Podría decirse que el Padre Fabián Báez no responde al típico perfil de hombre de la iglesia; de esa imagen que vive en el imaginario colectivo y que muchas veces los tienen a los sacerdotes como personas distantes.

Sin embargo, tras la irrupción del Papa Francisco, también podríamos arriesgar que ese "prejuicio" sin duda también esté cambiando.

Los gestos, las formas, el modo en que hoy muchos curas -sobre todo aquellos que se identifican con Francisco- son los protagonistas de esa transformación; un cambio de época que permite que alguien como como Fabián pueda encontrar en internet un canal válido para conectarse con la gente: "Mi misión es pastorear y estoy en Twitter porque quiero que vos te acerques a Dios" asegura en su biografía de la red social.


-En mi adolescencia, en el colegio secundario. Nace a partir del deseo de querer ayudar a los demás. De chico vivía en Misiones, Posadas, recuerdo que hicimos una gran campaña por los barrios para fomentar la vacunación infantil, y esa experiencia en los barrios humildes para mi fue muy impactante. Esa fue la primera vez en mi vida donde tuve la sensación que quería dedicarme a los demás, quería hacer que la vida de otros fuera mejor. Sentí ese llamado.

»Ahí empieza a surgir, luego va creciendo en mi corazón la fe, la conciencia de que hay algo que te da bienestar y paz, más allá de lo que se ve. Fueron esa dos cosas, el deseo de ayudar y de hacer la vida mejor. Creer que realmente es el amor de Dios lo que sostiene la vida. Dar la vida para que el otro puede vivir en paz, estar feliz, con la conciencia de que la vida vale la pena.

 

Fabián Báez, sacerdote de la diócesis de Buenos Aires,  se subió al papamóvil en marcha del Papa Francisco en cierta ocasión memorable


-La vocación cristiana, el ejemplo de Jesús es sembrar, venimos a la vida a sembrar, no a cosechar, estimo, como dice Jesús que "la semilla tiene fuerza por sí misma" me parece que si uno siembre el amor, la esperanza, la solidaridad, la paz, la fe, eso crece en el corazón del otro.


-En el sentido profundo de la palabra, sí y no. Me acuerdo ese magistral libro de Albert Camus, "El hombre rebelde", donde plantea que el hombre rebelde es aquel es capaz de decir que no para ser libre, pero no en el sentido adolescente, sino en decir que no a aquello que me quita libertad. Aspiraría a esa rebeldía en una dependencia total de Dios. Hay una historia, en los principios de la Iglesia, luego de la muerte de Jesús, donde a los Apóstoles los meten presos, y la sinagoga, el grupo de la gente de su pueblo que rechaza su acción, le dicen: "Ustedes verán a quién hay que obedecer, si a Dios o a los hombres". Esa experiencia es la que me parece que sostiene esta rebeldía; rebelde en beneficio de una causa más grande.


-Las redes sociales para mí son un lugar, no un público ni una herramienta. Es un lugar donde uno va y hay gente, como si fuera un cóctel, una comida o un casamiento. Quizás no da para una charla profunda pero sí para conocer gente. Tienen dos cosas, sobre todo Twitter que es el medio que más me motiva: la horizontalidad, todo pueden estar presentes, y el tiempo real. Para mí este es el desafío, poder estar donde está la gente, y creo que es lo que debe hacer la Iglesia. Hay mucha gente ahí. Hay que estar con un perfil amigable. Si en Twitter hablo para los teólogos de la Iglesia no sirve, hay que participar del debate público, por supuesto desde un perspectiva cristiana.


-Pienso que lo virtual tiene que termina en lo personal. Mucha gente piensan que mi cuenta es fake [falsa, fingida, ndReL], muchas veces me preguntan: "¿en serio vos sos cura?". Siempre tiene que terminar en lo personal, porque mi misión como sacerdote es esa. Jesús dice: "Vayan y anuncien la noticias" y mi tarea es estar en el medio de la gente y llevar el mensaje, no solamente crear una ideal. Soy yo quien está allí y que tendré que saber adaptar el lenguaje, para llevar el mensaje que tengo en el corazón.


-Sí, se logra, y sobre todo en Twitter, donde hay gente tan buena, tan amigable, interesantísima. En estos 5 años en la red social, he compartido comida, asados, reuniones, he bautizado a cuatro personas a partir del encuentro en Twitter. Una vez estaba en una comida y me llega una notificacion que había una persona enferma, eran las once de la noche y fui. Tengo muchas historias y experiencias lindas, donde lo virtual llega a lo personal.


-La verdad es que no, nunca lo sentí así, quizás mi amigos curas en broma me dicen: "Andá a laburar", pero con buena onda. Si me critican todavía no me enteré.



El padre Fabián, sentado a la izquierda, con el Papa Francisco

-Estaba en Roma, recién llegado, no había avisado que iba. Traté de ir a la catequesis pero no tenía entrada, había llegado hace un rato. Fui a la plaza, me quedé del lado de afuera, el Papa pasa, me ve y me reconoce en medio de la multitud... "¿Qué hacés acá?" me pregunta. "Vine a verte", respondo. A los cinco minutos vuelve, me empieza a buscar, "Saltá la valla" me grita, y bueno, subí con él, al Papamóvil. El recorrido fueron diez minutos.


-En ese momento estaba absorbido por la emoción, fue mi obispo. Era la primera vez que lo veía personalmente desde que había sido electo Papa. Volver a estar con él era una emoción muy grande. La verdad es que en el momento perdí la noción, y aunque no me lo creas la primera reacción que tuve al estar ahí fue la de agarrar el teléfono para sacar una foto. Pensé: "Esto no me lo va a creer nadie..." quedé absorbido por la emoción. Cuando hago memoria recuerdo los gritos de la gente y su risa, se daba vuelta y me decía: "¿Cómo estás?"


-Eso me lo dice al principio y al final. Cuando terminamos de dar la vuelta, me dice: "Vení conmigo, entrá". No sabía qué hacer, entré con él por la plaza San Pedro, a través de un pasillo gigante hasta la puerta de la Basílica. Estaba todo el cuerpo cardenal porque era la primera audiencia del año. Los cardenales de un lado, el cuerpo diplomático del otro lado, la orquesta vaticana y yo, caminando al lado del Papa, era un sueño. Cuando llegamos me pregunta: "¿Estás apurado?". "No" le respondo, hace poner una silla y me quedé ahí, al lado de todos los embajadores. Impresionante el gesto que él tuvo de hacerme subir. Entiendo que no es un gesto a mí, sino sobre todo a los curas de Buenos Aires que seguimos su clero y que fuimos ordenados sacerdotes por él, fue nuestro formador.




-Para los cristianos, y más para los sacerdotes, "El Papa" es muy importante. De hecho, para mí fue una emoción muy grande haber visto a Benedicto XVI en Madrid en 2011, en las Jornadas Mundiales de la Juventud, o en Roma. El Papa para nosotros representa ese camino que recorre la Iglesia de ponerse frente a Jesús. Lo que pasa es que es muy especial cuando el Papa es alguien a quién vos conoces y querés tanto, que fue muy cercano. Es un Papa con el que pasé muchas cosas en 20 años, algunas lindas, otras no tan lindas. Estamos muy contentos con lo que significa siempre para la Iglesia el Papa y sobre todo el Papa Francisco. Creo que nosotros, los que somos de Buenos Aires, tenemos la gracia de comprenderlo mejor. Entendemos lo que piensa, lo que quiere y lo que siente.

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