Religión en Libertad


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Cuando se dice que no todo en nosotros es blanco o negro se termina justificando vivir en lo que llaman “grises”.

Mejor decir que en nosotros hay una zona intermedia de luchas entre lo blanco y lo negro. Un combate espiritual muy fuerte que a veces vencemos y otras perdemos.

Para ganar en ese combate necesitamos la ayuda de la gracia. Dios está de nuestro lado y quiere salvarnos. Por eso en la lucha le pedimos “no nos dejes caer en la tentación”. Y cuando caemos “perdona nuestras ofensas” para que de nuevo nos levante y nos anime.

No somos nosotros los que nos justificamos de nuestros pecados ante un Dios acusador sino que nosotros nos acusamos de ellos para que Él nos justifique. Algunos dicen que pecar es humano. No. Cristo y María no pecaron. Pecar es demoníaco, la serpiente fue la primera.

Nuestra naturaleza está caída y por eso experimentamos la lucha de la embestida del mal espiritu contra nosotros. Es Cristo quien vence en nosotros. No se trata de hacer un mundo más humano, sino de “divinizarlo”, levantarlo, ayudando a otros desde las obras de misericordia.

Cuando descubres lo que Dios ha hecho por ti la pregunta que brota del corazón es: ¿qué voy a hacer yo por Él? De la fe y la unión con Él brotan esas obras. La Iglesia es un lugar de débiles que no solo están en su batalla personal sino que se lanzan a ayudar a otros débiles. Es el lugar donde nosotros, imperfectos, nos reunimos no para celebrar esa imperfección, sino para recordar que han sido redimidos por Cristo. Él ha dado la vida por nosotros para que no vivamos ya en el negro ni andemos contentos justificando la mediocridad gris.

Quiere que vivamos con su gracia en una vida de santidad, esa la vida blanca para cual hemos sido creados, esa que será la vida eterna en el cielo. “Recibid ahora la vestidura blanca (…) conservadla sin mancha hasta la vida eterna”, se nos ha dicho en el Bautismo.

El precio por lavar esa vestidura blanca cuando nosotros vence el negro es muy caro, tanto que nosotros no podemos pagarlo. Pero Cristo si: “esos son los han lavado sus vestiduras en la sangre del Cordero”, dice Apocalipsis refiriéndose a Los Santos. Ocurre en cada confesión.

Cristo verdaderamente llegó a la sangre, dando hasta la última gota que salió de su costado. Nosotros tenemos grandes combates, sin embargo: “Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado”, dice Hebreos. Cuando te metes mucho en tu piensa en Él.

Recuerda que el que el blanco venza es pura misericordia de Dios que no quiere condenarme sino salvarme. Se sirve de todo, hasta de lo malo que nos pasa, para ello. Porque, como dice San Ireneo, “la Gloria de Dios es que el hombre viva”. Esa es nuestra vocación. Él te bendiga.

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