Jueves, 03 de octubre de 2024

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Nueva Evangelización. Un desafío lleno de dones

Nueva Evangelización (VII). Estrategia de Emaús

Nueva Evangelización (VII). Estrategia de Emaús
Estrategia de Emaus

por La divina proporción

En las publicaciones anteriores hemos realizado un repaso de la conferencia que el Card Ratzinger dedicó a la Nueva Evangelización en el año 2000. También hemos utilizado el  Instrumentum Laboris de la XIII Asamblea ordinaria del Sínodo de Obispos, 2012. Siguiendo con estos dos textos como base de lo que proponemos, vamos a desarrollar una nueva estrategia para la Nueva Evangelización: la estrategia de Emaús.

Los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35), caminaban llenos de dudas, temores y con fuerte tentación a la desesperación y el desánimo. Caminaban solos y compartían su dolor, pero Cristo se unió a ellos de incógnito. 

La historia de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-35) es emblemática de la posibilidad de un conocimiento falso de Cristo. Los dos discípulos hablan de un muerto (cf. Lc 24,21-24), narran la propia frustración y la pérdida de esperanza. Ellos hablan de la posibilidad, para la Iglesia de todos los tiempos, de ser transmisora de un anuncio que no da vida, pero que tiene encerrados en la muerte el Cristo anunciado, los anunciadores y, en consecuencia, los destinatarios del anuncio. (INSTRUMENTUM LABORIS. XIII Asamblea ordinaria del Sínodo de Obispos, 2012, 38)

No olvidemos que evangelizar es comunicar el Evangelio y el Evangelio es la Buena Noticia que Cristo nos entrega. ¿Qué es esta Buena Noticia? Podemos ver qué es lo que Cristo comunicó a los discípulos de Emaús y no andaremos lejos de entender. Pero no es lo mismo hablar a quien tiene el corazón abierto a la Palabra que hablar con quienes están cerrados. Cristo:

  1. Escucho con paciencia. Fue consciente del dolor que llenaba sus almas y de la necesidad de la Buena Noticia que cambiará radicalmente el dolor por esperanza.
  2. Cristo reprendió en su etapa pública muchas veces a quienes vivían sin abrir su corazón a Dios. A los discípulos de Emaús también les reprendió, pero ellos, a diferencia de otros, abrieron su ser a Cristo.
  3. Escucharon las palabras consoladoras de Jesús. Cristo les hizo ver que, en muchas ocasiones, sus caminos no son los nuestros. Es necesario vivir con una fe profunda y luminosa que nos lleve a la aceptación amorosa de la voluntad de Dios en nuestra vida. A ello se le llenaba el alma de esperanza y revivía su confianza.
  4. Se dieron cuenta de que era Cristo cuando se sentaron a comer y Él partió el pan. Justamente como nos sucede a nosotros. En la Eucaristía encontramos el consuelo y la fuerza para seguir luchando aún en medio de las dificultades y contrariedades de la vida.

¿Qué les ofreció Cristo? Escucha paciente, luz para iluminar el entendimiento y sentido para su vida. Les dijo que todo y todos tenemos sentido en Él. ¿Sólo eso? Sí, no era necesario mucho más si creían y abrían su ser a Dios. Les dijo lo que estos discípulos necesitaban para alejarles del ruido ensordecedor de la actualidad. Este ruido les cegaba y les impedía ver más allá. Ciegos y sordos a el inmenso milagro de la resurrección, todo era desesperanza y temor

Fijémonos en lo que no hizo el Señor. Cristo no realizó un show multitudinario, ni generó una representación especial, ni se vistió de otra cosa más que de Sí mismo. ¿Qué hizo? Habló con ellos y mientras hablaba, sus corazones ardían. ¿Qué hizo que ardiera su ser? La Esperanza, el sentido. El Evangelio saca la desesperación de nuestro corazón y la sustituye por esperanza. La esperanza no se comunica con ruido mediático de noticias, acontecimientos, fakes news y shows. Nada de esto es trascendente. Lo trascendente es llenar el vacío de quien siente que todo se hunde. Como le pasó a San Pedro cuando intentó andar sobre las aguas y sintió que se hundía.

Esto se puede hacer de muchas formas, pero no es sencillo conseguirlo si mezclamos: liderazgos humanos (influencers), estructuras humanas (torres de babel en forma piramidal), guetos, burbujas sociales, malos modos y el etiquetado que machaca a quien no piensa como nosotros.  En cambio, se puede llevar a cabo cuando, simplemente, somos nosotros y dejamos que el Señor nos tome como herramientas en sus manos. Hay tantas personas que necesitan una palabra de aliento y una Luz que de sentido a su vida. Incluso cuando parezca que todo se derrumba, Dios encuentra en la catástrofe la clave de un nuevo inicio.

¿Cuál es la estrategia de Emaús? Justamente lo que hizo Cristo: acercarse a quien se siente abatido y desesperanzado. Escuchar las razones que han dado lugar a la pérdida de la referencia o la esperanza. Cuando han desahogado su ser, llega el momento de señalar a Cristo y mostrar que  todo y todos tenemos sentido en Él. La estrategia de Emaús es muy interesante porque es la que podemos desarrollar cuando caminamos solos por el mundo y deseamos lanzar la semilla del Reino. No hace falta más medio o herramienta que nosotros en las manos de Cristo.

 

 

 

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