El 20 de diciembre de 1902, hace ahora 110 años, nació en Florencia doña Margherita Guarducci, una de las epigrafistas más ilustres, fallecida a los 97 años, en 1999.

Gran experta en inscripciones griegas y latinas, no había cumplido treinta años cuando publicó los hallazgos realizados por su maestro, Federico Halbherr en Creta, entre otros la recopilación de textos jurídicos antiguos llamada Gran Ley de Gortina. Doña Margherita hizo una carrera brillantísima y se convirtió en profesora de su alma mater, la prestigiosa Universidad de Roma. Los años consolidaron a doña Margarita como una de las eminencias de su especialidad.

Pero la razón de que ahora hablemos de ella, aparte del aniversario de su nacimiento, es que a doña Margherita cupo el honor de tener un papel protagonista en la identificación de los restos de San Pedro en Roma, ¡nada menos!


En el siglo I, toda la zona del Vaticano, en las afueras de Roma, era una mezcla de cementerios y de villas de los romanos pudientes. Calígula había levantado allí un circo para que se entrenaran allí los conductores que participaban en las carreras de carros, los aurigas.

Durante diecinueve siglos se había aceptado la tradición de que Pedro, el principal discípulo de Cristo había sido martirizado en el Circo Vaticano el año 64, en tiempos de Nerón, y que había sido enterrado a poca distancia del lugar de su martirio. Sobre su tumba, a comienzos del siglo IV, el emperador Constantino hizo levantar una basílica. Luego llegaron los bárbaros, pasaron los siglos, y se olvidó el lugar exacto del enterramiento de San Pedro.

Con el nacimiento de la historiografía crítica hubo quien empezó a negar que Pedro hubiese llegado a Roma, a pesar de la tradición. Esto movió a Pio XII a autorizar unas investigaciones arqueológicas que duraron diez años, iniciadas en 1939 y prolongadas hasta 1949. Las excavaciones se desarrollaron en condiciones anormales –coincidieron con la II Guerra Mundial- y años más tarde la metodología seguida fue muy criticada por su carácter destructivo. Pero en 1950 se había llegado al punto de que Pio XII pudo anunciar al mundo en su mensaje de Navidad que se había hallado la tumba de San Pedro.

Las excavaciones descubrieron en primer lugar una necrópolis, un gran cementerio orientado de este a oeste, paralelo al Circo de Nerón, el mismo circo en el que según la tradición, Pedro fue martirizado. Allí podían encontrarse los restos de cientos de personas y las sucesivas construcciones habían ido destruyendo las anteriores creando un confuso puzle.

Excavando bajo el altar papal se hallaron restos de otros altares anteriores.

El actual altar es de tiempos de Clemente VIII, de 1594; debajo hay otro medieval, de Calixto II, fechado en 1123; debajo de este último se encontró otro de la época de Gregorio Magno ( 590-604); el altar de Gregorio Magno utilizaba la parte superior del monumento que el emperador Constantino (306-337) hizo levantar sobre la tumba de Pedro, antes incluso de que se terminara la Basílica. Ese monumento de Constantino se puede fechar entre los años 321 y el 326.
 
El monumento de Constantino incorporaba un pequeño monumento anterior más antiguo, del siglo II, el primer monumento elevado en memoria de Pedro, todavía en tiempos de persecución. Cuando se quiso ver que había debajo del monumento, se encontraron sólo evidencias de tierra removida.


El monumento de Constantino utilizaba una pared antigua –llamada luego “muro g”- cubierta de grafiti, inscripciones que la gente escribe o graba en las paredes. Uno de los responsables de las excavaciones había publicado algunos de esos grafiti y aquí es donde empezó a interesarse por el tema Margherita Guarducci.

Guarducci reconoció una P y una E, y entendió que significaba Petrus Eni –en el sentido de “enesti”, literalmente, “Pedro está dentro”. La profesora pidió entonces permiso al propio Pio XII para visitar las excavaciones y buscar el fragmento que llevaba la inscripción que se había publicado, la inscripción con la P y con la E. Resulta que uno de los que había excavado ¡se lo había llevado a su casa!

Margherita trabajó durante trece años, desde 1952 hasta 1965. Consiguió descifrar la mayor parte de las inscripciones que estaban en la pared, donde sobresalían las iniciales de Pedro, P, PE, PET, con las iniciales y el símbolo de Cristo y de María, proclamaciones de la victoria de Cristo, Pedro y María, etc.


Mientras Margherita se enfrentaba al jeroglífico de los grafiti se hallaron los huesos del Apóstol. Pedro había sido sepultado en la más sencilla de las tumbas. Sus restos fueron sacados de allí en tiempos de Constantino, motivo por el cual al pie del monumento no se había hallado nada, como ya hemos referido.

Y es que cuando el Emperador quiso levantar su monumento en honor del Apóstol, los huesos fueron extraídos de la sepultura y enrollados dentro de una tela púrpura y oro. Luego se depositaron en otro nicho, que se cerró. Durante las excavaciones arqueológicas se usaron métodos brutales para ir más allá del altar de Calixto II. En 1942 se destruyó parte del monumento de Constantino y se llenó de escombros un nicho donde había unos huesos. Los excavadores no reconocieron los huesos, pero monseñor Luigi Kaas, por precaución, los hizo recoger y poner en una caja que fue almacenada en los depósitos vaticanos, en pésimas condiciones de humedad. Allí permanecieron durante diez años.

A raíz de las indagaciones de Margherita Guarducci, alguien se acordó de esos huesos. Los investigadores observaron que había evidencias de hilos de oro y de tela púrpura. Se reconocieron los restos de una sola persona, un hombre mayor y robusto. Contenían restos de la misma tierra que llenaba el hueco vacío hallado debajo del altar. Tras la publicación por Margherita Guarducci de los resultados de las investigaciones, Pablo VI anunció que los restos del Apóstol habían sido encontrados.

ReL mencionó las investigaciones de Guarducci con ocasión del anuncio de la posibilidad de visitar virtualmente la tumba de San Pedro. Físicamente puede visitarse siguiendo los pasos apuntados en este enlace.

Además de los libros que publicó, puede leerse la reproducción italiana de las conclusiones de la propia Guarducci, y su traducción española en la página Kaire, donde pueden leerse más detalles de la investigación y de donde tomamos gran parte de estos datos.