El 11 de junio de 1939 está considerado por algunos como el acta de nacimiento del movimiento provida en Estados Unidos. Ese día, los veinte sacerdotes católicos de Waterbury (Connecticut) pidieron el cierre del nuevo dispensario anticonceptivo ilegal que se había abierto en la ciudad, y una semana después las autoridades lo hicieron, y tras ése cayeron los otros siente que había en el estado.

Este sábado se conmemoró el hecho en la basílica de la Inmaculada Concepción de Waterbury, donde aquellas dos docenas de sacerdotes redactaron el documento que declaraba el control de la natalidad contrario a la ley natural y pidieron que cayese "todo el peso de la ley" sobre quienes lo fomentaban. El fiscal Bill Fitzgerald, católico y miembro de la parroquia, fue quien dirigió la intervención pública contra los dispensarios.

La distribución de anticonceptivos continuó siendo ilegal en Connecticut hasta 1965, hasta que el Tribunal Supremo la autorizó para matrimonios y enmarcó la cuestión en el ámbito del derecho a la intimidad, sentando el precedente que conduciría, ocho años después, a la sentencia Roe vs Wade que legalizó el aborto en todo el país.

La responsable principal de aquella proliferación de dispensarios antinatalistas era Margaret Sanger (18791966), activista del control de la natalidad, quien en 1916 abrió el primero de ellos, rápidamente cerrado por las autoridades.

En esa época, Sanger decía ser contraria al aborto: así lo dijo cuando declaró en 1923 ante las cámaras legislativas de Connecticut.

Sanger decía entonces que el aborto era "peligroso y vicioso": "No lo consideramos un método anticonceptivo. El aborto destruye el óvulo ya fecundado, o embrión".

Sin embargo, su ideología antinatalista preparó el terreno en las mentes e incluso suministró los argumentos jurídicos (la privacidad) que permitieron declarar inconstitucionales en Estados Unidos las leyes que prohibían el aborto.

Y fundó Planned Parenthood, que ha acabado siendo la principal industria abortista del país, difusora ahora incluso de prácticas de riesgo de sexo entre menores de edad y adultos.

La celebración del 75º aniversario de aquella victoria consistió en una misa y en una procesión hasta el lugar donde se alzó entonces el dispensario, edificio de oficinas donde, como cuenta el National Catholic Register, aún se conserva la placa del centro antinatalista.

El padre John Bevins, actual rector de la basílica de la Inmaculada Concepción de Waterbury, recuerda que las consecuencias de esa ideología y esa mentalidad fueron advertidas en 1968 por Pablo VI en su encíclica Humanae Vitae: "Todo el terreno que gana la anticoncepción conduce al aborto, a la degradación de la mujer y a la trivialización del sexo", explica al Register.



En el acto también intervino Anne Hendershott, profesora de psicología, sociología y trabajo social en la Universidad Franciscana de Steubenville (Ohio), para señalar que la acomodación de los católicos a la mentalidad anticonceptiva les desmoviliza en la lucha contra el aborto.

"Nos hemos vuelto cómodos y no queremos salirnos del camino esperado. Tenemos que apartarnos de ese catolicismo confortable y pelear el combate real por la vida". Lo sucedido hace 75 años, dice, demuestra en "en un tiempo los católicos eran capaces de movilizarse" y conseguir éxitos como el de 1939.