Miércoles, 24 de abril de 2024

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Reflexionando sobre el Evangelio Lc 1,39-45.

Ya nace el Señor, tengamos esperanza

Ya nace el Señor, tengamos esperanza
Isabel y María. Nueva Evangelización

por La divina proporción

¿Qué podemos encontrar en el Evangelio de este domingo? El mundo del siglo XXI corre a gran velocidad a todas partes, sin sentido alguno. Las apariencias son más importantes que las realidades y la Verdad. Los medios de comunicación nos llenan los sentidos de deseos humanos y nos ofrecen mil maneras de satisfacerlos. ¿Dónde encaja el nacimiento de Cristo en todo esto? La primera lectura, del profeta Miqueas, termina afirmando que:

El se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad del nombre del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque él será grande hasta los confines de la tierra. ¡Y él mismo será la paz!

Miqueas no habla de que la presencia de Dios traerá paz, tranquilidad y fortaleza de ánimo. Hoy en día no es frecuente encontrar paz, tranquilidad y fortaleza de ánimo. Aunque el Señor no nos ha dejado, nosotros hemos olvidado la presencia del Señor. La santísima Virgen María fue a ver a su prima Isabel y lo hizo llevando a Cristo en su seno. De la misma forma, la Iglesia lleva a Cristo a todos aquellos que están dispuestos a aceptar a Cristo en su vida. Pensemos en la Iglesia como todo aquel que ha sido convocado al Banquete y ha dejado las urgencias cotidianas para unirse en Cristo. Todo aquel que lleva a Cristo en su interior, lo puede llevar a quien necesita su presencia.

La evangelización parte justamente de una realidad similar a la que el Evangelio nos señala. Dejar lo aparente e insustancial para llevar la Palabra a todo aquel que necesita paz, tranquilidad y fortaleza. Cristo mismo es la Paz que nos llena de gozo y da sentido a la espera que estamos realizando. Cristo es la Tranquilidad de espíritu que nos permite caminar sin pensar en todas las vacías apariencias que el mundo moderno nos ofrece. Cristo es la fortaleza que nos permite seguir adelante llevando el Evangelio a todo lugar y persona. 

Aprended también, vírgenes, de la humildad de María. Viene la cercana a la próxima, la más joven a la más anciana. Y no sólo viene, sino que también saludó la primera, por lo que sigue: "Y saludó a Isabel". Conviene, pues, que cuanto más casta sea una virgen, más humilde sea y deferente para los superiores en edad. Debe ser maestra en humildad la que profesa la castidad. Hay también una causa de piedad, porque el superior viene al inferior para asistirlo. María viene a Isabel, Cristo a Juan. (San Ambrosio. Sobre San Lucas)

Aprendamos de la Virgen María, como primera evangelizadora. Ella nunca buscó protagonismo ni ser alabada. Era y es, instrumento de Dios para la salvación del mundo. ¿Qué somos nosotros? Muchas veces somos vientos y tempestades que alejan y maltratan a nuestros hermanos. Nos cuesta aceptar que Dios no es nuestra herramienta personal. Como San Ambrosio indica, María va a Isabel de forma similar a Cristo va a Juan el Bautista. De igual forma nosotros deberíamos llevar el Evangelio a todo aquel que necesita a Cristo.

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