Los ecos de la famosa propuesta del Gobierno de Castilla y León de ofrecer más información sobre el feto a las madres embarazadas se suceden en los medios de comunicación. Miguel Ángel Quintana Paz, profesor de Filosofía y columnista, escribió recientemente un artículo titulado "¿Hay alguien en España contra el aborto?", en la web The Objective.

El docente y divulgador se pregunta con brillantez dónde ha estado estos días ese sector que no ha sido nunca tradicionalmente abortista. "En el África central la mayoría de sus habitantes son intolerantes a la lactosa. Si por azar ingiriesen algún lácteo, ello les provocaría indigestión, flatulencias, vómitos, diarrea. Algo más al norte, en Occidente, hace tiempo que andamos aquejados de intolerancia a la verdad", comienza diciendo.

Alergia a la verdad

"En mi región, Castilla y León, su vicepresidente, Juan García-Gallardo, ha propuesto, entre otras medidas (ayudas económicas, atención psicosocial, guarderías gratuitas…), ofrecer más información a las embarazadas sobre su embarazo. Ofrecer información, no imponerla: la alergia a la verdad es tanta en España que, de momento, vayamos poco a poco incluso cuando de repartir verdades se trata", comenta.

Pero Paz, en este punto, recuerda que "sin verdad no hay libertad". "Imaginemos que le ofrezco a usted, amigo lector, una cajita con mi mano izquierda y otra con mi derecha. Las cajitas están cerradas, usted ignora qué contienen (aunque pueda tener presentimientos al respecto). Y entonces le ruego que escoja una u otra. ¿Es usted de veras libre al hacer esa elección? Si antes de ofrecerle las cajas le muestro que en la derecha hay un pequeño diamante y en la izquierda una pelusa de jersey viejo, ¿no será más libre al escoger?", expresa.

"La comparación es tosca porque aquí no hablamos de un diamante, sino de algo mucho más valioso: una vida humana, carne de tu carne, ser de tu ser. Y tampoco hablamos de una mera pelusilla, sino del peso pesaroso de acabar con tal vida. Con todo, cualquiera puede entender el principio: saber más nos hace más libres; quien no mira lo real a la cara deja que otros, azar incluido, le conduzcan en deriva de acá para allá", añade.

Para Quintana, la actitud del Gobierno no ha supuesto una sorpresa. "En Castilla y León se ofrece, pues, conocer verdades. Y, entonces, la Moncloa nos amenaza con quitarnos la autonomía, las feministas con algaradas (esas que no convocan mientras el Gobierno libera más y más violadores con su nueva ley) y la izquierda se espanta ante la posibilidad de que una mujer pueda saber más sobre qué ocurre dentro de su cuerpo. Vivimos tiempos raros, pero es lo que ocurre siempre que la verdad se eclipsa: sabido es que licántropos, brujas y vampiros proliferan en medio de la oscuridad", explica.

Un silencio preocupante

Lo que sí le llama la atención es el silencio preocupante de muchos otros. "Este artículo quedaría incompleto si pareciera que es solo la izquierda o el abortismo estándar el que nos está mostrando estos días su intolerancia a lo verdadero. Aunque los defensores del aborto supusiesen una mayoría, las cien mil muertes que por este motivo se dan cada año en España (uno de cada cinco embarazos) no se explican solo por ellos. Una fortaleza no se rinde sola cuando la atacan, sino también al fallar su defensa. Así que miremos al otro lado, al de los baluartes que deberían defender la vida del aún no nacido", relata.

"Reparemos, por supuesto, primero en el Partido Popular, que cuando conviene recabar votos opuestos al aborto alardea de oponerse al mismo. Pero que luego, cuando tiene mayoría absoluta, no deroga las leyes que lo propician. Es más, estos días están resultando reveladores porque hemos constatado que, incluso cuando le da ya hecha la cosa su socio de gobierno, y con una medida tan modesta como la de Castilla y León, se escandaliza por ella, renquea, trata de frenarla. La considera extemporánea (al parecer, ¡nunca es el momento de dar esta batalla, ni con mayoría absoluta ni sin ella! ¡Qué malhadado azar!)", explica.

Quintana señala también los planteamientos "peculiares" del centro-derecha español. "'Es que esto va a favorecer a Sánchez', murmuran. Aceptemos la hipótesis (un tanto simplona) de que oponerse a las políticas de Sánchez favorece a Sánchez. Pero ¿es el único beneficiado? Caminemos todos, ¡y yo el primero!, por la senda de valorar una ley según a quién beneficiará. Los datos apuntan que, de media, un 40% de las mujeres que escuchan el latido de su hijo se niegan luego a abortarlo. ¡Así que no solo Sánchez, sino también algunos niños se beneficiarán de ello!", reconoce.

"Y afrontemos ahora, sin ambages, el razonamiento pepero: ¿una medida que beneficiará a muchos niños, o aunque fuera a uno solo, pero también beneficie a Sánchez, no merece la pena? ¿Se prefiere perjudicar (¡y menudo perjuicio!) a esos niños con tal de dañar también a Sánchez? ¿Es esa la moral pepera? Oh la la, a qué conclusiones tétricas nos lleva eso de ponernos a juzgar una ley solo según a quién beneficiará", añade.

La Iglesia y sus medios

"¿Qué ocurre con el resto de la Iglesia católica? Sabemos lo que dice su jerarquía, pero miremos sus obras; al fin y al cabo, se trata de los católicos, así que insistir, con la epístola de Santiago (2:14-26), en las obras (y no solo en las palabras) resulta crucial. ¿De veras está, rotunda, en contra del aborto la Conferencia Episcopal que ya en 2014, cuando el PP renunció a modificar la actual ley del aborto, impuso a sus medios de comunicación (Cope y Trece TV) la orden de 'entre 0 y 10 de contundencia, aplicar solo una crítica, moderada, de 2'?", recuerda.

Para Quintana Paz, las reacciones de algunos en estos últimos días dicen mucho. "Se me dirá: 'Te vas a tiempos un pasados, han transcurrido casi nueve años desde aquello'. Muy bien, miro la reacción estos días a la tímida medida propuesta en Castilla y León: ¿se han felicitado, entusiastas, en Cope, en Trece, por las vidas, por pocas que sean, que así se puedan salvar? ¡Quia! Todo han sido reproches, coincidentes, por cierto, con el argumentario del Partido Popular: que si habrá que estudiar estas medidas, que si en realidad favorecen al Gobierno, que no hay que precipitarse con asuntos tan serios...", comenta.

El profesor recuerda una cita evangélica. "Dice el Nuevo Testamento que no se puede servir a dos señores, a Dios y a otro distinto; pero en los medios episcopales parecen haber hallado la clave de ser más astutos que el Evangelio y aprender a servir a Dios y al PP a la vez", asegura.

Ejemplos de esperanza

"Lejos de mi voluntad sostener que, estos días, hayamos descubierto (o constatado) la verdad de que a la Iglesia española entera lo del aborto, en el fondo, le dé un poco igual. Sí, digamos que veo poca convicción en algunas de sus secciones; pero son justo las que tienen más poder (medios de comunicación, por ejemplo) y ni siquiera ellas son unánimes: un par de obispos (Luis Argüello e Ignacio Munilla) sí han salido estos días a recordar la posición antiabortista de la Iglesia", comenta.

Pero Quintana confiesa que hay gestos esperanzadores. "Es más, sé de Ike, de Queque, de tantos otros, que este último 28 de diciembre acompañaron de nuevo a Jesús Poveda en algo que hoy está prohibido, orar ante los abortorios. Sé de José Manuel, que aunque apenas se hable de esta ley que prohíbe rezar en la calle (no, tampoco se habla mucho de ella en Cope o Trece TV), consigue en redes sociales que se vea su sinrazón. Sé de María, que fue multada por usar un rosario. Y sé de muchos más como ellos, que actúan tal y como piensan, y por ello me creo que lo piensen de verdad", afirma.

El profesor de Filosofía habla sobre lo que significa para él el drama del aborto.

"Y conozco también su alegría cuando logran que una mujer reflexione y decida, al final, no abortar, apenas unos minutos antes de cuando pensaba hacerlo. Ninguno de ellos resulta importante en la jerarquía católica, solo dos o tres obispos se han atrevido a acompañarlos alguna vez que otra. En Cope apenas los entrevistan, en Trece TV no los recuerdan cuando sus presentadores defienden 'un gobierno para todos' que no cambia las leyes abortistas. Pero a ellos no les desanima esa falta de atención", comenta Quintana Paz.