En el impresionante lago alpino de Orta, en el norte de Italia, se encuentra la pequeña isla de San Julio, que en sus apenas 270 metros de largo y 140 de ancho alberga la Abadía benedictina Mater Ecclesiae. En este bello y tranquilo lugar vive ahora Nicoletta Falzoni, cuyo nombre actual es sor María Fides, tras haber hecho los votos perpetuos.

Esta joven italiana cambió el éxito empresarial, el alboroto de Milán y su ajetreada vida como alto cargo de una multinacional, era ‘brand manager’ en una tabacalera, por una vida de oración y contemplación en un monasterio en una isla diminuta situada en el interior de un lago.

El pasado 6 de mayo realizó la profesión perpetua de sus votos abriendo una etapa y cerrando otra que empezó el día que se encontró a Jesús a través de la Virgen María. En una entrevista en L´Azione, semanario de la Diócesis de Vittorio Veneto, habla de su vocación.

Una vocación "rayo"
“Creo que puedo definir mi llamada como una ‘vocación rayo’”, afirma. Y es que su conversión y su llamada a la vida religiosa fueron muy seguidas. Prácticamente un año después de encontrar la fe pidió su entrada en la abadía. Por ello, estos cinco años de noviciado ha servido para asentar su fe.

Todo comenzó en 2011 cuando siendo un alto cargo de una gran empresa decidió acudir a Medjugorje. Allí tuvo un encuentro tan grande con el Señor y con la Virgen que su vida dio un vuelco completo. Nada era igual para ella ya. Ni el éxito, ni el dinero, ni nada parecido.

La comunión, la oración eran parte fundamental de su vida y no considera “casualidad” que conociese también esta abadía. Vio que era el lugar que había elegido Dios para ella. Este proceso duró meses.

El Señor le ofreció un tesoro que no pudo rechazar
¿Cómo explicó todo esto a su entorno? "La explicación más básica y simple que puedo dar es que confío en Jesús. Me di cuenta de que a través de esta llamada, el Señor me dio el tesoro oculto por el que vale la pena dejar todo lo demás, la perla antes de la cual cualquier propiedad pierde valor”.


La abadía se encuentra en una pequeña isla del lago Orta, en el norte de Italia

La hermana María Fides, antes Nicoletta, explica que “estamos acostumbrados a planificar, organizar y queremos tener todo bajo control. Sin embargo, el Señor nos pide seguir el camino sin chaleco salvavidas o paracaídas. El mundo nos ofrece tanto: carrera, éxito, riqueza, reconocimiento, autoafirmación y esto es ciertamente muy atractivo. Pero la llamada de Dios va en dirección opuesta porque (Jesús) nos tranquiliza: ‘no temas’ y su fidelidad dura por siempre”.

La importancia de rezar, y de hacerlo en familia
Durante estos años en el noviciado afirma que “me he dado cuenta de que el Señor no nos llama a hacer o no hacer algo sino a ‘hagamos’, a hacer su voluntad, tal y como hacía Santa Teresa de Calcuta cuando se definía a sí misma como un simple lápiz en las manos de un artista divino. Es él a través de nosotros”.

Sor María Fides habla también de la importante misión que tiene desde la clausura más allá de la oración y es mostrar al mundo de hoy el camino que se debe seguir. Y ella sabe muy bien de lo que habla debido a su anterior vida profesional. “Hay tanta necesidad de vida interior y de silencio. Me parece importante recordar la importancia de la oración y del rezo del Rosario especialmente en familia”.

La alienación de los teléfonos móviles
Y en este punto da la clave a uno de los grandes problemas de hoy: “nada une más que rezar juntos, y esto también puede ser una valiosa ayuda para contrarrestar la alienación que hay debido al uso de los teléfonos móviles, que están siempre en la mano, incluso en misa”.

“La tecnología permite ahora rebotar noticias a tiempo real desde un extremo de la tierra a otro pero muestra una realidad dramática: cuanto más se acortan las distancia y los tiempos en el mundo, más se cava un abismo de soledad insondable. Es fácil conocer lo que se sucede en el extremo opuesto del globo, pero paradójicamente es cada vez más difícil establecer un diálogo real con el vecino o incluso con miembros de la misma familia”, cuenta esta monja benedictina.

Por ello, cree que puede ser de gran ayuda pues considera que “su testimonio ante el mundo será mostrar por su propia existencia la dirección en la que hay que mirar”.