Religión en Libertad

Testimonio martirial en Toledo: «Nos animan a la entrega total»

Con Jorge López Teulón, postulador de la causa de los mártires de Toledo

El sacerdote Jorge López Teulón es postulador de los mártires de 1936-1939 en la archidiócesis de Toledo y bloguero en ReL (

El sacerdote Jorge López Teulón es postulador de los mártires de 1936-1939 en la archidiócesis de Toledo y bloguero en ReL ("Victor in vínculis")

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La persecución religiosa de 1936 a 1939 en España dejó una huella imborrable en la historia de la Iglesia católica. En la Archidiócesis de Toledo, 290 sacerdotes diocesanos, un subdiácono y cuatro seminaristas dieron su vida por su fe. 

Hace dos semanas, el 6 de noviembre, la Iglesia celebró la memoria de los 2.053 mártires de la persecución religiosa del siglo XX en España. 

En este contexto, hablamos con Jorge López Teulón, postulador de la causa de los mártires y colaborador de nuestro portal web con el blog "Victor in vinculis", quien acaba de presentar y publicar el IV volumen de «La persecución religiosa en la Archidiócesis de Toledo de 1936 a 1939», una obra que culmina más de dos décadas de estudio e investigación sobre este período oscuro de la historia de la Iglesia en España. 

Con el 90º aniversario de esa persecución a la vuelta de la esquina, en esta entrevista nos habla sobre el impacto de esta persecución y el testimonio de estos mártires.

La persecución religiosa en la Archidiócesis de Toledo (1936-1939). Cuarto tomo: Albacete, Guadalajara, Cazorla y Huéscar.

La persecución religiosa en la Archidiócesis de Toledo (1936-1939). Cuarto tomo: Albacete, Guadalajara, Cazorla y Huéscar.

.¿Cuál es el número total de sacerdotes diocesanos mártires identificados en la Archidiócesis de Toledo durante la persecución religiosa de 1936 a 1939?

-El Boletín Eclesiástico del Arzobispado de Toledo, con fecha del 25 de febrero de 1941, publicó el primer y único listado con nombres y apellidos y con el cargo que ostentaban los sacerdotes en el momento del martirio. Sobre esa lista hemos estado trabajando durante dos décadas para concluir con el estudio actual que arroja la cifra de 290 sacerdotes diocesanos, un subdiácono y cuatro seminaristas.

-¿Qué papel jugaron los sacerdotes y religiosos en la conservación de la fe y la tradición durante la persecución?

-La archidiócesis de Toledo, que a día de hoy todavía conserva dos arciprestazgos en la provincia de Badajoz y uno en la provincia de Cáceres, era extensísima: con arciprestazgos en la provincia de Guadalajara y en la de Albacete (diócesis que fue erigida en 1949) y con el arciprestazgo de Cazorla en Jaén y con el de Huéscar en Granada. Todo fue muy desigual. Las ciudades principales de Talavera de la Reina y Toledo habían finalizado los días de la Guerra Civil en el mes de septiembre de 1936, y en cambio, por ejemplo, zonas de La Mancha llegaron con frentes abiertos hasta los primeros meses de 1939.

»La diócesis quedó devastada: la cifra de 290 sacerdotes asesinados es la del 48% del clero. Y en la mayoría de las parroquias no pudo trabajarse hasta que terminó la guerra (lógicamente no hubo sacramentos al no haber sacerdotes… porque donde no los mataron es porque consiguieron huir). Y, sin embargo, aunque en la ciudad de Toledo no llegaron ni a tres meses de conflicto bélico, y fueron un centenar los religiosos y sacerdotes asesinados, enseguida se pudieron poner a reconstruir todo.

»Así que el principal papel fue precisamente el del derramamiento de la sangre -el valiosísimo testimonio martirial-. Por otra parte, fue muy numeroso también el número de los que vivieron en situaciones de persecución: huyendo de un lado para otro, estando escondidos en espacios reducidos… y que, poco a poco, al ir regresando según las zonas, pudieron ir levantando física (de muchísimos de nuestros templos solo quedaron las paredes) y espiritualmente la vida parroquial.

-¿Cómo se puede explicar la entrega y el sacrificio de los mártires en el contexto de la guerra civil española?

-Pues, lógicamente, explicando las raíces de persecución que venían del siglo XIX. Por hablar de hechos concretos, tan solo la noche del 17 al 18 de julio de 1834 fueron asesinados en la ciudad de Madrid ochenta religiosos. Tanto Lafuente, Menéndez Pelayo y Galdós recogen la copla que los asesinos cantaban en el asalto a los conventos: “Muera Cristo y viva Luzbel. Muera don Carlos y viva Isabel”. Eso sucede en el contexto de las guerras carlistas.

»Al comenzar el siglo XX, cómo no recordar que, durante siete días, del 26 de julio al 2 de agosto de 1909 en Barcelona y en otras ciudades de Cataluña, tiene lugar la llamada Semana Trágica: conventos, iglesias, monasterios y colegios religiosos ardieron por decenas. Se llegaron a profanar tumbas [son famosas las fotos de las religiosas momificadas expuestas en la puerta de su convento en el paseo de San Juan de la Ciudad Condal]. El anticlericalismo se había desatado sin freno.

»Con ello llegamos a mayo de 1931 [no ha pasado ni un mes del comienzo de la instauración de la II República española] y a la quema de conventos en muchos lugares de España.

»La llamada Revolución de octubre, en 1934, sumará 39 víctimas por persecución religiosa: seminaristas, sacerdotes y religiosos [los primeros santos: los mártires de Turón].

»Las víctimas que se cuentan en el semestre de enero a julio de 1936 serán el preámbulo del reguero de mártires ¡hasta 10.000! [12 obispos, 1 administrador apostólico, 4.184 sacerdotes seculares y seminaristas, 2.365 religiosos y 297 monjas] que se computan en el trienio de 1936-1939, el de la guerra civil española.

»Así que en el contexto de la guerra civil española podemos afirmar que hubo una esperada persecución (es absurdo el argumento de que a muchos les sorprendió la persecución y no les dio tiempo a huir) en la que nuestros mártires dieron un testimonio impresionante de entrega, fidelidad y fortaleza para entregar sus vidas. Es como si supieran que les tocaba a ellos en ese momento, y con creces, entregaron sus vidas.

-¿Qué impacto tuvo la persecución religiosa en la vida de la Iglesia en Toledo y en la sociedad en general?

-Como ya queda apuntado, no fue igual en Madrid o Barcelona que en zonas rurales, o en nuestra archidiócesis. En Madrid se llegó a crear una red de atención pastoral de socorro material y espiritual (por ejemplo, en algunas paradas del metro, un sacerdote de paisano esperar pacientemente para confesar).

»En Toledo, repito, el impacto fue devastador. El profesor Javier Paredes afirma que «los socialistas, los comunistas y los anarquistas, alentados por los masones, martirizaron a muchos más cristianos en España que todos los emperadores romanos juntos en las distintas persecuciones que llevaron a cabo en todo el imperio hasta el siglo IV». 

»El canónigo de Toledo, monseñor Jaime Colomina Torner, nos recordaba siempre que «desde que santa Leocadia alcanzó la palma del martirio el 9 de diciembre del 303 no se había vuelto a derramar sangre en la ciudad de Toledo por causa martirial». Mas, afirmamos que la persecución religiosa en España en el semestre de julio a diciembre de 1936 es la más sangrienta persecución —en menos tiempo— en toda la historia de la Iglesia.

»Ese fue el mayor impacto, el de la fidelidad, del que seguimos hablando hasta el día de hoy.

-¿Cómo se ha conservado en Toledo la memoria de los mártires a lo largo de los años y qué iniciativas se han llevado a cabo para dar a conocer su testimonio?

-Desde primera hora. No todas las diócesis cuentan con un martirologio. El venerado sacerdote e historiador Juan Francisco Rivera Recio tiene apuntes, a lápiz, donde habla de que en este pueblo o en esta zona todavía no se sabe lo que ha pasado porque sigue la guerra.

»Desde que en 1987 fueron beatificadas las carmelitas de Guadalajara, ciudad y arciprestazgo pertenecientes en 1936 a Toledo, el cardenal Marcelo González Martín escribió una pastoral preparando al pueblo fiel para aquel momento histórico. Las sucesivas beatificaciones de sacerdotes, religiosos y religiosas fueron creando ese obligatorio recuerdo a los hechos martiriales de los que se honra Toledo.

»Cuadros y fotografías de los mártires esparcidos por la geografía diocesana. Relatos, publicaciones, libros para dar a conocer sus vidas. La insistencia de celebrar con funerales las fechas de su martirio o la memoria litúrgica en el caso de los beatificados… 

»Las más de cien exhumaciones, que desde 2007 se vienen haciendo para conservar sus restos óseos y, en el caso de los beatos, preparar reliquias que hemos distribuido desde Tanzania a Perú y, lógicamente, en las parroquias de la archidiócesis.

-¿Qué mensaje cree que los mártires de la archidiócesis de Toledo tienen para la Iglesia y la sociedad actual?

-El de ser fieles. Y el de serlo en esta hora. A ellos la persecución los llevó a tomar la cruz, como Cristo nos avisa en el Evangelio, a la entrega de la vida, al pronunciamiento de un auténtico perdón. 

»Sus vidas, que hemos referido para que la conozcan en las parroquias, en los pueblos, nos hablan de una entrega vivida: los hay que escribían en los periódicos, por ejemplo, hablando del tema agrario y denunciando injusticias; que trabajaban en las parroquias en la defensa de los pobres, en la catequesis, en que Cristo y la Virgen fueran más conocidos y amados. Lo mismo que debemos hacer ahora. Solo que —como dice san Agustín— ahora son nuestros tiempos. Ellos desde el cielo nos animan a la entrega total. A la santidad.

-¿Cómo se relaciona el martirio de los sacerdotes y religiosos con la defensa de la fe y la identidad cristiana en España?

-Por algo que se obvia muchas veces a la hora de hablar de los mártires. Es el puro Evangelio: "Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28,18-20). Eso es lo que hicieron ellos muriendo porque España permaneciera católica. Por eso su testimonio es tan valioso en esta época. 

»El mundo está cansado de palabras y quiere testigos. Ellos son los primeros. La expresión tan mal entendida, morir por Dios y por España, significa esto. Los sacerdotes y religiosos mártires.

»Convivimos con gente de otras confesiones religiosas o que no creen. Y como dijo san Juan Pablo II, en Cuatro Vientos (Madrid) el 3 de mayo de 2003, las verdades se proponen, no se imponen. Pero, como los mártires, ¿somos testigos creíbles del Evangelio? Nos queda responder la pregunta para que Cristo sea cada vez más conocido de todos, como él quiere.

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