Dios, presencia interior
Dios es más íntimo a nosotros que nosotros mismos. Dios, en lo interior de la conciencia, habla, se manifiesta y nos encamina a la Verdad.
Dios, a quien hemos de buscar en lo interior, habita en el corazón.
Un cristiano es consciente de esa Presencia de Dios: la interioridad se hace el método conveniente para el acceso constante a Dios desechando un volcarse fuera por medio de los sentidos. ¡Entrar en lo interior! Esa Presencia de Dios regala la paz; esa Presencia de Dios es el regalo mayor.
Quien vive así, sin duda alguna, adquiere hondura, un peso específico, huyendo de la superficialidad y de la frivolidad. Llega a adquirir un "sentido habitual de la presencia divina". Esa interioridad -solos con el Solo- no es aislamiento, sino comunicación con la Presencia de Dios, y esa Presencia es una guía segura. Newman la vivió así:
¿Qué podríamos desear? ¿Qué podríamos pedirle hoy al Señor?