Lunes, 07 de octubre de 2024

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Nueva Evangelización. Un desafío lleno de dones

Nueva Evangelización. (III) Fundamentos del método

Nueva Evangelización. (III) Fundamentos del método
Nueva Evangelización - Fundamento al Método

por La divina proporción

Volvamos al texto de la conferencia sobre la Nueva Evangelización, que el Card. Joseph Ratzinger pronunció en el año 2000. El siguiente tema tratado en la conferencia es el método que debemos emplear para llevar a cabo la Nueva Evangelización. Pero ¿Qué es método? Método, según la RAE, es: “Modo de obrar o proceder, hábito o costumbre que cada uno tiene y observa”. También se puede definir como : “Procedimiento que se sigue en las ciencias para hallar la verdad y enseñarla”. En resumen, el método para la Nueva Evangelización es un conjunto de bases que debemos seguir para anteponer a Cristo y compartirlo con los demás.

Para determinar el método, lo primero que nos señala el Card. Ratzinger es que “No buscamos atención para nosotros, no queremos aumentar el poder y la extensión de nuestras instituciones, sino servir al bien de las personas y de la humanidad, dando espacio a Aquel que es la Vida”. Buscamos: “hacer accesible y comprensible la voz del Señor”. Buscamos que el protagonista sea Cristo. San Juan el Bautista, prototipo de evangelizador, decía: “Es necesario que Él crezca y yo disminuya” (Jn 3,30). Cuando decimos que la voz del Señor debe ser accesible y comprensible, no se trata de cambiar el Mensaje para que sea más fácil de aceptar en la sociedad del siglo XXI. El objetivo es transmitir la Buena Noticia en el siglo XXI.

Hoy en día abundan adaptaciones de los Evangelios. Adaptaciones que olvidan o borran lo que desagrada y maximizan todo lo que es agradable de escuchar. Dicen que esto ayuda a que el ser humano acepte la fe; pero al retocar el Evangelio, lo que proponemos no es la fe completa y verdadera, tal como Cristo nos la entregó. El Card. Ratzinger lo tiene muy claro, indicando que: “Esta renuncia al propio yo, ofreciéndolo a Cristo para la salvación de los hombres, es la condición fundamental del verdadero compromiso por el Evangelio”. La Nueva Evangelización debe llevar a todos el Mensaje Cristiano, tal cual lo hemos recibido. Si algo debemos minimizar o hacer desaparecer, es a nosotros mismos y nuestro protagonismo: “...evangelizar  no  es simplemente una forma de hablar, sino una forma de vivir: vivir en la escucha y hacerse voz del Padre” [...] “De esta ley de renuncia al yo se siguen consecuencias muy prácticas”. De hecho, el método que se propone sigue esta renuncia al yo, tal como Cristo nos mostró en su vida.

Todo lo que hagamos y digamos para evangelizar debe centrarse en Cristo y en la Esperanza que nos transmite el Evangelio. Debemos utilizar los medios de comunicación que tenemos actualmente a nuestra disposición, pero debemos utilizarlos maximizando a Cristo y minimizando nuestro protagonismo. Para que nuestro ego no se dedique a proponer que somos nosotros los líderes a seguir, lo mejor es partir del silencio interior y la oración. En la conferencia esto se indica claramente de una forma real:

"Jesús predicaba de día y oraba de noche". Con esta breve noticia quería decir: Jesús debía conseguir de Dios a los discípulos. Esto mismo es válido siempre. No podemos ganar nosotros a los hombres. Debemos obtenerlos de Dios para Dios. Todos los métodos están vacíos sin el fundamento de la oración. La palabra del anuncio debe siempre sumergir en una intensa vida de oración. (Joseph Ratzinger. Conferencia sobre la Nueva Evangelización - 2000)

Sí, el silencio que nos permite orar. ¿Orar? Cristo oraba en silencio de noche. Esto le permitía acercarse al Padre y suplicarle fuerzas para seguir adelante y al mismo tiempo, fuerzas para dejar el ego a buen recaudo. Para que la Semilla del Evangelio germine en nuestro ser, debe caer a tierra y morir (Jn 12,24). "No se dará otro signo que el signo del profeta Jonás" (Lc 1,29), dijo el Señor. El signo de Jonás es Cristo crucificado. Ante Él, toda rodilla de doble. ¿Cómo orar? Leamos de nuevo la parábola del Publicano y el Fariseo (Lc 18,9-14). Ambos oraban, lo hacían de forma muy diferente. La oración que nos acerca a Dios no es la del fariseo, sea para darse gloria a sí mismo, sea para dolerse de cómo le maltratan los malvados que no le dan la importancia que él cree tener.

¿Cómo desarrollar acciones para la Nueva Evangelización siguiendo lo que el Card. Ratzinger nos indica? No es sencillo. Lo trataremos en los siguientes posts de esta serie que estoy dedicando a la Nueva Evangelización.

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