469. ¿Qué es la oración?
La oración es la elevación del corazón a Dios. Cuando un hombre ora, entra en una relación viva con Dios. [Catecismo 2558-2565]

La oración es la gran puerta de entrada en la fe. Quien ora ya no vive de sí mismo, para sí mismo y por sus propias fuerzas. Sabe que hay un Dios a quien se puede hablar. Una persona que ora se confía cada vez más a Dios. Busca ya desde ahora la unión con aquel a quien encontrará un día cara a cara.

Por eso pertenece a la vida cristiana el empeño por la oración cotidiana. Ciertamente no se puede aprender a orar como se aprende una técnica. Orar, por extraño que parezca, es un don que se recibe a través de la oración. No podríamos orar si Dios no nos diera su gracia.

470. ¿Por qué ora el ser humano?
Oramos porque estamos llenos de un ansia infinita y porque Dios ha hecho a los hombres para estar con él: "Nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti" (san Agustín). Oramos también porque necesitamos orar; así lo dice Madre Teresa: "Como no puedo fiarme de mí misma, me fío de él las 24 horas del día". [2566,­2567,2591]

A menudo nos olvidamos de Dios, huimos de él y nos escondemos. Pero, aunque evitemos pensar en Dios, aunque lo neguemos, Él está siempre junto a nosotros. Nos busca, antes de que nosotros lo busquemos, tiene sed de nosotros, nos llama. 

Uno habla con su conciencia y se da cuenta, de pronto, de que está hablando con Dios.

Uno se encuentra solo, no tiene con quien hablar y percibe entonces que Dios siempre está disponible para hablar.

Uno está en peligro y se da cuenta de que Dios responde al grito de auxilio.

Orar es tan humano como respirar, comer, amar. Orar purifica. Orar hace posible la resistencia a las tentaciones. Orar fortalece en la debilidad.

Orar quita el miedo, duplica las fuerzas, capacita para aguantar. Orar hace feliz.