Incluso no teniendo una gran cultura deportiva, el nombre de Juan Martín del Potro es muy conocido gracias a sus dotes con la raqueta. La Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) lo clasifica como el quinto mejor tenista del mundo (dato consultado el 04.11.2013 en la web oficial de rankeos).


Dada su notoriedad deportiva y su condición de argentino, fue ampliamente conocido el saludo que el tenista pudo dar a su compatriota, el Papa Francisco, al final de la audiencia general el pasado mes de mayo en el Vaticano.

Gracias a un artículo publicado en el periódico The Telegraph («ATP Tour Finals 2013: Juan Martín del Potro reveals faith behind his success», 02.11.2013) ahora sabemos que aquel encuentro no fue parte de un hecho aislado en el que dos personajes famosos se encuentran sino un momento de fe entre un feligrés católico y el máximo pastor de los católicos en el mundo.

«Yo soy muy católico», dice del Potro, quien añade: «Estoy tratando de ser una buena persona cada día y hacer lo que mis padres me enseñaron cuando era niño. Algunos atletas pueden cambiar porque no es fácil cuando te hiciste famoso muy rápido.

El dinero, las fotografías, los fans te siguen por todas partes, uno puede tener todo lo que quiere. Hay diferentes tentaciones, pero hay que estar tranquilo en el propio enfoque y trabajo. Uno necesita un equipo muy fuerte de trabajo para seguir siendo la misma persona todo el tiempo».


Fruto de aquel encuentro con el Papa Francisco fue un Rosario que el mismo Papa le regaló: «Fue un gran momento para mí, tal vez el momento más grande de mi vida. Tuve la oportunidad de hablar con él sobre el tenis y sobre mi carrera. Todo el mundo sabe que soy católico y fue una fantástica oportunidad hablar con él y escuchar lo que está haciendo por el mundo. En nuestro país estamos muy orgullosos de contar con él».

Pero en su viaje a Inglaterra para un torneo de la ATP le robaron la cartera donde conservaba el regalo: «Yo llevaba el Rosario a todas partes. Eso es lo que más me importa». Entonces Del Potro regaló su raqueta de tenis al Papa Francisco.


Pero en el artículo del Telegraph la pregunta más interesante, en cuanto que supone una moraleja, es cuando le interrogan acerca de cómo a pesar de la fama se mantiene con los pies en la tierra a lo que el tenista no duda en señalar su fe: «Voy a la iglesia en Argentina y trato de mantener el ritmo durante los torneos. A veces es difícil encontrar una iglesia, y luego está el problema de que la gente te siguen a todas partes. Pero trato de estar cerca de una cada vez que puedo».

Todas esas declaraciones son las que llevan al rotativo londinense a afirmar que considerando «los estándares a menudo cuestionables de los atletas profesionales, Del Potro casi podría ser considerado un santo deportivo».