Viernes, 26 de abril de 2024

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Tras las pisadas de Cristo (X)

¿Qué es lo que Dios nos ofrece este nuevo año?

¿Qué es lo que Dios nos ofrece este nuevo año?
Año nuevo ¿Qué nos ofrece el Señor?

por La divina proporción

Las redes sociales son siempre un lugar estupendo para comprender lo que sucede en el mundo. Cada persona es un nodo de la red de amistades que comparten ansiedades, preocupaciones y desesperanzas. Leyendo los mensajes que se comparten, nos damos cuenta que tendemos a encerrarnos en nosotros mismos y rara vez escuchamos a Dios. Lo normal es que anhelemos escuchar sólo lo que queremos escuchar. ¿Es esto un problema moderno? No, me temo que no. San Agustín lo señala claramente en este breve párrafo de su obra “Las Confesiones”:

¡Oh Verdad!, tú presides en todas partes a todos los que te consultan, y a un tiempo respondes a todos los que te consultan, aunque sean cosas diversas. Claramente tú respondes, pero no todos oyen claramente. Todos te consultan sobre lo que quieren, más no todos oyen siempre lo que quieren. Óptimo ministro tuyo es el que no atiende tanto a oír de ti lo que él quisiera cuanto a querer aquello que de ti oyere. (Las Confesiones. Libro X, Capítulo XXVI, 37) 

Un ejemplo son las decenas o centenas de vaticinios que impregnan muchos de los comentarios que se leen cada final/principio de año. Por desgracia, muchos de nosotros preferimos poner nuestra esperanza en estas profecías antes que en Dios. Nos sentimos mejor esperando más luchas, guerras o cataclismos. Nos resulta inasumible poner nuestro ser en manos de Dios para que nos convierta en herramientas de su Voluntad. Preferimos encerrarnos en nosotros mismos antes que abrir la puerta de nuestro ser a la llamada del Señor.

La Serpiente tentó a Adán y Eva indicando que si desobedecían las indicaciones de Dios, llegarían a “ser como Dios”. Pusieron su esperanza en la serpiente y en ellos mismos, lo que dio como resultado la rotura del lazo de confianza que unía a la humanidad con su Creador. No podemos ser como Dios, es imposible. Siempre que nos lo ofrezcan es un engaño. Adán y Eva se contentaron con convertirse en un simulacro, una mascarada suplantase a Dios. La voluntad humana no puede prevalecer sobre los designios del Señor. Ahora, lo que sí puede hacer es crear mucho dolor y destrozarnos. Empezaron desobedeciendo y terminaron fuera del Jardín del Edén. Es interesante leer el Salmo 112, ya que señala el sentido que lleva al justo y qué sucede con quien desobedece la Voluntad de Dios. 

[El justo] No tendrá que temer malas noticias: su corazón está firme, confiado en el Señor. (Sal 112, 7

Lo verá el impío y se irritará; Crujirá los dientes, y se consumirá. El deseo de los impíos perecerá (Sal 112, 10

Cuando cerramos la puerta de nuestro ser a Dios quedamos solos en las tinieblas. ¿Qué son las tinieblas? El lugar donde perdemos de vista a Dios. ¿Oscuridad? Sí, porque Cristo Luz. Fuera, donde perdemos de vista al Señor, en la oscuridad, sólo encontraremos “el llanto y el crujir de dientes”. Llanto que es fruto de la desesperación. Crujir de dientes, que es fruto del rencor y el odio. Esto se puede ver claramente en quienes ponen su esperanza en cataclismos, milenarismos y profecías. Si les señalamos que confíen en Dios, saltan iracundos porque hemos osado poner en duda su ídolo reverenciado. ¿Cómo no nos damos cuenta del engaño al que el diablo nos somete? Parece que tuviéramos puesta una máscara que nos impide ver la mano tendida del Señor. Orgullosos de la máscara, nos vamos ahogando desesperados en la tormenta de la vida cotidiana

Miremos a la Evangelización, que es sustancial para todos nosotros. Pensemos en todas las actividades que creamos para “envolver” las Nueva Evangelización que tanto necesitamos. No es que las actividades e iniciativas estén mal. Son maravillosas, pero nuestra esperanza no puede centrarse en lo que hagamos. Ese no es el sentido de evangelización. Evangelizar es sembrar. Sembrar la Semilla del Reino en quien anhela encontrar sentido a sí mismo y a todo lo que le rodea. Lancemos la Semilla " a tiempo y a destiempo". Lancemos la Semilla en las actividades evangelizadoras, en la parada de autobús, en una charla, en Facebook, en Tik Tok, mientras comemos o incluso, en la larga de los supermercados.

Lanzar la Semilla del Reino es comunicar a Cristo. Comunicar sentido, razón, cimientos de vida. ¿Qué no debemos comunicar? No debemos comunicar esperanzas humanas. Si comunicamos los "cataclismos que vendrán" o lo maravillosos que somos como influencers, como hacemos en las redes, la "tierra" escapará corriendo o la falsa semilla se pudrirá sin enraizar. Tampoco iremos muy lejos si nos presentamos como el fariseo, que señala al publicano como un pobre desgraciado. No vale de nada dar gracias a Dios porque somos bailones, extrovertidos, cantarines, tiktokeros de éxito o trapecistas en las estructuras eclesiales. Sobre todo si, al mismo tiempo señalamos con desprecio al aburrido, pausado, con cara seria o quien está sentado sobre la Roca firme mirando las acrobacias eclesiales de otros. La evangelización siembra la Semilla y esta Semilla es un inicio, no un final. Es esperanza que nos llena de alegría y tenacidad. ¿Qué es lo que Dios señala para este nuevo año? Lo mismo que nos dice día a día, sin perder la paciencia: 

Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre, sino por Mí. (Jn 14, 6)

¿A qué esperamos para dejar de aferrarnos a las esperanzas, formas, actividades o estéticas humanas? No nos damos cuenta que cada vez que esas esperanzas dejan de cumplirse, vivimos un poco más desesperados. Cuando ponemos la esperanza en las obras o la voluntad humana, olvidamos la Gracia de Dios. Nos creemos ricos, plenos y libres, como el fariseo que oraba a Dios despreciando al publicano (Lc 18, 9-14). La esperanza es Cristo.  

«Hijos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que par un rico entrar en el Reino de Dios». Ellos se asombraron aún más, diciendo entre sí: «¿Y quién podrá salvarse?». Mirándolos Jesús, dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios». (Mt 10, 24-26) 

¿Qué es lo que Dios nos ofrece este año nuevo? Nos ofrece su Mano, esperando que la cojamos para poder salvarnos de la tormenta y el mar embravecido. Ya fuera del mar, en la Barca junto al Señor, podremos empezar a darnos cuenta de todo lo que hemos recibido de Él. ¿Vivimos malos tiempos para la fe socio-cultural? ¡Claro que los vivimos! Llevamos más de dos mil años viviendo estos tiempos. Cada época con sus males, infidelidades y problemas. La fe es mucho más que formas y estéticas, aunque dentro de estas formas y estéticas podamos encontrar la Semilla del Reino. Pero ¿Y la fe en Dios, en Cristo? Siempre son buenos tiempos si la Semilla cae en buena tierra. ¿Somos buena tierra? Si somos buena tierra enraizará la Semilla y daremos fruto. ¡El ciento por uno! Dentro del fruto hay nuevas semillas que lanzaremos a los demás, dando sentido a lo que somos. ¿Por qué entonces esperamos en tantas cosas que no nos conducen al Padre?

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