Miércoles, 24 de abril de 2024

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Admiración y escándalo

Admiración y escándalo

por Kairós Blog

Es curioso comprobar cómo Jesús es capaz de generar admiración y escándalo a su alrededor, al mismo tiempo:

“Fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga. La gente decía admirada: «¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?». Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les dijo: «Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta». Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe.” (Mt 13,54-58)

Es importante comprender que toda persona, ante el Señor, debe tomar partido. San Mateo señala con claridad tres grupos de personas: los discípulos que siguen a Jesús de cerca; la muchedumbre que le sigue de lejos; finalmente, las autoridades religiosas que traman asechanzas contra Él.

¿En cuál de los tres grupos te encuentras? Si te sucede algo similar a los habitantes de Nazaret que experimentan admiración y escándalo, quizás es signo de que aún no le conoces personalmente porque le sigues de lejos. Tu falta de fe no le permite hacer milagros en tu vida todavía, aunque el primer y mayor milagro siempre será un corazón transformado y enamorado que se ha encontrado con Cristo.

Jesús no es alguien inofensivo o simplemente un tipo simpático que puede despertar admiración. Se trata de alguien asombroso e inexplicable, cuya compasión resulta escandalosa para muchos. Jesús no deja a nadie indiferente, y por donde Él pasa hay controversia y revolución. No es alguien legalista ante quien tenemos que ver si cumplimos para constatar si estamos dentro o fuera del club. Se trata del gran libertador que ha venido a liberar a los cautivos; es Dios incomparable y admirable.

Soy consciente de que mi vida ya nunca ha sido la misma desde que me encontré por primera vez con el Señor, hace casi 27 años; sin embargo, no vivo mi fe de lo que sucedió ayer, sino que cada día es el tiempo propicio para seguir creciendo hasta llegar a la medida de Cristo en su plenitud (Ef 4,13). Nunca me he conformado ni he permitido que lo sagrado se vuelva ordinario en mi vida. No puedo acostumbrarme a que una vida en el Espíritu, sobrenatural, se vuelva común.

Cuando sigues a Cristo de cerca, esto es el discipulado, tu vida ya no es igual. Quizás empieces a suscitar debates, despertar sospechas o incluso llegues a incomodar la teología de algunos. No se trata de provocar nada de esto, sino de vivir una fe genuina y auténtica de tal manera que la indiferencia no tenga nunca cabida. El mismo Jesús afirmó que podemos estar con Él o contra Él, sin medias tintas.

“Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero porque eres tibio, ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca. Porque dices: «Yo soy rico, me he enriquecido, y no tengo necesidad de nada»; y no sabes que tú eres desgraciado, digno de lástima, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas; y vestiduras blancas para que te vistas y no aparezca la vergüenza de tu desnudez; y colirio para untarte los ojos a fin de que veas. Yo, a cuantos amo, reprendo y corrijo; ten, pues, celo y conviértete. Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.” (Ap 3,15-20)

Esta Palabra del Señor representa una gran esperanza y una gran oportunidad para despertar y tomar acción. No dice que ya no tengas solución o que ya te haya vomitado de su boca, sino que se trata de un toque de atención que nos puede ayudar a corregir y enderezar nuestros pasos. Ten en cuenta que la última frase sigue siendo una invitación a escucharle de verdad y abrir la puerta del corazón para que Él se convierta en el centro de tu existencia.

Cuando le dejas entrar en tu casa y os ponéis juntos a la mesa para cenar, descubres lo mismo que los discípulos de Emaús: tu corazón se enciende en el fuego de su amor y tus pasos cambian de dirección. La Sagrada Escritura y la Eucaristía darán luz a tu alma y traerán consuelo a tu vida. De esta manera tu fe se fortalecerá y así le darás permiso al Rey de reyes y Señor de señores para que pueda obrar milagros en tu favor.

 

Fuente: kairosblog.evangelizacion.es

 

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