiene límites para comprender realidades más allá de lo puramente empírico o conceptual. Hay aspectos de nuestra existencia que trascienden la lógica y la introspección superficial. Siempre hay algo más que descubrir sobre nosotros mismos, un potencial o una profundidad que nunca llegamos a agotar. Hay una parte de nuestro ser que es de origen divino y está conectada a la trascendencia, y que por lo tanto no puede ser completamente contenida por la finitud humana. La mente, aunque es lo que nos define, no es suficiente para contener su propia magnitud si esta tiene una raíz más allá de lo meramente humano.

La frase nos invita a la humildad ante la propia existencia y a reconocer que no tenemos el control total ni el conocimiento absoluto sobre nosotros mismos. Es una bella manera de expresar la paradoja de la autocomprensión: cuanto más intentamos conocer nuestra esencia, más nos damos cuenta de su vastedad y de nuestras propias limitaciones para abarcarla por completo. La mente, aunque sea el asiento de nuestra identidad, es al mismo tiempo demasiado pequeña para comprenderse plenamente en toda su magnitud.

Necesitamos del Espíritu Santo para penetrar en el inmenso misterio de lo creado por Dios. Necesitamos de la Gracia de Dios, para que la Esperanza no desaparezca. Necesitamos a Cristo junto a nosotros. Necesitamos orar a Dios para que no perder la comunicación entre lo eterno y la limitación de nuestro ser.

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