Parece -advirtió el otro día un maestro- que nadie ha leído aquí a Jean-François Braunstein. Verdad; y, como da la casualidad de que yo sí que leí y reseñé su libro imprescindible: La filosofía se ha vuelto loca, lo resumo. Braunstein analiza las tesis académicas que hay detrás de estas leyes woke (leyes trans, sólo guau es guau y sólo sí es sí), y demuestra su falta de consistencia y sus tremebundas consecuencias prácticas.

Repasa lo que sostienen los intelectuales que marcan la agenda ideológica. "Todos ellos van totalmente en serio; su carencia absoluta de sentido del humor es incluso una de sus principales características". "Proyectos aparentemente generosos conducen a consecuencias absurdas, chocantes incluso. Lo que queremos describir aquí es el paso de los buenos sentimientos a la abyección". Paso que describe con todo lujo (y horror) de detalles.

'La filosofía se ha vuelto loca' de Jean-François Braunstein: un análisis demoledor de la ideología de género, el animalismo, la eutanasia...

Además, da nombres, citas y anécdotas: Peter Singer, John Money, Joseph Fletcher, Anne Fausto-Sterling, Judith Butler.... Sus ideas de fondo son gnosis, rechazo a la realidad, odio a la biología, culto a la muerte (aborto, eutanasia, infanticidio o "aborto posnatal"), amputomanía, zoofilia… Todo regado de medicamentos o de lo que Thomas Szasz llama la "farmocracia", esto es, la dependencia creciente de las drogas, hormonas y operaciones para conseguir sus fábulas. La legislación, como otra pastilla, es para imponérnoslas.

Mientras tanto, nadie hace caso a los expertos: "Psiquiatras y psicoanalistas no son, en su inmensa mayoría, fervientes adeptos de la teoría de género; los juristas favorables al derecho de los animales son una ínfima minoría, y rarísimos los médicos que sostienen sin matices la legalización de la eutanasia. Todos ellos constatan ya los efectos muy negativos que produce una modificación radical de la definición de lo que es el hombre".

Se reemplaza la vieja doctrina cristiana de la "santidad de la vida" y la renacentista de la "dignidad del hombre" y hasta la moderna de los "derechos del hombre" por una nueva teoría, la de la "calidad de la vida" y, por tanto, se siguen implacables controles de calidad y, enseguida, la obsolescencia programada. Se equivocó George Orwell cuando dijo: "Hay que ser un intelectual para creerse semejante cosa: alguien normal no podría nunca llegar a tal grado de simpleza". Nuestro gobierno se ha creído todas las simplezas de los filósofos locos, y nos las está imponiendo.

Publicado en Diario de Cádiz.