Ha muerto este 6 de diciembre, cuando se preparaba para celebrar 87 años de vida, el sacerdote jesuita Bartomeu Melià, que nació en la isla de Mallorca y llegó con 22 años a Paraguay. 

En 1976 fue expulsado de Paraguay porque resultaban incómodas sus denuncias de masacres contra la etnia aché (son hoy unos 1.200 en seis comunidades).

Pasó entonces a vivir en Brasil, en el Mato Grosso, con los indígenas enawene-nawé y con el hermano jesuita español Vicente Cañas, que sería asesinado en 1987. En 1989 Melià regresó a Paraguay, donde fue profesor de etnología y de cultura guaraní en la Universidad Católica de Asunción y presidente del Centro de Estudios Antropológicos de esa misma universidad. 

En 2010 fue galardonado con el Premio Bartolomé de las Casas de derechos humanos y en 2018 con el Honoris Causa de la Universidad Pontificia de Comillas. Ese año explicaba algunas convicciones de su vida misionera en una entrevista en la revista Vida Nueva.

"Los guaraníes me enseñaron muchas cosas con su modo de vivir, no solo conocimientos, sino el camino de la sabiduría, si es que ha dado algún paso en ella", dijo. Enamorado de la lengua guaraní, llegó a traducir El Quijote a este idioma, que hablan entre 8 y 10 millones de personas, en Paraguay y en el noreste de Argentina. "Académicamente me interesé también por el guaraní del siglo XVII, que ya no se habla más. Pero en Paraguay aun la población en general, no solo los mestizos hablan guaraní, aunque con muchos préstamos del castellano; una especie de tercera lengua; un agregado de solecismos y barbarismos. Pero también hay un guaraní muy correcto que paradójicamente es el de los analfabetos de la clase rural paraguaya".
 

Denunciaba que "el cultivo de la soja, de la que tanto se enorgullece Paraguay, se hace a costa de la deforestación y el desarraigo de la nación guaraní. El mayor productor de soja es de hecho el mayor productor de pobreza y miseria extrema. Mucha tierra para pocos, y muchos, la mayoría, sin tierra donde poner el pie y menos la casa".

Recordaba siempre a su amigo el hermano jesuita Vicente Cañas, "que fue asesinado por latifundistas, apoyados por un comisario policial. Solo ahora, en 2017, después de 30 años, se ha conseguido la condena y la cárcel del autor de ese asesinato. En esta situación procuramos vivir prudentemente, y aun con miedo, seguimos el camino".

Una entrevista en Casa América en la que el sacerdote y etnólogo explica su carrera y esfuerzos por apoyar a los pueblos indígenas de Brasil y Paraguay