España salvó más judíos que todas las democracias juntas

España salvó más judíos que todas las democracias juntas
La declaración, referida al Holocausto de judíos ejecutado por los nazis alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, pertenece a la persona más autorizada que existe para realizarla. Para empezar, un judío; para seguir, un historiador; en tercer lugar, un ministro de Asuntos Exteriores de Israel; en cuarto lugar, un socialista, militante del Partido Laborista Israelí al que por lo tanto ningún afecto unía al Régimen del país del que hablaba; en quinto lugar, un embajador israelí en España; y para terminar, en un año, 1991, en que la dicha frase más bien estaría llamada a granjearle antipatías y problemas que simpatías y alabanzas: hablamos de Shlomo ben Ami, que la pronunciaría en una entrevista para la revista “Época”, en dicho año 1991.

No es la única persona de parecido rango que realizaría una afirmación, si bien no tan contundente, si por lo menos similar en cuanto a su contenido. Siendo ministra de Asuntos Exteriores israelí, la luego primer ministro de su país, Golda Meir, declararía:
“El pueblo judío y el Estado de Israel, recuerdan la actitud humanitaria adoptada por España durante la era hitleriana, cuando dieron ayuda y protección a muchas víctimas del nazismo”.

Shlomo ben Ami, embajador de Israel en España
Celebramos hoy el octogésimo aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, sito en Polonia, evento que será conmemorado con una importante reunión de mandatarios internacionales, entre los cuales el Rey de España, lo que se nos antoja una excelente ocasión de rememorar lo que fue la labor del único país que tendió la mano al pueblo judío en semejante circunstancia: España. Como señalaría Israel Singer, actual Presidente del Congreso Mundial Judío, en entrevista a El Mundo de 17 de diciembre de 2005, “ignorarlo es ignorar la Historia”.
La mejor información al respecto la ofrecen dos libros. El primero se titula “Franco y el Holocausto”, escrito en 2001 por el alemán Bernd Rother, miembro del Centro Moses Mendelssohn de estudios judíos europeos de Potsdam e investigador en la Fundación Willy Brandt. Pues bien, en su obra y sobre el tema que nos ocupa, puede leerse lo siguiente:
“Hagamos balance con España. Entre 20.000 y 35.000 judíos pudieron pasar la frontera española (legal o ilegalmente) como refugiados [...] En Francia, entre 1943 y 1944, España reconoció a unos 500 judíos como ciudadanos españoles [...] En Grecia vivían al comienzo de la guerra unos 700 judíos españoles. De éstos, 367 fueron repatriados [a España se entiende]. En Hungría se protegió a unas 3.500 personas; ninguna de ellas era de nacionalidad española” (pág. 408).
El segundo libro es un clásico del tema. Se titula “España, Franco y los judíos”, escrito en 1974 por el judío nacido en Viena Haim Avni, cuya aversión por el régimen es mayor aún, si cabe, que la de Rother. Pues bien, en él se vierten afirmaciones como las siguientes:
“Se puede calcular que se salvaron pasando por España durante la primera mitad de la guerra unos 30.000 judíos” (pág. 89).
Llama la atención el hecho de que este período de la guerra, su primera mitad, es aquél en el que todo apuntaba a que Alemania sería el vencedor de la contienda, dicho sea para cuántos pudieran sucumbir a la tentación de pensar que la política de salvamento judío del régimen fue una política oportunista realizada al final de la guerra, cuando todo aseguraba que Hitler la perdería.
Señala también Avni:
“El número de judíos salvados en España durante 1944 puede llegar a lo sumo a 1.500, y por tanto, entre el verano de 1942 y el otoño de 1944, el máximo será de 7.500” (pág. 123).
Y más adelante, en la página 172:
“El número total de judíos salvados como consecuencia de la protección española en Hungría, Bulgaria y Rumanía fue de unos 3.000. A esta cifra hay que añadir los 235 súbditos españoles de Atenas que se salvaron por medio de la protección que Sebastián Romero Radigales, en nombre de España, les proporcionó de manera desinteresada”.
Una suma que arroja un balance total de 40.735 judíos salvados por el Régimen.
Algunos historiadores españoles han intentado presentar la acción como producto del trabajo de unos diplomáticos lunáticos que, contraviniendo incluso las instrucciones recibidas, actuaban al margen de un régimen que, a pesar de ese despotismo y esa omniubicuidad que esos mismos historiadores se afanan en demostrar, no se enteraba de lo que ocurría ni en sus fronteras ni en sus embajadas.
Pues bien, en su obra “En nombre de Franco” presentada en 2013, el escritor y periodista Arcadi Espada (al que pocos en España tildarían de franquista), en colaboración con Sergio Campos, en la página 92 del citado libro, nos presenta una extraordinario descubrimiento: la instrucción emitida por el ministro de Asuntos Exteriores español, José Félix Lequerica, -en calidad, a no ser que queramos creer que como los diplomáticos, también actuaba en rebeldía contra ese tremendo dictador que no se enteraba de nada, de componente del Gobierno presidido por Francisco Franco-, al diplomático español Ángel Sanz Briz, destinado, como es bien conocido, en la embajada española en Budapest:
“Sírvase V.E [es decir, Sanz Briz] informar en qué forma se puede atender a lo solicitado con mayor espíritu de benevolencia y humanidad y tratando de buscar soluciones prácticas para que la actuación de esa Legación resulte lo más eficaz posible y abarque en primer lugar a los sefarditas de nacionalidad española, en segundo lugar a los de origen español y finalmente, al mayor número posible de los demás israelitas”.
Instrucción que es, per se, suficientemente clara y precisa, pero que, por si no lo fuera, todavía será reiterada por el ministro, de manera aún más taxativa, cuando Sanz Briz informa al ministro de que en Hungría no hay sefardíes, y que la única fórmula de protección eficaz de los perseguidos era la de proveerlos de pasaportes españoles.
El 27 de octubre el ministro enviaba el siguiente telegrama:
“Muy urgente. Apruebo fórmula que propone, poniendo el mayor empeño en que la protección sea eficaz y autorizándole ampliamente para hacer lo necesario para ello”.
La labor realizada por el Régimen que entonces gobernaba España fue absolutamente encomiable, aunque como es esperable dados los tiempos que corren, haya recibido nulo reconocimiento y menor homenaje todavía. De entre los 28.486 personas declaradas Justo entre la Naciones, el reconocimiento que otorga el Museo del Yad Vashem a las personas que hicieron algo para el salvamento de judíos del Holocausto nazis durante la segunda Guerra Mundial, sólo nueve son españolas, esto es un 0,03% del total, en otras palabras, una de cada tres mil, cuando, probablemente, el total de las demás personas distinguidas con el citado premio no hayan salvado, todas juntas, tantos judíos como salvaron España y su Gobierno.
El octogésimo aniversario de la liberación del campo nazi de exterminio de Auschwitz se presenta como el momento idóneo para recordar y rendir homenaje a la institución que, en todo el mundo, -repito, en todo el mundo-, más hizo por ayudar a los judíos en la hora terrible de su gran tribulación: el Gobierno español presidido por Francisco Franco. E incluso, de reclamar para dicho Gobierno, para su ministro de Asuntos Exteriores, José Félix Lequerica, y para su presidente, la más alta distinción existente para premiar los esfuerzos de cuantos salvaron judíos durante el Holocausto: el título de “Justo entre las Naciones” que otorga el Museo del Yad Vashem con sede en Jerusalén.
Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©Luis Antequera
Si desea ponerse en contacto con el autor, puede hacerlo en luiss.antequera@gmail.com