Jeff Karls es padre de diez hijos, ha sido durante 13 años máximo responsable de una universidad católica y ahora se dedica plenamente a la ayuda vocacional de cientos de jóvenes. Es la conexión entre estas personas que se sienten llamadas por Dios y las órdenes e instituciones religiosas que podrían ser ideales para ellos y que nunca conocerían sin esta labor de mediación.

Este problema se da en muchas ocasiones. Un joven, o no tan joven, se sabe llamado pero no sabe a qué carisma concreto y comienza a visitar comunidades hasta ver cuál es al que está llamado. Karls, en su experiencia universitaria, conoció muchos de estos casos y por ello decidió dar el salto al Instituto de Vida Religiosa (IRL), ocupando el cargo de director ejecutivo de esta institución fundada en 1974 por el jesuita John Hardon, actualmente “siervo de Dios”. Antes, este padre de 10 hijos trabajó 28 años en el Magdalen College de New Hampshire, 13 de ellos como presidente.

Un enlace entre las órdenes y los que sienten vocación

En una entrevista con el National Catholic Register, Karls revela que conoció este instituto cuando era soltero y se llegó a plantear la vida religiosa. Finalmente, vio que estaba llamado al matrimonio, se casó y fue padre de familia numerosa.

“Mientras trabajaba en la universidad conocí a muchos estudiantes que se sentían llamados al sacerdocio y a la vida religiosa. Me encontré llamando a hombres y mujeres religiosos que conocí a través del IRL para proporcionar retiros en el campus y dirección espiritual para los estudiantes. Como resultado de la combinación de una comunidad estructurada, la oración y la vida litúrgica que formaba parte del programa universitario, y la oportunidad de interacción con religiosos y religiosas, la universidad fue testigo de 38 estudiantes en 35 años que perseguía vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa. Esa es una estadística bastante sólida para ese tamaño de universidad”, cuenta Karls.

El Instituto de Vida Religiosa cuenta en estos momento con 200 instituciones afiliadas, compuestas por comunidades de hombres o mujeres que pueden ser de vida activa o contemplativa, centenarias o recién fundadas, internacionales o con presencia únicamente en alguna diócesis. “Lo que todos tienen en común es el amor al Señor y a su Iglesia, la fidelidad a sus carismas fundacionales y el deseo de la santificación de sus miembros y del mundo”, explica el ahora director.

Los tres aspectos centrales de su trabajo

El apoyo a estas comunidades y a los jóvenes que están en búsqueda se centra en tres aspectos:

1. Promoción de la vida consagrada entre los laicos a través de publicaciones periódicas y de cuatro sitios webs especializados, el principal ReligiousLife.com. En él se pueden encontrar perfiles detallados de las comunidades religiosas, requisitos de formación e ingreso, información sobre retiros de discernimiento, y también historias vocacionales y vídeos de la comunidad.

2. A través del Instituto Vita Consecrata. Fundado en 2001 como un programa de instrucción teológica y formación espiritual para hombres y mujeres consagrados, los participantes obtienen un título o reciben las clases para su crecimiento personal.

3. El Instituto de Vida Religiosa organiza además numerosas reuniones regionales y una a nivel de todo EEUU con religiosos y laicos que hablan sobre un tema determinado o aspectos concretos de la vida religiosa y contemplativa. Estos actos son además una oportunidad para reunir a religiosos y laicos, que comparten experiencias, aprenden unos de otros y rezan juntos.

Retos para los religiosos y para los laicos

Karls considera más necesaria que nunca una iniciativa como esta. Explica que “cuando fuimos fundados hace 46 años, la vida religiosa estaba en crisis, pero las personas generalmente estaban familiarizadas con la vida religiosa y habían sido enseñadas directamente por hermanas o hermanos. Hoy en día, no es raro que una persona joven no haya tenido interacción con los religiosos, excepto a través de películas antiguas, si eso es así”.

De este modo, agrega que a día de hoy “las comunidades necesitan encontrar formas de ser visibles en su área geográfica o de manera creativa en las redes sociales. Además, los jóvenes que ingresan a la vida religiosa a menudo se han visto afectados negativamente por la cultura. Hace años, las personas que ingresaban a la vida religiosa provenían de familias estables. Hoy, las comunidades están descubriendo que tienen que abordar los problemas que los candidatos traen a la vida religiosa”.

Su propia vocación como padre y esposo

Jeff Karls vive ahora su propia vocación como padre de tres chicas y siete chicos, y también ya como abuelo. Sus hijos están entre los 31 y los 14 años, por lo que alguno es padre y los más pequeños están en Secundaria.

Cuando hablan con sus hijos mayores, “en lo que todos nuestros hijos están de acuerdo por unanimidad –explica Karls- es que mamá y papá los formaron en las enseñanzas de la fe católica, les enseñaron cómo rezar y apreciar los sacramentos y la bella liturgia. Todos ellos aprecian profundamente la bella liturgia”.

Y no todo ha sido sencillo en su vida pues perdieron a su hijo mayor por cáncer cuando apenas tenía 4 años. “Nuestro obispo permitió a John Augustine recibir la primera comunión y ser confirmado justo antes de su muerte. Estamos muy agradecidos por John y su hermosa pero corta vida y sabemos que tenemos un intercesor en el cielo”.

“Todos nosotros le hemos rezado diariamente con cada Rosario, con la oración de la comida y oración de la mañana y de la tarde, pidiéndole su intercesión constante. Como padre, le rezo a menudo, pidiéndole iluminación en las grandes decisiones y rezando para que nos inspire a todos a vivir los mandamientos y algún día estar unidos por toda la eternidad juntos en el cielo”, afirma convencido.