Jueves, 25 de abril de 2024

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¿Por qué los católicos adoramos a otros dioses?

por Cuando el río suena...

Hay una cosa que a día de hoy todavía no deja de sorprenderme, es lo profundamente supersticiosos que somos en la Iglesia, es un tema complicado y extenso que trataré de simplificar muchísimo aquí.

Lo primero, hay dos afirmaciones fundamentales:

“Adorarás al Señor tu Dios y a él sólo servirás” (Lucas 4, 8 / Dt. 6, 13)

”Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primer y más grande mandamiento” (Mt. 22, 37-38 / Dt. 6, 5)

Solo tres cosas: adorar, amar y servir a un solo y único Dios, que dió su vida por nuestra salvación. Cuando partimos de una relación personal, no parece algo tan complicado pues estas tres acciones son la respuesta a un amor real y palpable de un Padre amoroso que nos trata como a la niña de sus ojos. Es sencillo, es posible, es gustoso… El problema viene cuando no nos basta con esto, cuando por más que se nos diga y rediga que esto es pura gracia, seguimos intentando añadir cosas al regalo, porque en el fondo somos incapaces de creérnoslo del todo.

En este punto es cuando aparece nuestra inseguridad y falta de fe, y así, llenamos nuestra práctica religiosa de supersticiones y cábalas que empañan la fe sencilla y pura que Él nos enseñó.

Recuerdo una vez un curso Alpha en el que estaba colaborando; era un grupo atípico porque todos eran católicos, la mayoría de misa diaria (y Alpha es principalmente para gente alejada de la fe, que tiene dudas y quiere vivir una experiencia de cristianismo). El caso es que en uno de los debates que se hacen después de cada tema, solté la siguiente pregunta: Si el cristianismo dice que Dios es Trino, ¿con qué persona de la Trinidad te relacionas más?

Resumiendo, la respuesta más o menos generalizada fue la siguiente: “Pues bueno, lo de la Trinidad para mi no funciona así. Está Dios, al que le pido algunas cosas, luego están los santos, a quienes pido su intercesión dependiendo del santo que sea y en lo que se especialice, y luego, claro, está la Virgen, que con ella me llevo mejor porque es mujer y madre y me entiende (en esto todas las mujeres estaban de acuerdo)” ¡No soy capaz de expresar la cara que se me quedó! ¿¡En serio!? ¿Este es el Dios al que conoces, amas, adoras y sirves? ¿Esa es tu Trinidad?

En otra ocasión y en otro contexto, nos tocó a mi marido y a mí orar imponiendo las manos sobre una mujer de iglesia, muy devota. Cuando le preguntamos por qué quería que oráramos nos dijo: “Quiero que oréis por mi hijo porque está perdido”. Yo, algo preocupada, le pregunté: “¿Quieres compartirnos qué está pasando en su vida? A lo que ella respondió: “Mi hijo está siendo usado por el demonio porque comulga en las manos…” Nunca olvidaré lo grande que abrió los ojos mi marido y la mini bronca que le echó: “No fulana, no, no y no; ¡si la Iglesia lo permite no puede ser del demonio!!!!

Y entonces piensas: “¿De verdad esta mujer conoce al Señor que yo he conocido? ¿o es otro?” Porque no me imagino al Dios verdadero preocupándose por esas cosas…

En otra ocasión, alguien me llamó por teléfono muy preocupada porque había hecho una promesa al Señor de no beber Coca Cola si le concedía algo que ella necesitaba, su problema era que Dios le dio aquello que pidió, pero ella se había tomado una Coca Cola y quería seguir bebiendo el refresco famoso durante el resto de su vida, y me decía muy afligida, casi llorando, que era su único vicio, que no podía dejar de tomarla, que “ahora ¿qué iba a hacer con Dios?” Yo no sabía si reirme o llorar… ¿De verdad ese es el Dios que conoces? ¿¿¿El que te va a borrar de su lista porque bebas Coca Cola???

Podría escribir varias páginas de anécdotas como estas que me vienen a la cabeza ahora mismo, y no me dan risa sino que me indignan y entristecen profundamente. ¿Qué hemos enseñado a la gente? ¿Qué Dios les hemos mostrado? ¿Qué tipo de fe les hemos transmitido? 

Y nos conformamos diciendo que no pasa nada, que vienen a misa, se confiesan y comulgan. ¿De verdad nos conformamos con este tipo de fe, infantilizada, enana, que no genera frutos ni crecimiento espiritual verdadero?

He oído a muchos decir que es mejor esto que nada. Pues, ¿sabéis qué? No es mejor, es un drama, es terrible que haya un alto porcentaje de cristianos supersticiosos, enanos espirituales, que no conocen ni de lejos al Dios de la Palabra, al Jesús que está vivo hoy, al que es capaz de darnos un corazón nuevo y un Espíritu nuevo, quien no pone cargas pesadas sobre nuestros hombros, porque su yugo es ligero. Es tremendo cambiar al Dios verdadero por un ídolo hecho de culpa, miedo y superstición. 

Lo siento pero no me conformo con una fe que no esté centrada en Cristo, no es suficiente una fe débil y distorsionada, no me valen los “cristianos” que no sean auténticos discípulos, no quiero adorar una imagen sin vida de un Dios lejano, insaciable y acusador, al que nunca seré capaz de complacer. 

No; no adoraré, ni amaré, ni serviré a otro Dios que al verdadero Dios…

...aunque me cueste alguna discusión acalorada y que me nombren persona non-grata en algún que otro grupo. Y si me preguntan, os digo que ni es oro todo lo que reluce, ni podemos contentarnos con prácticas y actitudes externas que en el fondo tratan a Dios como un muñeco.

Y sí alguno no está conforme, que se lea la Palabra de Dios y lo contraste con lo que dice la Iglesia, fiel depositaria de la revelación.

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