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Yasmin Oré y Jesús Urones

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Formación matrimonial

Lo que no debes hacer si estás casado(a)

Hay acciones que todo matrimonio cristiano debería evitar

PAREJA DE CASADOS

PAREJA DE CASADOS

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En este articulo hablaremos de lo que "no debemos hacer" como cónyuges, es decir aquellas acciones que deben evitarse para que nuestro matrimonio sea duradero, fiel y encaminado a la santidad hasta el fin de sus días.

1. No olvidarse de Dios

"La familia que reza unida, permanece unida", frase que decía el sacerdote estadounidense Patrick Peyton.

El matrimonio no es cosa de dos, del esposo y de la esposa, si asi fuera, entonces todos los matrimonios acabarían en divorcio, ya que "sin Cristo no podemos hacer nada" (Jn 15, 5), por ello hemos de afirmar que el matrimonio es cosa de tres: el esposo, la esposa y Dios. Solo desde aquí podemos entender la grandeza de este sacramento, solo desde aquí podemos entender que el matrimonio es un camino de santidad, y que dicha santidad se riega con la oración diaria, con vida de piedad, asistir a misa, adorar al santísimo, el rezo del rosario, existen infinidad de practicas cristianas que ayudan a no “olvidarse de Dios” en el matrimonio, pues hemos de recordar que también el matrimonio es una Iglesia doméstica, donde unos niños serán educados en la fe: si hay olvido de Dios, esos niños también se olvidaran de Dios.

Esta es tarea primordial del hombre, como cabeza de familia. San Agustín así lo enseña:

"Debe el hombre preceder a la mujer por el camino de Dios y darle ejemplo o motivo de imitación en santidad y en piedad; y que para eso siga el varón, él el primero, la gloria de Dios asumiendo su sabiduría" (De cat. rud. XVIII, 29: PL 40, 332).

2. No perder el romanticismo

Decía San Jose María Escrivá de Balaguer: "El amor es sacrificio. De modo que el casado tiene que amar a su mujer, y demostrárselo. ¡No seáis tacaños! Hay que ser un poco novios toda la vida; y si no, no va. Ir a casa cansado, poniendo una cara larga... ¡no va! Vuestra mujer necesita dos besos vuestros, cuando llegáis; pero sin comedia, con naturalidad, con afecto".

Esto quiere decir que siempre se debe estar enamorado de tu esposo/a, esta es una forma de no caer en infidelidades. El matrimonio que no pierde el romanticismo puede decir lo que enseña la Escritura: "Goza de la vida con la mujer amada" (Eclesiastés 9, 9).

3. No gritarse mutuamente

Se debe buscar evitar gritos que puedan dañar al otro. Aunque la vida sea dura, las situaciones difíciles, hay que evitar los gritos, debemos mantener la calma y moldear nuestro corazón al corazón de Cristo, y seguir la enseñanza paulina: "Tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús" (Flp 2, 5).

4. No discutir frente a los hijos

Sobre este punto, voy a citar lo que enseña el sacerdote Jose María Iraburu en su libro El matrimonio en Cristo:

"Nunca ofendas a tu cónyuge ni en lo más pequeño, ni de palabra, ni de obra, ni tampoco de pensamiento. Y menos delante de los hijos o de extraños. Si la furia te enciende el interior por lo que sea, vete a rezar, date un paseo o una ducha, y si lo prefieres, golpea tu cabeza contra la pared; pero no te desahogues hiriendo a quien más debes amar. No inviertas el orden de la caridad, mostrándote afable fuera de casa y guardando tu mal genio para los tuyos. Con todos tienes que ser bueno y agradable, pero ¡especialísimamente con tu cónyuge y tus hijos! «Ninguno vuelva a nadie mal por mal, sino que en todo tiempo haceos el bien unos a otros y a todos»" (1 Tes 5, 15).

»No haya entre vosotros peleas y disputas, y menos ante los hijos. «No salga de vuestra boca palabra áspera, sino palabras buenas y oportunas. Alejad de vosotros toda amargura, arrebato, cólera, indignación, blasfemia y toda malignidad»" (Ef 4 ,29-31). 

»No hagáis un infierno de vuestra convivencia. No forméis tormentas en un vaso de agua. Mirad que, si mutuamente os mordéis y os devoráis, acabaréis por consumiros unos a otros... «Y quienes tales cosas hacen no heredarán el reino de Dios»" (Gál 5, 15-21).

5. No entrar en conflicto con la familia política

Otro punto conflictivo suele ser la familia política. Se sabe que en la relación con la familia política pueden existir celos, rivalidades, egoísmos, pero lo mejor es siempre no buscar el conflicto o la guerra aunque en ciertas ocasiones se pueda tener la razón. El poner distancias en ciertos casos es más que prudente, pero hay que buscar en lo posible llevarse con respeto o al menos cordialidad, pues se trata de la familia de nuestro cónyuge. El silencio también ayuda, como dice Mt 19, 5: “Dos no discuten si uno no quiere”, y esto que parece un refrán tiene también su fundamento bíblico: "Honra es del hombre dejar la contienda" (Prov 20, 3).

6. No hablar mal del cónyuge con nadie

Es muy común encontrar a hombres hablando mal de su mujer, o a mujeres criticando a sus esposos cuando van a tomar café con sus amigas. Es muy fácil juzgar al otro cuando estás entre amigos, pero esto a la larga puede traer consecuencias nefastas para el matrimonio, pues quien te escucha, ¿qué pensará de ti? ¿Crees que te podrá aconsejar debidamente? El padre Iraburu, en la misma obra anteriormente citada, dice:

"«Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6, 36). Cuando esa persona, casándose contigo, se te entregó completamente, ella -más o menos consciente de sus muchos defectos-, confiando en tu amor, se puso inerme a merced de tu amor compasivo. Tened piedad el uno del otro, sed compasivos. Tú, mujer, necesitas que él te vea con piedad. Y tú, hombre, necesitas la misericordia de ella. Que los defectos de tu cónyuge te den pena, te inspiren compasión y ternura, deseos de ayudarle, de rezar por él. Pero ¡que no te den rabia! Y menos aún desprecio. No os juzguéis con dureza. Más aún, no os juzguéis de ningún modo. «No juzguéis y no seréis juzgados, porque con el juicio con que juzgáreis seréis juzgados, y con la medida con que midiéreis se os medirá. ¿Cómo ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?» (Mt 7, 1-3). ¿Acaso tú ves tus defectos con la misma lucidez con que ves los de tu cónyuge?"

7. No tener amistades íntimas del sexo opuesto

A veces algunos pueden pensar que el no acostarse con otra mujer ya significa que se ha guardado fidelidad. Sin embargo, la fidelidad no solo se pierde con el sexo, sino también con miradas coquetas, confianzas excesivas, cariños, regalos, etc. Muchas veces el tener amistades íntimas del sexo opuesto puede acabar en una falta de fidelidad porque todos somos humanos, tenemos concupiscencia y podemos caer en tentaciones. Nuestros mejores amigos o colegas deben ser nuestros esposos o esposas por encima de quien sea. 

En este punto sigamos el consejo de San Agustín:

"Los casados guardad la fidelidad conyugal a vuestras esposas; dadles lo que de ellas exigís. En cuanto varón exiges castidad a tu esposa; dale ejemplo, no consejos. Tú eres la cabeza, mira por dónde vas; debes ir por donde ella pueda seguirte sin peligro; aún más: debes andar por donde quieres que ella te siga. Exiges fortaleza al sexo menos fuerte; ambos tenéis la concupiscencia de la carne; el más fuerte sea primero en vencerla. Y, sin embargo, doloroso es decir que muchos varones son aventajados por sus mujeres" (Sermón 132).

Y también vuelvo a citar la obra El matrimonio en Cristo:

"La fidelidad es siempre amor, amor que sabe permanecer sin negar su propia verdad. La fidelidad es siempre verdad, abnegación y coraje. Y la gran fidelidad perseverante, la que dura toda la vida, la que ha mantenido unidos a esa pareja de ancianos esposos que atraviesan la calle tomados de la mano, está edificada en muchas pequeñas fidelidades diarias, y también en arrepentimientos y perdones. Lo repito, es siempre posible. Exige, eso sí, una ascesis diaria, una custodia cuidadosa del corazón, una alimentación permanente del amor mutuo, una práctica generosa del perdón, en fin, una renovación continua de la originaria y recíproca donación personal. Por lo demás, ser digno de la condición humana requiere a veces esfuerzos heróicos".

8. No terminen una discusión sin pedirse perdón

Aprende a perdonar "setenta veces siete", es decir, como Dios nos perdona a nosotros, continuamente. Sé en esto imagen perfecta de Dios misericordioso. Él te perdona "diez mil talentos" ¿y tú no perdonarás los "cien denarios" que tu cónyuge te adeude? (Mt 18, 21-34)... Sea tu perdón muy gentil y discreto, de tal modo que ni se vea que perdonas. Sea tu perdón muy rápido; en lo posible, simultáneo con la ofensa. Sea tu perdón aún más rápido y, simplemente, no te ofendas, y así tu perdón se anticipará a la ofensa. No andes haciendo cuestión de dignidades y precedencias: "Es a ella a quien lo corresponde dar el primer paso», que si el Señor hubiera andado en ésas con nosotros, aún estaríamos sin reconciliar con Él".

9. No dejar de pensar en el otro

Otra forma de evitar posibles infidelidades es pensar siempre en el otro, priorizarle o preferirle más que a tus amistades, a otras compañías, demostrando asi que le aprecias y dedicas tiempo. 

San Juan Crisóstomo nos enseña sobre esto:

"Demuéstrale que aprecias su compañía y que prefieres estar en casa que en el mercado. Estímala en presencia de tus amigos y de tus hijos. Elógiala y admira sus buenas acciones; y si alguna vez hace alguna tontería, aconséjala con paciencia. Orad juntos en casa y id a la iglesia; cuando volváis a casa, preguntaos mutuamente el significado de las lecturas y de las oraciones. Si vuestro matrimonio es así, vuestra perfección rivalizará con la del más santo de los monjes" (Homilía 20 sobre Efesios).

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