“Dios sabe usar todo, incluso los retrasos, por el bien de quienes le aman”. El superior de la Fraternidad San Pío X, el obispo Bernard Fellay, en una larga entrevista con el boletín oficial DICI se refiere a las negociaciones con Roma, cuya solución se esperaba hace algunas semanas. “Hay algunos que dicen –afirma– que el Papa afrontará la cuestión en julio, en Castelgandolfo”.

Fellay, con respecto a los diálogos doctrinales y a la solución canónica, afirma que hay un dato nuevo: “Roma ya no considera una plena aceptación del Concilio Vaticano II una condición para la solución canónica. Hoy, en Roma, hay algunos que consideran que una comprensión diferente del Concilio no es determinante para el futuro de la Iglesia, porque la Iglesia no es solo el Concilio”.

Es la actitud de la Iglesia oficial la que ha cambiado –añade–, no nosotros. No somos nosotros los que hemos pedido un acuerdo, es el Papa quien quiere reconocernos”. Y el Papa quiere hacerlo, aunque no haya un acuerdo pleno “desde el punto de vista doctrinal”, porque “hay problemas tremendamente importantes en la Iglesia de hoy”.

En cuanto a las diferentes posturas sobre el Concilio, Fellay hace afirmaciones importantes sobre un presunto cambio de línea de las autoridades vaticanas. “Las autoridades oficiales no pretenden reconocer los errores del Concilio, no dirán nada explícitamente. Pero, si leemos entre líneas, se puede ver que quieren remediar algunos de estos errores”. El ejemplo que el obispo cita es la “nueva concepción del sacerdocio” que, según él, habría demolido la imagen del sacerdote con el Concilio.

“Hoy vemos claramente que las autoridades romanas –añade Fellay– tratan de restaurar la verdadera concepción del sacerdote. Lo hemos visto durante el Año Sacerdotal, que se llevó a cabo entre 2010 y 2011. Ahora, la fiesta del Sagrado Corazón es el día dedicado a la santificación de los sacerdotes. En esta ocasión, se publicó una carta y los sacerdotes llevaron a cabo un examen de consciencia. Uno podría pensar que vinieron a buscar este examen de conciencia a Ecône, puesto que está en clara consonancia con la espiritualidad preconciliar. Esta revisión ofrece la imagen tradicional del sacerdote, incluido su papel en la Iglesia”.

Para el superior de la Fraternidad, “esto no cancela todos los problemas, y todavía hay graves dificultades en la Iglesia: el ecumenismo, Asís, la libertad religiosa”, pero “la situación está cambiando…”. Frente a los que según los lefebvrianos siguen siendo “problemas doctrinales”, Fellay hace notar que las novedades conciliares no habrían permitido un mayor desarrollo de la Iglesia, de las vocaciones y de la práctica religiosa, sino más bien se constata una “apostasía silenciosa”. Por ello, “si queremos que de sus frutos el tesoro de la Tradición por el bien de las almas, debemos hablar y actuar. Necesitamos esta doble libertad de expresión y de acción”. Una forma para decir que incluso en el caso de un reconocimiento canónico, los lefebvrianos continuarían resaltando las dificultades doctrinales, aunque “con la ayuda de una lección que llega de los hechos mismos, de los signos tangibles de la vitalidad de la Tradición”.

En cuanto a la lectura del Vaticano II, el obispo indica la línea de monseñor Lefebvre, es decir: leer el Concilio según la Tradición: “Lo que en el Concilio está de acuerdo con la Traducción, lo aceptamos; lo que suscita dudas, lo entendemos como la Tradición lo ha enseñado siempre; lo que va en contra, lo rechazamos”.

Las palabras del superior de la Fraternidad muestran con claridad cuál es la postura de los lefebvrianos que pretenden volver a la plena comunión con Roma. Y no esconden las dificultades que existen sobre la interpretación del Concilio. La decisión está en manos de Benedicto XVI. Sea cual sea, seguirá habiendo debate.