La Sabana Santa vista por la ciencia (IV)

Imagen de amapola, polen y flor.
María José Luciáñez, titular de zoología en el departamento de biología de la Universidad Autónoma de Madrid, presentó en el III Congreso de la Sociedad de Científicos Católicos de España una charla sobre el análisis de los granos de polen en la Sábana Santa. Los estudios del polen empezaron en los años 70 con Max Frey, un criminólogo suizo que encontró granos de polen en proporciones variables, con algunas zonas donde había una mayor presencia y otras con mayor escasez. Para ello empleó un método basado en presionar la tela mediante el que logró extraer los granos, aunque lo cierto es que muchos de ellos estaban deteriorados debido al paso del tiempo.
Con todo, Frey fue capaz de identificar hasta 58 tipos de polen proveniente de diversas regiones, tales como Jerusalén, Palestina, Constantinopla, Edesa, y también resulta muy importante saber que más de la mitad provenían de próximo Oriente. Otro descubrimiento muy destacado fue la abundancia de plantas desérticas y plantas del lago de Genesaret y del Mar Muerto. Jerusalén se encuentra en una zona limítrofe entre la vegetación típicamente mediterránea y la desértica y pedregosa, y Frey logró identificar una serie de plantas cuyas zonas de distribución se sitúan en torno a Jerusalén.
En cuanto a las dificultades y críticas al trabajo de Frey, se mencionan varios puntos. Uno de los principales es la precisión en la identificación de los granos de polen hasta el nivel de especie, lo cual es extremadamente complicado, especialmente considerando que muchos de los granos estaban deteriorados. Además, algunos expertos argumentaron que, en lugar de asignar el polen a especies específicas, hubiera sido más adecuado hacerlo a nivel de familia o género, lo que hubiera resultado en un análisis más fiable. Pero a pesar de estas críticas, y a que posteriormente se ha descubierto que alguno de los tipos de polen estaba mal identificado, varios investigadores de prestigio reconocen que las medidas se realizaron de forma bastante correcta.
A lo largo de los años, otros investigadores han continuado los estudios sobre el polen de la Sábana Santa y han ayudado a conocer mejor este asunto. Entre ellos podemos destacar a Marzia Boi, una botánica italiana que ha trabajado extensamente en la identificación de granos de polen de tumbas antiguas, como las de los reyes del siglo primero. Boi utilizó las preparaciones y fotografías microscópicas de Frey, comparándolas con sus propios conocimientos y con los resultados de otros estudios. De esta manera pudo verificar con más exactitud los tipos de polen y descubrir que las plantas más abundantes en la Sábana Santa están asociadas con rituales funerarios típicos de la época. Estas plantas eran utilizadas en ungüentos y como incienso, y se aplicaban sobre los cadáveres en prácticas funerarias que ayudaban a evitar la descomposición. Además, los estudios de Boi han demostrado que las proporciones de estas plantas coinciden con las que Plinio el Viejo y Dioscórides describen en relación con los enterramientos de Jerusalén en el siglo I.
En conclusión, los estudios sobre el polen de la Sábana Santa han sido fundamentales para comprender los rituales y el ambiente del primer siglo en Jerusalén. A pesar de las críticas y las dificultades inherentes a la identificación precisa de los granos de polen, los avances científicos han permitido una mejor interpretación de los datos, a la vez que han reforzado la conexión de la Sábana con los ritos funerarios del periodo antiguo.